Por David Alfaro
Bukele, presidente de El Salvador, es un personaje que ha demostrado ser un especialista del camuflaje político y religioso. Desde sus inicios como alcalde asociado con la izquierda hasta su transformación en un autócrata de derecha, Bukele ha adoptado múltiples máscaras según lo requirieran sus ambiciones. Esta reflexión explora las numerosas contradicciones y cambios de postura que han caracterizado su carrera, revelando cómo su oportunismo ha erosionado gradualmente su credibilidad.
Bukele ha transitado por un camino lleno de contradicciones y cambios oportunistas desde que emergió como figura política en 2015. Su capacidad para moldear sus creencias y posiciones políticas, según la conveniencia del momento, es un rasgo distintivo que lo ha convertido en una figura polarizante tanto dentro como fuera de su país.
De Musulmán a Evangélico y el Juego de la Religión
Bukele proviene de una familia de origen palestino y fue criado en una mezcla de tradiciones religiosas. Aunque sus raíces están en el Islam, su inclinación hacia el cristianismo, particularmente hacia el evangelismo, ha sido evidente en su vida política. Esto no solo ha desconcertado a muchos, sino que ha sido percibido como una maniobra para captar el apoyo de los influyentes líderes evangélicos. En un país donde la religión juega un papel crucial en la vida cotidiana y la política, Bukele ha utilizado retóricamente el cristianismo para justificar su guerra contra las pandillas, describiéndola como una lucha entre el bien y el mal. Esta instrumentalización de la fe revela su capacidad para manipular las emociones de una población con poca instrucción y fanatizada, atrayendo así un apoyo casi mesiánico.
Del “Izquierdista” al “Neoliberal de Derecha”
Inicialmente, Bukele fue alcalde bajo la bandera del FMLN. Sin embargo, pronto rompió con sus raíces de izquierda y fundó su propio partido, Nuevas Ideas, que ha girado radicalmente hacia la derecha neoliberal. Este cambio no ha sido simplemente ideológico, sino también estratégico, alineándose con intereses económicos y políticos globales. Por ejemplo, a pesar de su discurso crítico hacia el imperialismo y sus referencias a líderes de izquierda, Bukele no dudó en adoptar políticas económicas neoliberales.
Contradicciones y Autoritarismo en la Guerra contra las Pandillas
Bukele ha sido igualmente contradictorio en su enfoque hacia la seguridad. Durante su campaña, prometió cambios estructurales para reducir la violencia. Sin embargo, una vez en el poder, adoptó una postura extremadamente represiva, implementando un régimen de excepción que ha llevado a la detención arbitraria de miles de salvadoreños, incluidos menores de edad. Estas acciones han sido justificadas mediante una narrativa religiosa y moralista, en la que Bukele se presenta como el salvador del país, mientras oculta su falta de respeto por los derechos humanos y la legalidad. Irónicamente, se ha revelado que su gobierno había mantenido negociaciones secretas con las mismas pandillas.
Pérdida de Credibilidad Internacional
Bukele ha pasado de ser una figura novedosa y prometedora a un dictador cada vez más aislado. Su inclinación autoritaria, marcada por la concentración de poder y la represión de la prensa y la oposición, ha erosionado su imagen a nivel global. Aunque sigue siendo popular en casa gracias a su mano dura, su reputación en el exterior ha decaído, siendo visto como otro líder autoritario en la lista de mandatarios que utilizan el miedo y el populismo para perpetuarse en el poder.
En resumen, Bukele es un político camaleónico que ha sabido navegar las aguas turbulentas de la política salvadoreña y global a través del oportunismo y la manipulación. Sin embargo, su historial de contradicciones, su autoritarismo creciente y su manejo dudoso de la religión y la política han comenzado a pasar factura, erosionando su credibilidad y prestigio internacionalmente.
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