@arpassv
Terminado el espectáculo mediático que fue la elección de las nuevas autoridades de ARENA, y que los medios conservadores caracterizaron como un auténtico ejercicio de democracia interna y la llamaban “fiesta democrática arenera”, es necesario revisar si realmente fue un proceso democrático y si representa una verdadera renovación del partido opositor, que fue el argumento pregonado por sus apologistas.
De entrada existe un elemento relevante que desvirtúa el supuesto carácter democrático de la elección: la poca representatividad. La planilla ganadora encabezada por Mauricio Interiano obtuvo 6,050 votos, que son aproximadamente el 45% de los 13,079 que votaron, el 21% de los 28,575 empadronados, el 0.85% de los 700,000 militantes que ARENA dice tener y el 0.45% de 1,489,451 de votantes del ex candidato presidencial Norman Quijano en las elecciones de 2014.
Otro elemento importante que desdice cualquier pizca democrática del proceso es la imposición de los intereses de las élites oligárquicas que financian a ARENA, sobre la posibilidad real de las bases para elegir a su dirigencia. Según El Faro, la competencia entre los dos candidatos más fuertes fue realmente una disputa entre los grupos empresariales que apoyaban a Mauricio Interiano y los que preferían a Edwin Zamora.
Según el referido semanario digital, Interiano era el candidato de las oligárquicas familias Regalado, Dueñas y Kriete, el grupo Callejas y del ex presidente Alfredo Cristiani; mientras que Zamora contaba con el respaldo de los poderosos grupos Poma y Simán. A la imposición de las facciones oligárquicas se suma la influencia de ex presidentes de la república y fundadores de ARENA.
Y, en relación a la renovación, llama la atención que tanto Interiano como Zamora, supuestas “caras nuevas”, presentaron planillas llenas de caras viejas, desgastadas y desprestigiadas. Por ejemplo, Interiano incluyó al fundador Eduardo Barrientos, diputados como Ernesto Muyshond y Carlos Reyes, al ex magistrado del TSE Selim Alabí y a Rolando Alvarenga, ex secretario jurídico de la presidencia de Francisco Flores.
Pero lo fundamental de la renovación partidaria es la actualización del imaginario político y la viabiliad del proyecto económico. Y aquí es donde menos señales de renovación manda la nueva cúpula de ARENA: el principal partido de derecha no renuncia a su anquilosada visión anticomunista de la época de la guerra fría y sigue reivindicando el fracasado modelo neoliberal causante de los altos niveles de exclusión económica, desigualdad social y deterioro ambiental que agobian al país.
En lo inmediato, el nuevo COENA seguirá en la perversa estrategia de asfixiar financieramente al gobierno, sin importar los graves daños que esto causa al país. Ojalá que las organizaciones progresistas y todos los sectores democráticos presionen para derrotar este diabólico plan.