Esteli / AFP
Blanca Morel
En medio de hileras de plantas de color verde brillante en el noroeste de Nicaragua, los trabajadores cosechan con esmero el tabaco, una «planta maravillosa» de la que provienen afamados puros que hacen del país centroamericano una nueva potencia de este mercado.
De diciembre a mayo, centenares de trabajadores trajinan por los campos de Estelí, una ciudad de 110.000 habitantes situada a 800 metros de altitud, para recolectar y clasificar las hojas de tabaco que después mujeres cuelgan por miles para su secado.
Estelí es la cuna de la industria tabacalera en Nicaragua. Más de 42.000 personas trabajan en plantaciones, secadoras, centros de tratamiento y fábricas de cigarros. Recientemente, la producción nicaragüense se extendió hacia el norte, en Jalapa y Condega, y el sur, en las laderas de Ometepe, la isla más grande del lago Cocibolca.
«Nadie tiene los suelos que tiene Nicaragua para el tabaco», con sus tierras volcánicas, dice entre dos bocanadas de humo de puro Néstor Plasencia, vicepresidente de Plasencia Cigar, uno de los principales exportadores del país.
A diferencia de Cuba, la industria del puro en Nicaragua se remonta a medio siglo, después de que empresarios de la isla emigraran huyendo de la revolución castrista de 1959.
«Mi familia comenzó en el tabaco en Cuba en 1865 y hoy tenemos operaciones en Honduras y Nicaragua», recuerda Plasencia.
La empresa familiar, que exporta 15 millones de puros al año a Estados Unidos, tiene dos fábricas en Nicaragua, donde el fin de la guerra civil en 1991 permitió el despegue de esta industria.
– El saber hacer cubano –
Principalmente montadas con capital de descendientes de cubanos aunque también con inversores griegos, italianos y canadienses, en las 70 fábricas de puros de Nicaragua se producen más de 5.000 marcas, explica el director de la Cámara Nicaragüense de Tabacaleros, Wenceslao Castillo.
En algunas granjas, «la siembra está mecanizada con tractores, hay estudios permanentes del suelo, estaciones meteorológicas y se da prioridad a los empleados para que tengan la mejor capacitación».
Los cubanos transmitieron a los nicaragüenses el conocimiento necesario para la fabricación de puros hechos a mano, técnica que le dio su reputación a los habanos.
Desde la plantación hasta la comercialización, el proceso tiene 539 etapas, incluidos los constantes controles de calidad.
Karina Rivera prueba un promedio de ocho cigarros por día en la sala de control de una planta de Plasencia Cigars. «Si me doy cuenta de que este no tiene el nivel de calidad exigido por los clientes, informo de inmediato», explica la mujer, que trabaja en este sector desde hace 22 años.
En 2018, Nicaragua exportó 140 millones de puros a Estados Unidos, superando por tercer año consecutivo a República Dominicana (95 millones) y Honduras (75 millones), según cifras de la Cigar Association of America (CAA) dadas por Castillo.
La ventas de puros nicaragüenses aumentaron un 40% desde 2008 a Estados Unidos, un mercado vetado a los cubanos por el embargo impuesto a la isla desde 1962.
– Fermentación y envejecimiento –
«La fortaleza del tabaco nicaragüense es la consistencia que nosotros tenemos en la calidad», lo que ha permitido que «seamos el principal exportador de puros premium a Estados Unidos», destaca Castillo.
De las diez mejores marcas de cigarros en el ránking del año pasado de la revista comercial estadounidense «Cigar Aficionado», seis eran nicaragüenses. En cuanto al «Mejor cigarro del año», el «E. Carillo Encore majestic», se fabrica en República Dominicana pero «solo con tabaco nicaragüense», dice la revista.
Más difícil lo tiene Nicaragua para penetrar en el mercado europeo, claramente dominado por los puros cubanos. Aun así, la revista francesa «L’amateur de cigares» colocó en segunda posición un puro 100% nicaragüense en su lista de 2019 de cigarros no cubanos.
«Creemos que entre el 60% y el 70% del éxito se debe a la forma en que se seca el tabaco y al tiempo que se gasta en la fermentación y el envejecimiento; no apresuramos las cosas», dice Castillo.
Plasencia lo confirma: «La trilogía del éxito es el suelo, el microclima y la gente, el cuidado que ponen en su trabajo».
La industria del cigarro es uno de los pocos sectores que ha sobrevivido a las turbulencias políticas y económicas que sacuden Nicaragua desde hace más de un año. Al menos 325 personas han muerto durante la represión de las protestas contra el gobierno.
La crisis envió a más de 60.000 nicaragüenses al exilio y hundió la economía un 3,8% en 2018, rompiendo un crecimiento medio anual del 5,1% desde 2010, según datos del Banco Central. Además 400.000 personas se quedaron sin trabajo, según cifras del sector privado.
«Si no existieran estas fábricas (de puros), Estelí seguramente estaría desierta», dice a la AFP Silvia Moreno, de 43 años, quien ha trabajado durante 21 años en la producción de cigarros.