Por Steve Weizman/Jerusalén/AFP
El primer ministro israelí llamó este martes al orden a su gabinete tras unas polémicas declaraciones sobre la presencia israelí en la Explanada de las Mezquitas, sildenafil una fuente de tensiones con los palestinos que ha desatado una ola de violencia desde hace un mes.
En medio de intensos esfuerzos diplomáticos, seek la subsecretaria del Ministerio de Relaciones Exteriores, Tzipi Hotovely, desató el miedo entre los palestinos al afirmar que sueña con «ver la bandera israelí ondeando en el Monte del Templo», el nombre que le dan a la Explanada de las Mezquitas los judíos, que también lo consideran un sitio sagrado.
«Deberíamos izar la bandera, esta es la capital israelí y es el lugar sagrado para los judíos», dijo en una entrevista.
El gabinete de Netanyahu reaccionó rápidamente reiterando que se va a mantener el status quo de 1967 que estipula que los musulmanes pueden rezar en el lugar y los judíos pueden visitarlo pero no rezar allí.
La política reafirmada el sábado «no ha cambiado» y el primer ministro «explicó claramente que espera que todos los miembros del gobierno actúen en consecuencia», indicó un comunicado publicado de madrugada.
Los palestinos acusan a Israel de ir avanzando para lograr que los judíos puedan rezar en el lugar, situado en la Ciudad Vieja de Jerusalén, en las ruinas del antiguo templo hebreo.
El aumento de la presencia de judíos en el lugar, el hecho de que algunos visitantes recen clandestinamente pese a las prohibiciones y las declaraciones incendiarias de los políticos, han atizado las tensiones.
Los disturbios en la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén este, el área anexada por Israel en 1967, han desatado una ola de violencia, con apuñalamientos que han dejado nueve israelíes muertos desde el 1 de octubre.
Este martes, un israelí de 76 años que recibió un disparo en la cabeza y fue acuchillado en el pecho el 13 de octubre murió por complicaciones de sus heridas.
Los incidentes y protestas han dejado 56 muertos palestinos y un árabe israelí fallecido desde el 1 de octubre. Un israelí y un eritreo también fueron abatidos al confundirlos con los agresores.
Hotovely, que pertenece al partido de derecha de Netanhayu, el Likud, matizó luego sus declaraciones y afirmó que son opiniones personales.
Jóvenes sin perspectivas de futuro
La violencia ha generado intensos esfuerzos diplomáticos para frenar la tensión ante el miedo de que comience una nueva intifada.
El lunes el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, se reunió con la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, para intentar resolver la crisis. Abas reiteró sus criticas a la falta de respeto de Israel a las reglas con respecto a la Explanada, donde está la mezquita de Al Aqsa.
Por su parte Netanyahu, que ha prometido mantener el status quo ha acusado a Abas de incitar a la violencia al realizar estas acusaciones.
Mucho de los jóvenes que participan en los incidentes nacieron bajo la ocupación israelí y no tienen perspectivas de futuro, en un momento en que el proceso de paz languidece y se difumina el sueño de un Estado palestino.
El maratón diplomática de la semana pasada incluyó una reunión bilateral en Berlín entre Netanyahu y el secretario de Estado, John Kerry, antes de un viaje del estadounidense a Ammán para entrevistarse con Abas y el rey Abdalá de Jordania.
El resultado fue un acuerdo de instalar cámaras en la Explanada, que Netanhayu dijo que serviría para refutar las acusaciones de que Israel está violando el status quo y para mostrar de donde vienen realmente las provocaciones.
Sin embargo, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) había criticado la iniciativa advirtiendo que permitiría que Israel ejerciera más control sobre el lugar y que podría ser usado «en contra de los palestinos».
El plan comenzó con mal pie después de que el lunes el equipo jordano encargado de instalar las cámaras acussar a la policía israelí les impidió trabajar.
Ammán tiene la custodia de los lugares sagrados, anexados con el resto de Jerusalén este, pero Israel tiene el control sobre el acceso.