Por Jordi Zamora Barceló/Le Bourget/AFP
Cierto optimismo empezaba a reinar este martes en la conferencia sobre el cambio climático de París, click que tiene solo cuatro días por delante para cerrar un acuerdo histórico sobre el futuro del planeta.
Los países ricos y en desarrollo, capsule enfrentados en la partida, rx empezaron a enseñar sus cartas en torno al borrador de acuerdo, y las primeras reacciones fueron cautelosamente satisfactorias.
«Me quedo con el tono positivo de nuestras discusiones», declaró el presidente de la COP21, el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, al término de la jornada del lunes.
Los países volvieron a formular reclamaciones a la presidencia, en una asamblea plenaria, pero el tono cambió perceptiblemente respecto a la tensión y las recriminaciones de la semana pasada.
El planeta acelera su ritmo hacia un aumento de su temperatura, que según los científicos no debe de ninguna manera sobrepasar los 2ºC, a riesgo de una auténtica «catástrofe», en palabras del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon.
El acuerdo de París, cuyo borrador tiene por el momento 48 páginas, quiere abordar ese desafío por primera vez de forma coordinada, con un total de 195 países obligados a compartir el enorme desafío ambiental, económico y tecnológico.
El proyecto aborda las responsabilidades diferentes de los países en función de sus capacidades (ricos y en desarrollo), la financiación de la lucha contra el calentamiento del planeta y los objetivos a largo plazo, de aquí a finales de siglo.
Asimismo, el borrador recoge cómo deben revisarse los compromisos de cada país, las ayudas para que los más vulnerables hagan frente a las pérdidas y daños, y el propio carácter jurídico del acuerdo.
O todo o nada
Nada en el borrador está acordado hasta que todo esté acordado, por lo que los ministros, que se dividieron la tarea en cuatro grandes grupos de trabajo, debaten simultáneamente en todos los frentes.
El objetivo de 2ºC, contemplado en el artículo 2, está sujeto a debates, puesto que los países más vulnerables, como las pequeñas islas del Pacífico y Caribe, quieren a toda costa un máximo de 1,5ºC.
«Estamos trabajando con otros países sobre alguna fórmula que incluya una referencia a los 1,5ºC como parte de una frase más larga y amplia», reveló en rueda de prensa el negociador jefe estadounidense, Todd Stern.
La diferenciación de responsabilidades por el cambio climático es el meollo de la discusión, porque condiciona la financiación.
Durante los debates, «los países desarrollados garantizaron que seguirán asumiendo el liderazgo». «Los países en desarrollo (…) podrán participar de acuerdo a sus capacidades», aseguró el presidente de ese grupo de trabajo negociador, el canciller singapurense Vivian Balakrishnan.
Ese es el blanco de las discusiones: la diferencia entre «en condiciones de hacerlo» o «con voluntad de hacerlo».
En cuanto a la financiación a partir de 2020, fecha de entrada en vigor del acuerdo, los países tienen como base un compromiso de los países desarrollados de entregar 100.000 millones de dólares anuales.
El mundo cambió desde la primera convención sobre el clima, de 1992, cuando se repartieron las responsabilidades, y ahora le toca a otros contribuir, como a China, defienden la UE y Estados Unidos.
Pekín y sus aliados replican que su contribución, que consideran que debe ser voluntaria, será siempre Sur-Sur, directamente a los interesados.
«El principio que está guiando este acuerdo es la noción de que los países determinan nacionalmente [sus objetivos]. También en finanzas», explicó Stern.
Precisamente, los planes que cada país implemente libremente para luchar contra la emisión de gases de efecto invernadero son también objeto de discusión.
¿Puede ser legalmente obligatorio fijarse un objetivo de reducir los gases un 25% de aquí a 2030?
Para muchos países en vías de desarrollo, no. Sin embargo, el negociador estadounidense planteó que este objetivo de reducción «no sea legalmente vinculante», «pero sí todo el sistema legal que lo rodea».
Movimientos sociales y gobiernos centroamericanos con reclamos similares
Movimientos sociales centroamericanos destacaron el martes una «evolución» de las posiciones de los países del istmo en las negociaciones sobre el clima de París (COP21).
«Hay varias coincidencias», dijo a la AFP Suyapa Maldonado Álvarez, dirigente de la Mesa Permanente para la Gestión de Riesgos de El Salvador (MPGR), una red de organizaciones civiles que acompaña a las comunidades mas vulnerables.
Una declaración de varias ONG centroamericanas reclama «que Centroamérica sea reconocida (…) como una región geográfica altamente vulnerable» al cambio climático y que el acuerdo de París busque limitar el aumento de las temperaturas a 1,5º, y no a los 2º que proponen países temerosos de que las medidas afecten negativamente su crecimiento económico.
Esos dos puntos fueron los ejes de los planteos hechos por los países de la SICA (Sistema de Integración Centroamericana) y por República Dominicana en sus intervenciones ante las reuniones plenarias de los 195 países que participan en las negociaciones de Le Bourget, al norte de París.
«Hay una similitud de demandas, una confluencia», admite Maldonado, para quien «hubo una evolución de la SICA» respecto a la COP20 de Lima, para la cual no existió «ninguna coordinación» entre los gobiernos y los movimientos sociales, dijo la dirigente.
La declaración distribuida en Le Bourget, «Centroamérica vulnerable ¡Unida por la vida!», está firmada por el MPGR, la Campaña Mesoamericana de Justicia Climática, la Alianza Nicaragüense Ante el Cambio Climático, la Red SUSWATCH . Observatorio de la Sostenibilidad y la Alianza Hondureña ante el Cambio Climático.
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