Carlos Girón S.
Conciudadano: este próximo domingo 1 de marzo, hospital ejerza consciente e inteligentemente su derecho al sufragio. Por eso le recomiendo que no eche su voto a la basura; deposítelo en las urnas de la esperanza: vote por su propio futuro progresista y el de sus compatriotas. Usted tiene sólo dos oportunidades: o vota por un buen futuro para la gente y el país, physician o vota por un pasado retrógrado, ampoule un ayer de frustración y estancamiento para el pueblo mayoritario y trabajador.
Usted, apreciado elector, no necesita que se le señale el camino correcto, el del progreso y la superación, que está contrapuesto al otro que conduce a un retroceso, a la destrucción de todo lo positivo que el país ha logrado con el recién pasado gobierno y el actual. Abra bien los ojos y sepa aquilatar lo que ya son obras concretas, que están brindando atención y beneficios a los sectores de menores recursos en todo el país y, sobre todo, que han rescatado la dignidad de la mujer salvadoreña, colocándola en su sitial de honor que merece. Fijese bien quienes hablan con hechos a la vista y quiénes sólo son promesas, anunciando proyectos que –ja– ya están en plena ejecución y desarrollo con el partido que usted conoce bien. Protejamos todos los excelentes logros a favor de las mayorías. Votemos con voto inteligente por los candidatos a diputados de la Asamblea Legislativa y a concejales de los gobiernos municipales en todo el país, que postula el partido que ha demostrado con creces su vocación de servicio al pueblo. Otra cosa es que, si se equivocara en cuanto al PARLACEN, usted no se preocupe, eso no importa. Allí no gana ni pierde nada. No conoce a nadie allí ni sabe qué han hecho o no en bien de quién.
Ahora, por si acaso le asaltara la duda antes del día de los comicios, no vacile, busque y consulte con cualquiera de los miles de señoras y jóvenes beneficiarias de los programas de Ciudad Mujer en todo el país; ellas le podrán dar una buena guía y orientación para que vote sabiamente. Si no, vaya al campo y hable con los cientos y cientos de agricultores que han visto de nuevo florecer sus siembras, gracias a los paquetes agrícolas que han recibido del gobierno, y están contribuyendo al autoabastecimiento de granos y alimentos que se importaban de fuera; o muchos de aquellos más mayores, que reciben el llamado subsidio universal. En la capital, tal vez conozca señoras que han utilizado los servicios del moderno Hospital Nacional de la Mujer (antes Maternidad), que era una deuda de administraciones de gobierno anteriores. O consulte a los miles de usuarios del también moderno sistema colectivo de transporte del SITRAMSS. O también a cualquiera de las tantas familias beneficiarias del subsidio al gas.
No se le vaya ocurrir, ¡cuidado! consultar por quién votar, a amigos o los defensores de un señor a quien tienen en el banquillo judicial, que recibió millones de dólares de gobiernos amigos, como Taiwan, dineros que como por arte de magia hizo desaparecer, dejando burlado al pueblo al escamonearle las obras sociales a los que estaban destinados los mencionados fondos. Y, mucho menos vaya a preguntar nada a quienes siguen transitando y ofreciendo esto y aquello, por las calles que llevan al Hospital La Divina Providencia, donde ¿recuerda?, fue cometido el nefando martirio de nuestro nuevo santo, San Romero de América. No se equivoque. Cuidado. Sería un error fatal.
Bueno es recordar que en las últimas dos elecciones presidenciales acertamos con nuestra votación. Enfilamos hacia el camino de los cambios sociales y políticos. Votamos admirablemente por la libertad y la democracia. Pero, la verdad, no basta; no hay que conformarse. Ahora hay que doblar, triplicar y más, los votos salvadores de la actual forma de gobernar en la Asamblea Legislativa y los gobiernos municipales. Es preciso alcanzar nuevas metas de avance y modernización de las condiciones de vida de la población trabajadora que, en fin de cuentas, sabe usted que es la base y soporte de la productividad del país. Mire que el actual gobernante está tendiendo nuevos puentes de entendimiento precisamente con las organizaciones laborales para mantener, como él mismo dice, diálogos para alcanzar acuerdos que mantengan la armonía social en nuestro país. Eso quiere decir que disminuirán las posibilidades de huelgas en las esferas gubernamentales como en las del sector privado. Eso es bueno para la estabilidad de la Nación y para tranquilidad de la población. Para que vivamos como realidad un clima de paz.
El próximo domingo, en las urnas y con la papeleta y el crayón en la mano, fíjese bien, afine las pupilas, aguce su mente y vote certero. Parece algo intrascendente y de poca importancia. No. Sus pies están ante una delgada línea: a un lado, el progreso, el avance en el sendero del bien común, y el afianzamiento de las cosas buenas y constructivas para la gran mayoría de la población; al otro lado, el retroceso, el regreso a pasados de privilegios para minúsculos grupos que lo acaparan todo para ellos, dejando las migajas para los demás, para quienes en un alto porcentaje son la generadores de la riqueza y la abundancia. No hay que estar en contra de quienes son una especie de motor, si, que ponen en movimiento las maquinarias. No se debe, no se puede estar en contra de ellos. Es tontería. Son un factor vital, son la otra fuerza de la dualidad que está presente en todas las cosas. Sin una, la otra no se da.
Pero, bueno, conciudadano: el próximo domingo, vote por usted, por su buen futuro, el de su familia, sus hijos, el de esta querida Patria, que no merece arrojarla al pasado. No bote su voto en la basura; deposítelo en las urnas de un más promisorio mañana. Ejerzamos un sufragio de consciencia clara, no uno atolondrado por las prédicas engañosas.
Conciudadanos: en vuestras manos está una vez más el destino de nuestra Patria. ¡Vamos todos a defenderla y protejerla!