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Este 22 de abril que se celebra el Día Mundial de la Tierra, a diferencia de otros años, la pandemia mantiene a los humanos en su casa y la naturaleza retoma sus espacios perdidos.
No es raro encontrarse con venados transitando por las calles de Santa Tecla, oir el canto de los pájaros con mayor intensidad en las madrugadas o sentir que hay menos contaminación en el aire.
A nivel mundial, en Sud África se ve a leones durmiendo en las carreteras, en Italia a los delfines juguetear cerca de los muelles por que no hay peligro o en Colombia ver un oso hormiguero pasearse por la ciudad, entre otras imágenes que sorprenden y que reflejan que se han dado cambios.
La celebración del Día Mundial de la Tierra se instauró con el objetivo de que la humanidad tomara conciencia de los problemas ambientales, agudizados por la superpoblación, la producción de contaminación o la no conservación de la biodiversidad.
La ONU ha señalado que este día recuerda que se debe “tratar de llegar a un equilibrio entre la viabilidad y la salud medioambiental y las necesidades sociales y económicas de la nuestra y de las generaciones futuras”.
El primer Día de la Tierra se celebró en 1970, “cuando el senador por el Partido Demócrata de EE.UU. y activista ecologista Gaylor Nelson promovió una gran movilización para visibilizar el movimiento medioambiental”.
Y solo en ese año se “logró que 20 millones de personas se manifestaran exigiendo respeto por el medio ambiente, un hito que contribuyó a asentar esta fecha, el 22 de abril, como el Día de la Tierra”.
Sin embargo, este esfuerzo se fue desvaneciendo con los años y no es hasta ahora que la tierra da un respiro y muestra que necesita urgentemente que los humanos no la sigan destruyendo.