Por Carlos Mandujano/Luis Jaime Cisneros
Lima/AFP
El fenómeno climático El Niño, que golpea desde hace semanas la costa de Perú, desató su furia sobre Lima dejando miles de personas aisladas en barrios inundados por el desborde de ríos, carreteras cortadas y amenazando con que la capital se quede sin agua potable.
Las fuertes lluvias, provocadas por el sobrecalentamiento de las aguas del océano Pacífico en el norte de Perú y la ausencia de vientos desde Ecuador, han causado desde enero al menos 65 muertos en todo el país, 72.115 damnificados y 567.551 afectados
Lima y sus 10 millones de habitantes amanecieron sumidos en un caos nunca visto por los aludes de piedras con lodo y la crecida de hasta cinco ríos.
El derrumbe de cerros también bloquearon tramos de la carretera central, la principal vía que conecta el centro del país con Lima, y destrozaron partes de la línea férrea por la que se trasladan los minerales de las minas al puerto del Callao. La minería es el motor de la economía peruana.
«Es una situación difícil, no hay duda, tenemos los recursos» para enfrentarla, dijo el presidente Pedro Pablo Kuczynski, quien adelantó que evalúa declarar el estado de emergencia en más de 15 de los 43 distritos de Lima.
El mandatario estableció sin embargo el estado de emergencia en la carretera que conecta la capital con el país, indicando que «el gobierno explorará otras alternativas» de acceso terrestre.
El gobierno anunció por otro lado este viernes que destinará 2.500 millones de soles (unos 760 millones de dólares) para reconstruir las zonas afectadas en todo el país.
65 muertos
Las autoridades elevaron el viernes a 65 el total de muertos en el país, tras contabilizar tres fallecidos en un álud que cayó durante la madrugada en la provincia de Otuzco, en la región La Libertad (norte).
El vocero del Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN), general Jorge Chávez, señaló que los cuerpos fueron recuperados de entre el lodo que cubrió cuatro vehículos que transitaban por una carretera local.
Otras dos personas fueron dadas como desaparecidas tras ser arrastradas por las aguas en ese incidente.
El COEN también actualizó en 72.115 la cifra de damnificados (personas que han perdido parte o la totalidad de su vivienda) y en 567.551 el número de afectados (han sufrido daños menores) por los temporales registrados en lo que va de año en Perú.
Ante esta situación, el presidente Kuczynski es criticado por la oposición por no declarar la emergencia a nivel nacional, al tiempo que enfrenta pedidos para renunciar a que Lima albergue los Juegos Panamericanos de 2019 con el fin de destinar más recursos a los damnificados.
Calles convertidas en ríos
Lima despertó con una imagen nunca vista: las lluvias aislaron a miles de vecinos de los barrios del cinturón industrial, algunos de los cuales abrieron los ojos con el agua a la cintura, como ocurrió en las zonas de Huachipa y Carapongo (este).
Muchos se vieron obligados a hacer cadenas humanas para poder cruzar las calles, convertidas en ríos barrosos por los desbordes.
Los bomberos y la policía pudieron evacuar a cientos de personas usando poleas desde los techos de las viviendas.
Frank Luis Limache, un residente de Huachipa de 29 años, informó al diario El Comercio que permanecía aislado con más de 30 personas.
«Ayúdennos por favor, estamos atrapados y no comemos desde anoche», indicó.
La fuerza del río Rimac ya derribó el jueves un inmenso puente peatonal de Lima que une los distritos de El Agustino con San Juan de Lurigancho.
En el distrito de Punta Hermosa, una humilde mujer de 32 años que sobrevivió el miércoles a una avalancha de lodo que la arrastraba junto a vacas, se convirtió en símbolo del drama que vive Perú por las fuertes lluvias.
La capital de Perú también hace frente a una severa restricción de agua potable que afecta a casi toda la ciudad, abocada a un alto riesgo de desabastecimiento debido a la turbidez de los ríos, advirtió la empresa pública de agua Servicios de Agua Potable de Lima (SEDAPAL).
La situación provocó que, temerosos de quedarse sin agua, cientos de vecinos de barrios populosos se agolparan en las piletas públicas e hicieran largas colas para recoger agua de camiones que la distribuían gratis, mientras que en los comercios se desató una frenética compra de botellas de agua.