México / AFP
Miguel Bravo
Dhana tiene apenas cinco años y en su corta vida la escasez de medicinas para combatir su leucemia linfoblástica aguda ha sido una constante.
Primero en la clínica gubernamental en su natal Chiapas (sur) y ahora en el Hospital Infantil Federico Gómez de Ciudad de México, donde sus quimioterapias se han vuelto intermitentes desde hace meses. La medicinas faltaron en septiembre y octubre de 2018, luego en febrero y agosto de 2019.
Según el gobierno mexicano, la falta de medicamentos obedece en parte a la cruzada contra la corrupción del presidente Andrés Manuel López Obrador para evitar el desvío de recursos en el sector de la salud.
A ello se sumó la falta de insumos en el extranjero para producir los medicamentos y la decisión de las autoridades sanitarias de cerrar siete plantas de la distribuidora más importante de metotrexato, una de las medicinas utilizadas en el tratamiento del cáncer.
Aunque el gobierno prometió resolver el problema del desabastecimiento, eso aún no sucede.
«El nuevo gobierno se comprometió a que la interrupción de los tratamientos no volvería a ocurrir. Eso no pasó», explica a la AFP el padre de Dhana, Israel Rivas. En enero comenzó otra crisis y «no hubo ni una sola quimioterapia», agrega.
Desde entonces, padres que luchan contrarreloj para preservar la salud de sus hijos comenzaron a contactar a Rivas para exponer la escasez en hospitales públicos de todo el país.
A diario recibe mensajes de Tijuana (norte), Oaxaca (sur), Puebla (centro), Mérida (este), Guadalajara (oeste), Minatitlán (sur), Acapulco (sur), entre otras ciudades.
Afuera de Ciudad de México la situación empeora: los fármacos dejaron de suministrarse totalmente o tienen que dividirse entre varios pacientes para que, al menos, no interrumpan su tratamiento.
Para Crisanto Flores, papá de Cristal, una niña de tres años enferma de un cáncer que le afecta los ojos, cortar su medicación no es opción. Hace poco más de un año, y con pocos recursos, se mudó al Estado de México para que su única hija fuera atendida en la capital del país.
El cáncer ya le arrebató a Cristal uno de sus ojos y Flores no permitirá que la falta de medicinas la quite de nada más.
Según cifras de la secretaría de Salud, México registra cada año 7.000 casos nuevos de cáncer infantil. Si obtienen el tratamiento completo a tiempo, un 57,5% de ellos puede sobrevivir.
A sus cuatro años, Hermes Soto está a dos meses de vencer al cáncer, por eso su madre, Esperanza Paz, pide que en ese periodo no falten medicamentos para salir pronto de este mal sueño.
«A nosotros solamente nos faltan tres ciclos de quimioterapia, el lunes, recibiremos el antepenúltimo», comenta.
– «El cáncer no espera» –
Emmanuel García, en Baja California (norte), y Alejandro Barbosa, en Jalisco (oeste), viven a más de 1.900 kilómetros de distancia, pero ambos tienen una misión común: conseguir medicinas para los niños en sus respectivos estados. «El cáncer no espera a nadie», advierte García.
«Compramos los medicamentos a distribuidores certificados por el gobierno que los traen del extranjero y nos sale carísimo», explica Barbosa, miembro del grupo de payasos de hospital Nariz Roja.
El costo de la vincristina, una de las sustancias más utilizadas en quimioterapias, se disparó ante la escasez. En menos de un año, aumentó más de un 400%, de unos 440 pesos (24 dólares) a más de 2.220 (118 dólares).
García explica que a los niños de Tijuana, ciudad fronteriza con Estados Unidos, se les «cerró la llave» en diciembre pasado.
Aunque ahora los niños gozan de un respiro gracias a una donación local, el activista no se conforma y prepara una protesta en la frontera.
«Me preguntan que, si ya no falta medicina en Baja California, por qué decimos que cerraremos la línea (paso fronterizo entre México y Estados Unidos). Yo les respondo: ¿y los niños del sur de México?», reflexiona García.
– Escasez que no cesa –
Un colectivo de padres de niños con cáncer cerró el 22 de enero el acceso al aeropuerto de Ciudad de México, el mayor del país, para presionar al gobierno para que se entregaran fármacos para sus hijos.
Un día después, López Obrador culpó de esto al antiguo modelo gubernamental de compras, que según él, estaba lleno de corrupción.
«No hay (falta de medicamentos), en el caso de los niños de cáncer, y no va a haber nunca (…) aunque los tengamos que comprar en otros países del mundo, tenemos presupuesto suficiente», prometió el mandatario mexicano.
Tres semanas después, la promesa no se ha cumplido en Mérida, capital del estado de Yucatán (sureste). Flor González, madre de una niña con cáncer, asegura que hace seis meses comenzaron a faltar «uno o dos fármacos», pero en febrero el número subió a casi una docena.
«El tratamiento oncológico de los niños es de esquemas de tres a cinco medicamentos. Prácticamente les aplican lo que hay», explica.
Ante estos problemas, el gobierno de México se comprometió a que esta semana quedaría resuelta la crisis de fármacos; sin embargo, los padres desconfían de esta promesa ya que en dos ocasiones anteriores les dijeron lo mismo.
«Les vamos a dar el último voto de confianza», lanza Israel Rivas, quien advierte que de no ser así continuarán las protestas en todo el país.
En México existen más de 26,4 millones de niños sin acceso a seguridad social. Estos menores acceden a tratamientos a través de programas gubernamentales sin minar la economía familiar.
Por eso, padres con niños que reciben quimioterapia como Rivas, Flores, González y Paz exigen al gobierno no solo garantizar el abastecimiento de medicinas, sino que este episodio no se repita. Sus secuelas, sin embargo, solo el tiempo las revelará.