César Ramírez
@caralvasalvador
Es la hora de las decisiones para los siguientes años, como en otros tiempos la realidad impone acompañar a la justicia o al dictador.
En América Latina desde el siglo pasado los dueños la nación no respetan la constitución, ni la separación de poderes del Estado, tampoco dudan en encarcelar a todos los opositores, convirtiéndoles en prisioneros políticos.
El concepto de prisionero político: “un preso político o prisionero político es cualquier personas física a la que se mantenga en la cárcel o detenida de otro modo, por ejemplo bajo arresto, sin haber cometido un delito tipificado sino porque sus ideas supongan un desafío o una amenaza para el sistema político establecido, sea este de la naturaleza que sea. Se distingue del preso de consciencia, que se caracteriza por el no empleo ni propugnación de la violencia” -wikipedia- en nuestra nación exfuncionarios del FMLN, al igual que el exalcalde de San Salvador están bajo arresto por acusaciones “sospechosas”, negándoles su derecho a defensa e incluso los medicamentos proveídos por sus familiares – según notas de prensa-.
En nuestra nación a partir del 1 de mayo 2021 la justicia ha dejado de serlo por la destitución de los magistrados legítimos de la Corte Suprema de Justicia, de esa forma la captura es una violación a los derechos humanos, su detención se interpreta por motivo políticos sin demostración plena de su delito, su encarcelamiento es prolongado, no tienen comunicación con el exterior, no ha existido un juicio que les condene a la prisión que sufren.
La situación de los prisioneros políticos se extiende hasta el ciudadano común, una acusación contra cualquiera puede generar un arresto y en ese caso ¿a quién recurrir por justicia?… para las nuevas generaciones estas acciones pueden ser justificadas por el discurso de los gobernantes, pero para nosotros que vivimos en aquellos largo años autoritarios, la captura, desaparición o tortura de valiosos ciudadanos demócratas se convirtió en una práctica horrorosa de sufrimiento de muchas familias, las cuales jamás volvieron encontrar a sus seres queridos, durante aquellos años el temor se fue generalizando hasta tal punto que provocó una enorme migración, vidas clandestinas o incorporación a organismos políticos disidentes; pero ahora vivimos una democracia… los caminos se estrechan en dos bifurcaciones, el retorno a la dictadura o nos unimos en contra de la injusticia, cada quién tomará su camino en los siguientes meses, lo mejor será navidad sin presos políticos.
amazon.com/author/csarcaralv