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NAVIDAD EN EL BARRIO QUERIDO

Marlon Chicas,

Escritor

El viejo tocadiscos suena sin cesar: “Aquellos diciembres, aquellos diciembres que nunca volverán”; recostado en una mecedora, evoco navidades pasadas en las que de niño, retozaba alegremente a espera del hombre de barba blanca y aspecto regordete con bolso al hombro, que traía consigo un cargamento de regalos.

Una viejecita prepara la salsita del pollo a falta del tradicional chompipe; una vela al centro de la mesa ilumina el banquete, junto a sus seis hijos, agradece al Creador las bendiciones recibidas en el año, con la esperanza de un mejor porvenir.

Una madre añora, en soledad, la presencia de sus hijos, que en el viaje sin regreso, nunca a su regazo volverán; rememorando momentos compartidos: “Aquellos diciembres que nunca volverán”. La madre eleva una oración por el descanso eterno de lo que ya no están; regocijados en el cielo, sus amados hijos se unen a sus rezos.

Diciembres esperando el estreno, el carrito de bomberos, los soldaditos de plástico, el rostro del hermano recibiendo el tanquecito, que un mal vecino robará, dejando lágrimas en su rostro. Diciembres cargados de gélidas noches con cielos estrellados.

Navidades de alegría con el “Tío Carlos”, quien convidaba a los presentes a bailar toda la noche, entre risas, cumbias y aplausos, disfrutando alegremente la llegada del Redentor.

Entre sollozos recostado en el sofá recuerdo a un viejo amor. Momento de olvidar pleitos y rencillas, con la fe puesta en Dios suplicando bendiciones a granel.

Misa del Gallo que en familia recuerda la llegada del hijo de Dios, nacido pobre para hacernos ricos; esclavo, para ser libres; con mensaje de paz y hermandad, en un mundo donde “tanto tienes tanto vales, nada tienes nada vales”. Navidad de infancia. Árbol mágico que guarece a las  figuras de barro. Aserrín y musgo colocando el pesebre donde descansará el hijo del hombre.

Doce campanadas entre abrazos, lágrimas y sueños; el bullicio de la pólvora explotando sin cesar, dejando a su paso una alfombra de papel, entre mitos y costumbres. Más de alguno ahogándose en alcohol, otro diciembre de recuerdos de alegría y de dolor.

Bajo el árbol, un niño nace desprovisto de lo material, inspirando una oración, por los niños no nacidos, que al igual que en tiempo de Herodes, ven amenazada su existencia; por los niños que en Noche Buena habrán de acostarse sin cenar, con la esperanza que mañana la providencia divina habrá de alimentarlos.

¡Cuántos recuerdos, mi viejo barrio El Calvario, guardas en tu corazón de navidades pasadas! ¡A pesar de la pobreza de tu gente, nunca perdiste la alegría, entusiasmo y esperanza por alcanzar sueños e ilusiones por hacer de Santa Tecla, la Ciudad de mi Corazón! ¡Feliz Navidad y Bendecido año 2019!

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