Por Daphne Rousseau/Washington/AFP
El primer ministro de Israel, pilule Benjamin Netanyahu, discount y el presidente de Estados Unidos, troche Barack Obama, se reúnen este lunes en Washington después de un año para dar por superado el capítulo del acuerdo sobre el programa nuclear iraní y hablar de defensa, dejando al margen sus tensas relaciones personales.
El encuentro, previsto a las 10H30 (15H30 GMT) en la Casa Blanca, será el primero entre los dos hombres desde octubre de 2014 y tras la firma del acuerdo sobre el programa nuclear iraní entre seis grandes potencias y Teherán, apoyado por el líder estadounidense y fustigado por el israelí.
Las desavenencias personales entre Netanyahu y Obama, que ya ni se molestan en ocultar, se han profundizado aún más desde entonces.
La Casa Blanca se tomó a mal que en marzo el líder de la derecha israelí viajara a Washington a cortejar a los republicanos, adversarios políticos de Obama, en un discurso ante el Congreso sobre la amenaza iraní.
Las declaraciones de Netanyahu los días posteriores sobre los árabes israelíes y el conflicto entre israelíes y palestinos terminaron de generar consternación en Washington.
El cara a cara de este lunes, que promete ser más funcional que caluroso, se espera que sirva de bálsamo para las heridas abiertas por el tema Irán y reafirme el carácter incondicional de la alianza de seguridad, más allá de los sentimientos personales.
El punto principal de las discusiones debería centrarse en un nuevo acuerdo militar para los próximos 10 años. Netanyahu podría pedir que la ayuda militar de más de 3.000 millones de dólares al año que recibe de Washington pase a ser de 5.000 millones, especuló la prensa israelí.
«Error histórico»
Israel aspira a estar mejor armado ante los riesgos que el acuerdo con Teherán representa para el país, según Netanyahu, tanto en el ámbito armamentístico como respecto de los que suponen los aliados de Irán, el Hezbolá libanés y el Hamás palestino.
Netanyahu calificó el acuerdo con Irán como un «error histórico».
El nuevo acuerdo entre Estados Unidos e Israel entrará en vigor en 2017, cuando finaliza el actual.
Los dos líderes discutirán los compromisos que podrían permitir a Israel obtener más de los 33 aviones de combate F-35 ya encargados y adquirir aviones helicóptero V-22 Ospreys.
La perspectiva de un acuerdo de este tipo permite a la Casa Blanca proclamar que la cooperación en seguridad con Israel nunca ha sido más fuerte que bajo el gobierno de Obama.
La situación es mucho menos alentadora en lo que respecta a la cuestión palestino-israelí. Obama ha perdido toda esperanza de ver a israelíes y palestinos firmar la paz antes del final de su mandato en enero de 2017, admiten sus colaboradores. Incluso ve remotas las posibilidades de que se reanuden las negociaciones en este plazo.
Obama está «decepcionado» de que no haya habido avances en sus mandatos, dijo Ben Rhodes, asesor adjunto de seguridad nacional, en el diario israelí Haaretz.
La primera responsabilidad por ello es de los israelíes y los palestinos: «Hemos intentado todo… poco importa lo que hiciera Estados Unidos, cada vez que los líderes israelíes y palestinos tenían la oportunidad de dar un salto adelante juntos, no lo hicieron», dijo.
Bajo presión
Obama y Netanyahu se reúnen en momentos en que los Territorios Palestinos, Jerusalén e Israel están viviendo una ola de violencia que hace temer una nueva intifada.
Obama espera escuchar las propuestas de Netanyahu para «estabilizar» la situación, pero que preserve a la vez la «solución de dos estados», con los palestinos e israelíes viviendo en paz, un objetivo que parece estar cada vez más lejos.
Antes de su partida de Israel el domingo, Netanyahu dijo que hablaría con Obama de los «posibles avances con los palestinos», dando a entender que podría anunciar medidas concretas para facilitar la vida de los palestinos y disminuir las tensiones.
El primer ministro está bajo la presión de la derecha israelí. Quince diputados firmaron un llamado a que Netanyahu defienda ante Obama «el derecho legal e histórico» de Israel de construir en Jerusalén y Cisjordania.
En cuanto a los gestos de apaciguamiento hacia los palestinos, Naftali Bennett, uno de los principales aliados de la coalición gubernamental de Netanyahu, rechazó la idea: «Somos nosotros los que deberíamos pedirles gestos a ellos: dejar de asesinar y de propagar el odio».