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Navidad en Gaza y en El Salvador

Por Leonel Herrera*

En Palestina, la tierra donde Jesús nació y creció, más de dos millones de personas que habitan en la Franja de Gaza no pudieron celebrar la navidad. Miles pasaron escondidos en los escombros de su ciudad en ruinas, llorando a sus muertos y con el miedo de que en cualquier momento también ellos podrían ser asesinados.

Ahí los descendientes de los que mataron al Mesías hace más de dos mil años han masacrado durante los últimos dos meses a no menos de 20,000 civiles palestinos, en supuesta venganza por los ataques terroristas de Hamás que causaron la muerte a unos 1,200 israelíes el pasado 7 de octubre.

Con el aval del gobierno Estados Unidos y la complicidad de las demás potencias occidentales, el criminal ejército sionista también ha destruido hospitales, escuelas, mezquitas e infraestructura básica (agua potable, alcantarillado, tendido eléctrico, puentes, autopistas, etc.).

Mientras que en El Salvador no pudieron celebrar la navidad 20 mil personas inocentes detenidas en el régimen de excepción y sus angustiadas familias. Tampoco celebraron los perseguidos políticamente con el falaz argumento de la “lucha contra la corrupción”, algunos -incluso- con orden judicial de excarcelación que la Dirección General de Centros Penales impunemente se niega a acatar.

Tampoco pudieron celebrar los miles de trabajadores despedidos de instituciones estatales y de empresas maquileras cerradas este año; así como los miles de vendedores ambulantes y estacionarios del centro de San Salvador que fueron desplazados (con la amenaza de ser capturados por el régimen de excepción) porque el gobierno quería “embellecer” las calles y plazas para los turistas.

No celebraron los 1.2 millones de salvadoreños y salvadoreñas que según la FAO, el PMA y otras agencias de las Naciones Unidas padecen inseguridad alimentaria y pronto podrían caer en hambruna. No celebraron aquellos cuyos ingresos no logran cubrir el costo de la canasta básica.

Para todos ellos, sin embargo, la navidad es un mensaje de solidaridad y la esperanza de que en sus manos está la decisión de luchar para cambiar esta realidad indigna e inmerecida.

La propaganda gubernamental dice que  somos un pueblo feliz que ríe y canta, sobre todo por la seguridad que ahora tenemos. Sin explicar, por ejemplo, por qué la ofensiva pandilleril solo arrasó al eslabón más bajo de las maras y no a las estructuras de mando, cuyos miembros son protegidos de la extradición y algunos hasta liberados ilegalmente, como el “Crook”.

Por cierto, el genocidio en Tierra Santa es vergonzosamente avalado o silenciado en El Salvador por connotados líderes religiosos, en ambos lados del bando cristiano. Entre estos falsos profetas el que más destaca es un conocido pastor evangélico, vinculado al oficialismo, quien también avaló la detención de personas inocentes en el régimen de excepción.

Post data: Expreso mi respaldo y solidaridad al Dr. Rubén Zamora, luchador social de toda su vida y dirigente político de enorme estatura moral; y me sumo a las condenas contra la espuria acusación presentada por el Juzgado de Instrucción de San Francisco Gotera. ¡Qué pequeños, miserables y cobardes son sus perseguidores políticos y sus secuaces judiciales!

*Periodista y activista social.

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