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Nayib Bukele: una buena opción

Luis Armando González

Nayib Bukele ha sido nominado como candidato, stuff por parte del FMLN, cialis para competir por el cargo de alcalde de San  Salvador en la contienda electoral de 2015.

Se trata de un “golpe de mano” político, realizado con habilidad por el partido de izquierda, que pone en una situación incómoda y a la defensiva a ARENA y a quien, al menos en estos momentos, se perfila como su candidato, el actual alcalde Norman Quijano.

Éste, desde que se conoció que Bukele era la figura elegida por el FMLN para disputarle el control de la alcaldía capitalina, ha comenzado a verse en apuros para encarar el tipo de campaña que se dibuja en el horizonte.

Y con los apuros vienen los desatinos, como ese que lo llevó a cuestionar la capacidad del candidato efemelenista por su juventud, sin ponderar –en un yerro suyo y de sus asesores— el rechazo que en los sectores jóvenes del país iba a generar su desatino. Quizá esto sea nada más el comienzo de una serie de “metidas de pata” de alguien que ha sido sorprendido “fuera de base”, ante un rival que lo supera con creces –siendo mucho más joven que él— en diferentes planos de la gestión pública.

Porque más edad no significa ni más capacidad ni más sabiduría. Obviamente, tampoco ser más joven significa, automáticamente, tener mayores capacidades o mayores talentos que los adultos. Es decir, el tema de fondo no es la edad en sí misma, sino lo que cada cual hace de su vida y con su vida en las distintas etapas de la misma. Como decía Ignacio Ellacuría, la edad física se determina por las vueltas que se dan (desde la tierra) alrededor del sol, pero lo importante es cómo se dan esas vueltas,  lo que se aprende o se deja de aprender, lo que se hace o se deja de hacer.

En los casos que nos ocupan, los posicionamientos políticos, el talante visionario y la capacidad de gestión de Nayib Bukele nos revelan a una persona con un recorrido vital sumamente provechoso y rico en experiencias. A todo ello se suma, como un valor agregado, su juventud, pues –de seguir así— cuando llegue a la edad de, por ejemplo, Norman Quijano distará de este de manera absoluta no sólo en conocimiento y experiencias, sino en aportes significativos a la humanización de la sociedad salvadoreña, que es lo que en definitiva importa.

La distancia entre ambos ya existe en este último apartado: la contribución en la gestión municipal del joven Bukele en Nuevo Cuscatlán es de superior calado social que la realizada por Norman Quijano en San Salvador, que prácticamente sigue con los problemas que él se comprometió a resolver cuando era candidato a alcalde.

Y ni qué decir de sus arremetidas antidemocráticas –que pusieron al país al borde un conflicto socio-político de graves consecuencias— cuando compitió por la presidencia de la República.

Definitivamente, hay recorridos hacia la adultez que, cuando culminan, en ella lo que han dejado tras de sí es motivo de vergüenza para ellos (si guardan en un su interior una pizca de honestidad) y para la sociedad. Justo es decirlo: abundan los ejemplos de quienes al llegar a su etapa de vejez pueden sentirse orgullosos de su trayectoria vital. Pero esa trayectoria se construye paso a paso, comenzando desde la niñez y consolidando en la juventud opciones de compromiso y servicio hacia los demás. Eso es justamente lo que vemos en alguien como Nayib Bukele.

Claro está, el compromiso y la filiación ideológica de este joven (que ciertamente ha transitado de manera acelerada hacia la adultez política) no les gusta a muchos, especialmente a los que creen que la gente de dinero se debe fidelidad (de clase) a sí misma.

Quizás no es su juventud la que en el fondo les desagrada; quizás lo que les desagrada en realidad es que teniendo dinero sea de izquierda y cuestione los privilegios mal habidos de quienes –como los promotores de insensateces como “CNN Dinero”— piensan que los dólares –antes fueron los colones— son más importantes que las personas y su dignidad.

En la visión de los ricos más recalcitrantes del país, Nayib Bukele es un “traicionero” y eso no se lo perdonarán jamás, como no se lo perdonaron a Enrique Álvarez Córdova y a otras figuras ejemplares de la oligarquía que no dudaron en cuestionar los privilegios y los abusos de su clase.

    

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