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Neocolonialismo en el Siglo XXI sin rock nuclear

Caralvá

Fundador

Suplemento Tres mil

El conflicto bélico en los territorios de Siria, store Iraq, no rx Turquía y conexos producirá nuevas fronteras y probablemente nuevas naciones, sildenafil como en tiempos coloniales imperialistas, nada que no esté reseñado en la memoria colectiva: refugiados, atrocidades, matanzas, delitos contra la humanidad, etc. Es muy sintomático que las potencias luchen en principio contra un grupo de rebeldes armados que no es Estado, ni exista legalmente, ni siquiera un grupo étnico, pero de contraparte posee armas, dinero y voluntarios de diversas naciones etc., el Estado Islámico agrupa a fanáticos musulmanes que comenten crímenes contra inocentes de otras nacionalidades.  En ciertos aspectos el escenario bélico recuerda la guerra civil española (1936), con la suma de naciones a favor o en contra, en España se comprobaron nuevas armas y fuerza área, al igual que insólitas alianzas entre fanáticos falangistas católicos y musulmanes apoyando a Francisco Franco versus Brigadas Internacionales que se oponían al naciente fascismo de Hitler y Mussolini, ese preludio de sangre sería la sinfonía de la muerte tres años después con la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939. Entre los miembros latinoamericanos de las Brigadas Internacionales se encentraban: Siqueiros, Juan de la Cabada, Silvestre Revueltas, Octavio Paz y otros; años después Octavio Paz haría referencia a esos acontecimientos en su libro: El Laberinto de la Soledad, 1950.  La Segunda Guerra Mundial fue provocada por lucha de mercados capitalistas y materias primas (colonias, territorios, suministros energéticos), alimentado por el fanatismo fascista, en la actualidad la historia parece repetirse, sed de las potencias por: Petróleo, rutas marítimas, territorios estratégicos, recursos mineros etc. La religión es un caballo de batalla para incendiar a los creyentes, el dictador Francisco Franco usó la siguiente propaganda: “Nuestra guerra es una guerra religiosa. Nosotros todos los que combatimos, cristianos y musulmanes, somos soldados de Dios y no luchamos contra hombres, sino contra el ateísmo y el materialismo”, manifiesto en 1937… Su propaganda lo retrató como amigo del Islam; se difundió que había abrazado la fe musulmana e incluso que tenía el propósito de restaurar el imperio del Islam de al-Andalus. (En: Los moros de Franco); el total de moros combatientes fue de 80,000 unos 11,000 (el 14 por ciento) fallecieron y 56,000 (70 por ciento) fueron heridos, a cambio de ello Franco otorgó el privilegio del saqueo en las ciudades enemigas: “La toma de ciudades y pueblos se ajustaba al mismo patrón que las razias en el Rif: entrada a sangre y fuego, seguida de saqueo, destrucción, violaciones y matanzas de la población civil […] con la complicidad e incluso la aproba¬ción de muchos oficiales españoles”, explica María Rosa de Madariaga. (En: Los moros de Franco).  Octavio Paz escribe de la guerra civil española: “Es posible que lo que llamamos pecado no sea sino la expresión mítica de la conciencia de nosotros mismos, de nuestra soledad. Recuerdo que en España, durante la guerra, tuve la revelación de “otro hombre” y de otra clase de soledad: ni cerrada ni maquinal, sino abierta a la trascendencia. Sin duda la cercanía de la muerte y la fraternidad de las armas producen, en todos los tiempos y en todos los países, una atmósfera propicia a lo extraordinario, a todo aquello que sobrepasa la condición humana y rompe el círculo de soledad que rodea a   cada hombre. (El Laberinto… Pág 25) y concluye. “Quien ha visto la Esperanza, no la olvida. La busca bajo todos los cielos y entre todos los hombres”… Una guerra total quizás no sucederá, nadie ganará nada en el siglo XXI, después de un concierto de rock nuclear y eso por ahora es ver la esperanza.

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