Caralvá
Fundador
Suplemento Tres mil
Hace algunos años en el Bicentenario del Primer Grito de Independencia 1811-2011 la Universidad Tecnológica de El Salvador (UTEC) convocó a un concurso de historiadores nacionales y centroamericanos residentes en El Salvador (52 trabajos), participé con mi ensayo: El Salvador Insurgente 1811-1821 Centroamérica que fue seleccionado entre los ganadores, existió una solemne ceremonia para recibir el premio, aún tengo presente los aportes que se hicieron al conocimiento centroamericano, puesto que debemos recordar que el movimiento revolucionario de 1811 solo aconteció en nuestra nación; ello viene a cuenta porque existió una negociación entre los criollos americanos y los peninsulares en los incidentes de 1811, con un indulto publicado el 10 de marzo de 1812, excepto para quienes cometieron hechos delictivos, ejemplo: Don Antonio Marure y los revolucionarios granadinos algunos remitidos a España (ES Insurgente pág. 133), además el caso de “el Negro” Agustín Alvarado, le acumularon 10 años y fue entregado a un amo (ES Insurgente pág. 228); el siguiente evento insurreccional acontece en 1814 de nuevo los implicados fueron indultados el 27 de noviembre de 1817, así la construcción de la historia es un evento de legalidad e ilegalidad, incluso el olvido es un instrumento político como el caso de Faustino Analla y Gregorio T insurgentes fallecidos en el evento insurreccional. Si avanzamos en la historia nacional repararíamos en el inconcluso evento de 1932, ese etnocidio, el mayor en el siglo XX en el continente americano, no existe hasta la fecha justicia solo olvido, la memoria prevalece latente como una pequeña consciencia que grita en libros y genes de los sobrevivientes, en general nosotros. Nuestra historia es un conjunto de olvido sin memoria y ciega ante el futuro.
En el caso de la derogación de la Amnistía de 1993 (13JUL016), es la memoria la que toma su papel estelar en el siglo XXI, pero es un olvido de justicia del siglo XX, en concreto existe el hurto del recuerdo, se tiende un velo de oscuridad sobre la violencia contra muchos inocentes, quizás no existe una nación, sino varias ocultas que no recuerdan su identidad; no se trata de condenar a unos y absolver a otros, en el fondo es la lectura de la legalidad e ilegalidad bajo la óptica de una decisión que aún no sabemos las consecuencias, pero dudo que el origen de la violencia e injusticia pueda eliminarse, porque la solución solo podrá ser una refundación de la República, lo cual es una fantasía; no obstante el acontecimiento devela que la Historia no es lineal, tiene ascensos y descensos, avances y retrocesos, en la más eficiente dialéctica histórica; por el momento ya no existe la “nueva legalidad” que ha permitido veintitrés años de la primavera salvadoreña, puesto que se encuentran en disputa jurídica los presuntos implicados de muchos delitos vigentes en este instante.
La historia demuestra que la “violencia es fundacional” que el triunfo de las armas inaugura una República y otros acontecimientos, parece que nuestra violencia no fue suficiente para el umbral absolutorio en la Fundación de una República Democrática, insinúa su lectura que fue un error entregar las armas y reestructurar al Ejército, Estado, esquema democrático etc. Todos parecen culpables excepto los grandes intereses capitalistas, todos tienen el pecado original, pero no así el poderoso caballero don dinero que saldrá intacto de nuevo, sin un rasguño de penalidad y desmemoriado.