César Ramírez
@caralvasalvador
La historia de 1932 nos ilustra de un evento político a pocos días del Golpe de Estado el 2-3 de diciembre de 1931, las elecciones el 3 de enero de 1932 para Alcaldes y el 10 de enero de 1932 para diputados de la Asamblea Legislativa, participaron los partidos: Fraternal Progresista, Comunista, Independiente, Agrarista, Alvarenguismo, Oliverista y Oficial con delegados gubernamentales, era previsible el ganador de los hechos, ganó el oficialismo, Diario Latino del 11 de enero de 1932 en su portada anota: “Farsa electoral de Diputados”; participar fue inútil, doce días después se cometería la mayor matanza étnica del siglo XX en América Latina.
¿Validar el proceso electoral era aceptar al régimen golpista del martinato?
El Partido Comunista y otros partidos, participaron en las elecciones a pesar de la situación ilegal del gobierno golpista, que no era reconocido por Estados Unidos; el gobierno de Martínez acumuló la ruptura constitucional al derrocar al gobierno legítimo de Arturo Araujo etc., la participación del PC según sus dirigentes fue para demostrar que tenía métodos pacíficos y no como le dibuja la propaganda de la época. Lo único que lograron los partidos fue demostrar la falsa democracia.
Ahora en el siglo XXI, no se trata de trasladar un suceso de noventa años a la objetividad del año 2024, se pretende responder a la sociedad civil (si acaso aún existe), de participar (o no) en democracia con los antecedentes previsto en la Constitución de la República.
Las elecciones 2024 podrían considerarse un acontecimiento para aprobar la inconstitucional o el retorno a la legalidad, no es lejano imaginar que el oficialismo gane las elecciones e impulse sus contenidos políticos (reelección, cambios constitucional, continuidad de Magistrados Constitucionales del 01 de mayo de 2021), en una contienda desigual, puesto que ese ilícito inició el 15 de septiembre de 2022 con el anuncio oficial de reelección, así nos encontramos con la realidad: defensa constitucional versus reelección indefinida.
No se trata de un tema de seguridad nacional, ni crisis de Estado, crisis Institucional o crisis de Salud el año 2024, es simplemente una lectura histórica como en 1932 donde los partidos políticos y ciudadanos ya habían perdido todo después del Golpe de Estado.
Además, se debe observar al Tribunal Supremo Electoral, que parece no tener reparo en la reelección presidencial.
La opinión de otros actores fundamentales de la constitución como el pueblo no ha sido consultada, no existe reforma constitucional que valide la reelección; en otro aspecto nos aseguran que actores académicos, líderes de opinión, algunos sectores privados y las encuestas favorecen ese imaginario, pero solo es eso, una irrealidad delictiva; las otras instituciones: Fuerza Armada, Comunidad Jurídica, Organismos Supranacionales (art. 89 Tratados, Convenios, Representaciones o proyectos de “consulta popular” etc.) guardan silencio. En esencia se trata de seguir las normas constitucionales o inaugurar un modelo autoritario.
El camino conocido por la historia de 1932 nos ilustra de aquella tragedia, ahora parece que tendremos un neomartinato: “nada nuevo bajo el sol”.
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