Beirut / AFP
Los bombardeos contra los sectores aún en manos de los rebeldes en el sur de Siria se reanudaron el miércoles, tras el anuncio por parte de esos grupos de que las negociaciones con Rusia, aliada de Damasco, habían fracasado.
Según una fuente de la oposición cercana a las negociaciones, la delegación rusa había advertido a los rebeldes que se aferran a la provincia de Deraa, en el sur del país, que la jornada negociadora era «el último día» y que exigían una «respuesta final».
La operación militar lanzada el 19 de junio por el gobierno en la provincia de Deraa le ha permitido progresar considerablemente en esta región, a golpe de bombardeos mortíferos o mediante acuerdos de «reconciliación» patrocinados por Moscú.
Con esta estrategia, el gobierno de Bashar Al Asad ha recuperado una treintena de localidades rebeldes en la provincia. La suerte de otros sectores rebeldes en el sur permanece en la incertidumbre.
Este miércoles, tras una nueva ronda de conversaciones, los insurgentes anunciaron «el fracaso de las negociaciones con el enemigo ruso».
«Fracaso de las conversaciones con el enemigo ruso», anunció en su cuenta en Twitter una célula que reúne a las diferentes facciones del sur. «Las negociaciones no han alcanzado ningún resultado (…) Ninguna nueva fecha ha sido fijada» para la reanudación del diálogo, indicó más temprano a la AFP el portavoz de esta célula, Ibrahim al Jabawi.
Una fuente de la oposición cercana a las conversaciones señaló que los rebeldes estaban dispuestos a abandonar su artillería pesada (una de las exigencias rusas), pero de una manera progresiva.
La consecuencia inmediata del fracaso fueron ataques aéreos contra cuatro localidades en Deraa, tanto por parte de aviones rusos como del gobierno, según el Observatorio sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Solución política
El martes, los beligerantes negociaron hasta medianoche, pero los rusos habrían rechazado las demandas de la delegación rebelde, ciñéndose a sus propios términos.
En particular, rechazaban «el traslado de combatientes o civiles» hacia otras zonas insurgentes de Siria, indicó la fuente, a diferencia de lo que había sucedido tras la reconquista de otros bastiones rebeldes.
Asimismo, Rusia exigía el abandono por parte de los rebeldes de las armas pesadas y medianas, el regreso del ejército (sirio) a sus cuarteles, de las instituciones gubernamentales, y el despliegue de la policía del gobierno en la región.
Según los representantes de Moscú, el ejército sirio debería recuperar sus posiciones anteriores a 2011 (cuando comenzó la guerra), y la policía militar rusa apoyaría a la local.
Por su parte, la víspera, los rebeldes propusieron durante las diez horas de tensas conversaciones un alto el fuego global.
También exigían una retirada de las fuerzas del gobierno de las zonas que conquistaron en su último asalto. Y, finalmente, reclamaban que cualquier solución garantizara la partida de los combatientes que lo deseasen junto a sus familias hacia otros territorios en manos insurgentes.
Civiles exiliados
Ante la ofensiva del gobierno en el sur, la comunidad internacional una vez más se revela impotente.
Desde 2011, todas las iniciativas internacionales para encontrar una solución al conflicto, que ya ha provocado más de 350.000 muertos, han fracasado.
El Consejo de Seguridad de la ONU mantendrá el jueves de mañana una reunión de urgencia a puertas cerradas para discutir la situación en la región, según fuentes diplomáticas.
En la misma hay entre 270.000 y 330.000 desplazados, según la ONU, algunos encuentran refugio cerca de las fronteras con Jordania e Israel, donde viven en condiciones muy precarias.
Pero, ninguno de estos países quiere acogerlos. Ante el riesgo de crisis humanitaria, la oenegé Human Rights Watch (HRW) llamó este miércoles a ambos a abrir sus fronteras.
En la provincia vecina de Quneitra, desplazados y habitantes locales se reunieron en territorio rebelde ante oficinas de Naciones Unidas, protestando por la ineficacia de la comunidad internacional.
«Los civiles exiliados, que viven en carpas o al aire libre, organizaron esta manifestación (…) para demandar a la ONU y al mundo garantías internacionales para proteger sus vidas», afirmó un responsable rebelde, Ali Salhadi.