Necrocovidcom III
Caralvá
Intimissimun
La materialidad del mundo obliga a comprender nuestro límite individual, mientras la sociedad pretende solucionar la pandemia Covid 19.
Hemos reflexionado sobre el Estado y el ciudadano, es un elemento clásico, debido a que el Covid-19 nos atomiza, nos convierte en células familiares con nexos sanguíneos limitados a una residencia, es el retorno a la aldea tribal ahora informática, una caverna (socrática) de concreto con tecnología global, mientras el Estado domina en la oscuridad por la conducción de la sociedad en sus diversas expresiones: civil, militar, política, económica etc. con un criterio reñido cada día con el Contrato Social reseñado en la Constitución de la República.
¿Qué hacer?
Un ciudadano debe ejercer el dominio sobre la realidad en toda su materialidad, comprender que el Estado en estos momentos cruciales no podrá responder a todas las demandas sociales por la incapacidad que ha demostrado durante el primer año de su gobierno, después de tantos errores conocidos y desconocidos (caos en comunicaciones, retención de personas por violar cuarentena sin límite de tiempo, centro de contención sin control interno, cuarentena al infinito, improvisación en proyecto – entrega de dinero, alimentos, eventos partidarios ilegales, comunicación de odio contra adversarios, desacato a Sala Constitucional y Corte Suprema de Justicia, Asalto a Asamblea Legislativa etc.), existe tanto fanatismo que incluso opinar en contra del Estado genera una masiva respuesta vulgar e intolerante, en el fondo vivimos la plenitud de la desconfianza política sobre enemigos “intangibles”: ¿”Quiénes son los mismos de siempre”? “El dinero alcanza cuando nadie roba?” “debemos quemar a los políticos” “Le han quitado el poder al Gobierno de convocar a la Asamblea Legislativa, Estado de Excepción, Estado Emergencia, etc.”… el ciudadano comprende su vocación de nación pero ahora la perdemos, incluso extraviamos el sentido de historia, pueblo, libertad, todo dilapidado día con día; después de este lapso con el covid-19 (necrocovidcom), el ciudadano es un prisionero en su caverna (socrática) tecnológica que visualiza la muerte hora tras hora, concretamente conozco algunos amigos fanáticos del partido de gobierno, que no solo creen que disfrutarán una larga vida de 120 años, sino que gozarán de todas sus riquezas, verán a sus nietos y tataranietos, quizá están vacunados por la membresía gubernamental… etc. ahora una doctora y otros amigos entrañables han tomado dignas previsiones: testamento, legado material, espiritual, nombrado responsables de las fieles mascotas, mandatos genéricos para los hijos e incluso han perdonado a sus enemigos (mejor dicho después de mandarlos a la… ) en el último segundo de su vida, porque ¡no quieren llevar peso muerto! en su último viaje.
Es sano comprender la muerte, es sensato. Moisés vivió 120 años y murió, según el relato bíblico (Deut.34 1-12), fue sepultado en un lugar desconocido…. Qué ironía el libertador no tiene tumba, no tiene un sitio donde rendir honor a sus huesos, es una suerte extraña como la de Cervantes, Roque Dalton, Mozart, Mauricio Vallejo Marroquín etc. ahora nos llegan noticias de fosas comunes, hace unas semanas recibimos noticias de las metrópolis estadounidenses, con noticias desgarradoras de amigos de infancia que fueron entregados al hospital y sepultados en una fosa común de Nueva York.
Si la muerte es inevitable, no repitamos aquella historia reseñada de Lactancio “nos cuenta que un filósofo habló en forma tan convincente de la inmortalidad de las almas, que sus oyentes se suicidaron jubilosamente” La rebelión de los jóvenes escritores alemanes en el siglo XVIII / Ilse T.M. de brugger : Ed. Nova, Buenos aires, 1976 pág 62. Conocemos que existen diversos caminos de la filosofía: religiosos, idealistas, sofistas, retóricos, materialistas, quizás el filósofo de la anécdota era dueño de una funeraria o socio de un cementerio… nosotros no resucitamos, eso demuestra la pandemia.
La pandemia y la cuarentena nos recuerda la muerte de Sócrates “una festividad ateniense, en la que no estaba permitido cumplir la ejecución, impuso a Sócrates la dura prueba de una prisión por treinta días antes de morir” (ídem pág. 67), ese evento nos recuerda “quédate en casa”…
Se trata entonces de rescatar los valores ciudadanos, imponer la ciencia al Estado que nos impone tanta injusticia, el Estado ahora condena a los científicos a la muerte civil, les llama “locos” “imbéciles”, los miembros gobernantes no saben que un día necesitarán el tratamiento científico que ahora vilipendian, por lo tanto esforcemos por la vida, la República necesita muchos Sócrates.
Por ello debemos perdonar a los enemigos, no llegaremos a 120 años, ni ellos tampoco, mandémosles a la… con elegancia: “la ignorancia afirma o niega rotundamente, la ciencia duda” Voltaire.