San Petersburgo/Rusia/AFP
No tardaron en encontrarse. Fue ya en la primera parte, cuando Neymar tomó el balón por la izquierda y arrancó volando hacia Keylor Navas. Sin titubear, el costarricense salió directo a bloquearle el tiro. No sería el último.
El duelo entre el eléctrico atacante brasileño y el arquero del Real Madrid acabó del lado de ‘Ney’, pero al filo del reloj: con el gol más tardío de la historia de los Mundiales (90+7).
Una nueva marca para la brillante carrera del jugador más caro del mundo, aunque puede que esta no la hubiera querido. Seguramente hubiera preferido que ese tanto catártico que después le llevaría a un llanto de emoción descontrolada hubiera llegado tras aquel primer cara a cara.
Por entonces, todavía corría el minuto 27, la defensa de Costa Rica era una roca y los 1,85 m de este arquero de gesto serio y nervios de acero parecían el doble.
La presión del fracaso, de unirse al club de gigantes en desgracia donde ya espera Argentina y en el que Alemania pasó la semana, le cortaba el aire a la Canarinha, que tanto luchó durante cuatro años por salir de aquel agujero.
Pero también asfixiaba a Neymar. Pese a los intentos de Tite, todo en Brasil acaba orbitando alrededor de su estrella y, aunque él trate de desviar la atención hacia sus peinados, no tardaría en demostrar hasta qué punto le afectaron las críticas por el decepcionante estreno contra Suiza (1-1).
Tanto que le hicieron desplomarse en el campo llorando desconsolado tras el pitazo del árbitro.
«Pocos saben lo que pasé para llegar hasta aquí. Hablar, hasta los papagayos hablan, ahora hacer… pocos hacen!!», justificó después desde su cuenta de Instagram.
Él, al menos, lo intentó con insistencia. Todavía lejos de su mejor forma, a Neymar se le vio más entonado que en el debut, aunque aún con problemas para controlar unos nervios que le costaron una amarilla y poco acierto en sus elecciones.
Hasta seis veces disparó al arco de un Navas soberbio. A este portero firme de 31 años y tres Champions ganadas lo mismo le da que en su club le estén buscando perpetuamente sustituto o que los rumores que salen de la convulsa concentración tica en Rusia le acusen de ser un divo.
Navas va a lo suyo, que es detener balones, y gracias a él Costa Rica se mantuvo aferrada 90 minutos al hilo de vida que le unía a Rusia. Ni uno más.
«Logramos minimizar a Brasil durante casi 91 minutos. Sabemos de su calidad y de los recambios, pero creo que fue un buen esfuerzo. Es muy lamentable perder en el tiempo de descuento», valoró después el seleccionador Óscar Ramírez.
Gran parte de la resistencia la puso el ‘Halcón’, que le repelió todos los intentos a Neymar y compañía (fueron siete atajadas directas, según las estadísticas de la FIFA), sin darle un segundo de protagonismo a Alisson, el joven portero de Brasil al que algunos medios españoles señalan como su próximo competidor en el Real Madrid.
«Lo que pasaba en el segundo tiempo no era posible, todo lo que estábamos haciendo y no lográbamos marcar gol. Navas lo sacaba todo, ¡era increíble!», contó en la sala de prensa Tite, para explicar de dónde venía el extásis que le hizo perder el equilibrio y rodar por el suelo al celebrar el gol de Philippe Coutinho.
Al final, el disparo del centrocampista del Barça acabó colándose entre las piernas de Navas en el 90+1, Costa Rica yéndose del Mundial y Neymar logrando después su ansiado tanto, que le empata con Romario como el cuarto mayor goleador de la historia de la Canarinha.
Pero tuvo que esperar hasta el 90+7.