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Nayib Bukele no es el Presidente que El Salvador necesita

(Colectivo Tetzáhuitl)*

 

El llamado a la abstención es la mejor estrategia de la oposición.

Como están las cosas, en la actualidad no hay opciones presidenciales para el 2024 que sean de beneficio para el país y que tengan posibilidades de ganar.

Al momento, el único candidato firme para el 2024 es Nayib Bukele, quien anticipadamente anunció su deseo de buscar un segundo mandato a partir de su inscripción como candidato para la reelección presidencial, inmediata y continua.

Coincidimos con quienes ven en la candidatura de Bukele un rompimiento del orden constitucional, la mayor violación a la Constitución de los últimos tiempos.

A pesar de la resolución espúrea de la ilegal Sala de lo Constitucional que ha dado luz verde a su inscripción para un segundo mandato, no hay ninguna duda que esta candidatura es inconstitucional.

Por más malabarismos jurídicos que expongan su seguidores, como el bochornoso y patético análisis del Vicepresidente Félix Ulloa, la reelección presidencial inmediata y continua está expresamente prohibida por la Constitución.

Aquí no se trata de si la mayoría de la población así lo desea, tal como lo han revelado las Encuestas de Opinión.

Se trata más bien de que un Presidente en ejercicio, que haya ocupado el cargo en el período inmediato anterior por más de seis meses, no puede ser candidato presidencial para el siguiente período.

La violación a esta norma constitucional obliga a la insurrección para deponer al usurpador de CAPRES.

El problema es que por más denuncias que haga la oposición, Bukele se inscribirá como candidato presidencial, ya que no tiene más opción, como hemos señalado en otro artículo, que buscar un segundo mandato para evitar la cárcel por los delitos cometidos en su primer ejercicio presidencial.

En lo que se refiere al partido ARENA, ya su Presidente ha expresado el acuerdo del Consejo Ejecutivo Nacional (COENA) de correr con candidato propio y está abierto a una candidatura que no necesariamente provenga de sus filas partidarias sino de la sociedad civil.

Hay que señalar que es el partido de oposición con mayores chances si solo tomamos en consideración su desempeño en elecciones anteriores.

En el 2019 el candidato presidencial para esas elecciones, Carlos Calleja, quedó en segundo lugar con más de 800 mil votos y en las últimas elecciones Legislativas ganó la bancada opositora con mayor número de Diputados (14 de 84 que conforman la Asamblea Legislativa)

Aunque es ingenuo creer que pueden derrotar a Bukele, al menos pueden hacer una proyección más realista que la de los demás partidos de oposición.

El FMLN, por su parte, a través de varios miembros que integran la Comisión Política ha comenzado a promocionar la idea de una irreal fortaleza interna.

Su dirigencia ha anunciado que presentará una fórmula con candidato propio y que en ese esfuerzo no está dispuesto a construir alianzas con ningún partido político y menos de derecha.

Ha dicho que correrá con un candidato proveniente de sus filas partidarias que sea apoyado por la mayoría de su militancia.

El que es mencionado con mayor insistencia es el ex diputado y ex alcalde de Quezaltepeque, Manuel “el chino” Flores.

El “chino” Flores ha llegado al extremo de la ridiculez de asegurar que va a competir porque está seguro que va a ganar y que además su partido no está derrotado y es ahora más fuerte que en elecciones anteriores.

Aparte de hacer alarde de una experiencia política y capacidad de gestión que a la fecha no ha demostrado, exhibe una arrogancia que nunca habíamos visto antes en los candidatos presidenciales del FMLN.

No estamos seguros si estas expresiones triunfalistas son producto de su ingenuidad e inexperiencia o de un acuerdo con el oficialismo, a través de José Luis Merino, para participar y hacerle el juego a Bukele y de esa forma legitimar su candidatura y el proceso de elecciones presidenciales del próximo año.

Los partidos emergentes de derecha, como Vamos y Nuestro Tiempo, aún no han sentado una posición clara para estas elecciones, pero lo más probable es que, con una dosis de mayor realismo político que ARENA y el FMLN, desistan de sus aspiraciones y se limiten a participar en las elecciones legislativas y municipales en las que tienen algunas posibilidades de ganar un par de diputaciones y algunos consejos municipales.

El PCN, PDC y GANA parece que apoyarán la candidatura presidencial de Bukele, ya sea en alianza con Nuevas Ideas o absteniéndose de participar en el proceso para no dividir el voto de la derecha en el poder.

La propuesta peregrina del ex Diputado del FMLN y ex Presidente del TSE, Eugenio Chicas, de promover y apoyar a un candidato de consenso de la sociedad civil no ha encontrado eco ni siquiera en los partidos emergentes para los que iba dirigida esta iniciativa.

En nuestra opinión, se trata de una propuesta que nació muerta.

Estando así las cosas, el probable escenario para las elecciones presidenciales del 2024 es la participación de candidatos de ARENA, FMLN y Nuevas Ideas, con Bukele como figura central de una fórmula presidencial que lidere una alianza de las fuerzas políticas que integran el bloque de la derecha gobernante.

Acá es conveniente hacerse la siguiente pregunta: Por quién debería votar el electorado?

En nuestra opinión no habría que hacerlo por ninguno y menos por Bukele, por mucho que se trate del caballo ganador de esta contienda.

No hace falta que seamos expertos en temas electorales para caer en la cuenta que la suerte está echada y que Bukele tiene todo a su favor para salir victorioso y arrasar en las elecciones presidenciales, con lo cual terminaría por sepultar a la oposición, sobre todo al FMLN.

Las elecciones no son un juego de azar.

La predictibilidad de sus resultados se basa en los altos niveles de aprobación de Bukele, en la debilidad de la oposición y en la escasa resistencia ciudadana que a la fecha ha tenido su gobierno.

El naciente movimiento social integrado por una treintena de organizaciones populares, sociales, sindicatos, movimientos ambientalistas y feministas no cuenta con el tiempo ni tiene la suficiente acumulación política como para evitar que Bukele gane la reelección en forma aplastante.

A pesar del sorprendente crecimiento que ha demostrado en su capacidad de convocatoria en todo estos meses, el movimiento social apenas está saliendo de un largo período de postración y estancamiento que le llevó a reducir su incidencia en la vida política del país.

Ahora el desafío es crecer en acumulación política, en capacidad de movilización y en incidencia en la sociedad a modo de convertirse en un Frente de Resistencia y Rebeldía Ciudadana en contra de Bukele en lo que le falta de su Presidencia y en el segundo mandato que arrancará en el 2024.

A Bukele habría que hacerle el vacío.

Debería ser el único candidato que se presente en la contienda en la medida que estamos ante elecciones ilegítimas e inconstitucionales, en las que se ha cometido un fraude constitucional con la candidatura a la reelección.

Por supuesto que con esto no vamos a evitar que Bukele se proclame vencedor en la contienda.

Ya lo hemos dicho antes: Si Bukele no continua en la Presidencia podría ir preso y hasta podría ser juzgado por una Corte Federal de Estados Unidos.

No tiene otra opción para evitar la cárcel.

Bukele no puede darse el lujo de no continuar en el Ejecutivo aunque para ello tenga que recurrir a un fraude constitucional.

El rechazo a unas elecciones presidenciales amañadas y con ficha cantada y la abstención de los votantes es al menos una evidencia ante el mundo de que Bukele es un Presidente ilegítimo e inconstitucional que debería ser depuesto por un esfuerzo nacional de resistencia y rebeldía ciudadana y popular, tal como ocurrió con el dictador Maximiliano Hernández Martínez en 1944.

 

Entendámoslo: Bukele no es el Presidente que el país necesita

 ¿Cuál es la razón para no votar por Bukele?

Primero, porque su candidatura es inconstitucional y abiertamente ilegal.

Segundo, porque esta candidatura tampoco representa una salida a los problemas del país.

Ya lo pudimos comprobar en este primer mandato que está por concluir.

Bukele engañó al electorado y a la población que votó por él confiando que haría un gobierno de corte popular y democrático en contra de los grupos oligárquicos del país que tenían secuestrado al Estado para su beneficio.

Sin embargo, en casi 4 años de gobierno no ha cumplido con la mayoría de las ofertas electorales que hizo siendo candidato y con las que se presentó como una opción diferente a las anteriores, tanto de ARENA como del FMLN.

Además de incumplir la mayoría de sus ofertas electorales, Bukele no ha sabido administrar ni orientar el gobierno en beneficio de las familias más pobres del país.

No cuenta con un Plan de Desarrollo Económico y Social que asegure un mayor crecimiento de la economía y que saque a la población de la pobreza.

En su gobierno la pobreza ha aumentado, sobre todo la pobreza extrema, que es la que se origina por la falta de ingresos necesarios para cubrir la canasta básica alimenticia.

Esto ha ocurrido a pesar de que el gobierno ha manejado cuantiosos recursos, al extremo que la deuda pública aumentó en 30% (de $19 mil 808 millones en Diciembre del 2019 a $24 mil 709 millones en Marzo de 2023) representando en estos momentos el 80% del PIB.

En contraste, la concentración de la riqueza ha aumentado.

Con Bukele, los ricos son ahora más ricos que antes.

La parte del ingreso nacional que corresponde a las ganancias de unos cuantos grandes empresarios es mayor que lo que corresponde al ingreso del resto de salvadoreños.

En el 2019, año que llega Bukele a la Presidencia, el Producto Interno Bruto (PIB) alcanzaba los 26 mil 800 millones de dólares.

De esa cantidad, lo que correspondía a salarios era 10 mil 300 millones de dólares y la ganancia de capital correspondía a 10 mil 194 millones de dólares.

Aunque estamos comparando unos cuantos miles de empresarios con varios millones de trabajadores, en el 2019 que fue el año en que concluye el segundo gobierno del FMLN, los salarios superaban a las ganancias de los empresarios en términos de la distribución del PIB en 106 millones de dólares.

Para el 2022, en cambio, las remuneraciones a los trabajadores fueron de 10 mil 831 millones de dólares y la ganancia de los empresarios correspondió a 12 mil 400 millones de dólares.

Es decir, tres años después y ya bajo el gobierno de Bukele, la parte del ingreso nacional correspondiente a las ganancias empresariales superó significativamente a la masa salarial del país.

La relación se invirtió a favor de las ganancias de los empresarios que constituyen los ingresos de los ricos del país frente a los ingresos de los trabajadores.

Esto quiere decir que en el gobierno de Bukele la concentración del ingreso y por tanto la brecha social han aumentado.

No tiene sentido entonces votar por un Presidente que estando en el gobierno no cumplió con la más importante y emblemática de todas sus promesas electorales y que para el 2024 con seguridad llevará la misma propuesta.

Es decir, no tiene ningún sentido votar por un Presidente que en lugar de reducir la brecha entre ricos y pobres, como lo prometió, la ha aumentado, aumentando también la pobreza en el país.

Qué fue lo que Bukele no hizo a pesar de que lo ofreció en la campaña del 2019 y lo siguió ofreciendo en los años siguientes?

No aumentó el gastó social como prometió, lejos de ello redujo la parte del presupuesto público para la inversión social y cerró más de una docena de programas que venían desde los gobiernos del FMLN.

Desfinanció por lo menos otros diez programas más de beneficio para la población vulnerable del país, tal es el caso de Ciudad Mujer, el vaso de leche, la alimentación escolar, la entrega de paquetes agrícolas, la entrega de útiles escolares, zapatos y uniformes y la entrega de la pensión básica universal para unos 37 mil adultos mayores.

No redujo el costo de la vida sino que lo aumentó, con lo cual se ha deteriorado aún más la capacidad de compra de la población y su bienestar.

No llevó a cabo la reforma tributaria progresiva para que paguen más impuestos los que tienen más ingresos y ganan más.

No llevó a cabo la reforma previsional prometida.

Con el proyecto de reforma que aprobaron este año los Diputados oficialistas no se aumenta la cobertura ni el valor de las pensiones para la mayoría de los trabajadores en situación de retiro, ni se reducen las extraordinarias ganancias de las AFPs.

No ha habido aumento de la inversión privada extranjera, por el contrario se ha estancado.

La tasa de crecimiento económico promedio se mantiene por debajo de lo que lograron los gobiernos del FMLN.

Según la encuesta de Hogares y Propósitos Múltiples del BCR, todos los indicadores sociales se han deteriorado del 2019 al 2022.

Lo único que ha bajado es la cantidad de homicidios en el país pero a costa del rompimiento del Estado de Derecho y como resultado de una negociación ilegal del gobierno con las pandillas.

Además, esa reducción de asesinatos no es sostenible en el largo plazo.

Con un nuevo rompimiento de los acuerdos con las pandillas, los homicidios volverían a dispararse.

Tampoco ha combatido la corrupción en la administración pública.

No ha metido presos a los funcionarios que han desviado dinero público a sus bolsillos.

El Fiscal impuesto se ha encargado de cerrar expedientes de investigación en contra de una docena de funcionarios, entre ellos la voluminosa investigación “Catedral” sobre las negociaciones con las pandillas.

No ha combatido el despilfarro de recursos públicos.

En este gobierno se ha dado el mayor despilfarro de recursos en propaganda y gastos de Defensa.

No tiene sentido, entonces, apoyar a un candidato presidencial que estando en el gobierno no resolvió los problemas del país y tampoco cumplió la mayoría de sus ofertas electorales, supuestamente en beneficio de la población de menos ingresos.

El llamado a no votar por Bukele y por ningún otro candidato presidencial que se presente es una forma de resistencia y rebeldía ciudadana que si bien no va a impedir que Bukele gane un segundo mandato sí puede debilitarlo y aislarlo políticamente.

El llamado al abstencionismo es una demanda del movimiento social y de una oposición política consecuente que debería activarse en estas elecciones presidenciales del 2024.

 

*El colectivo “Tetzáhuitl” es un equipo de investigación sobre la realidad nacional del que forman parte periodistas, investigadores y analistas sin afiliación partidaria.

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