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No hay votos nulos

@arpassv

Durante la campaña electoral circularon en redes sociales llamados a anular el voto, healing como señal de rechazo a los partidos y candidatos en contienda. Incluso algunas “mentes brillantes” de la izquierda social y académica, como la economista Julia Evelyn Martínez, fueron pregoneros del voto nulo.

En su artículo “El poder liberador del voto nulo”, publicado en el periódico digital Contrapunto, Martínez confiesa que anuló su voto en los comicios del 2 de febrero y anuncia que hará lo mismo en la cita del 9 de marzo.

Así mismo, la economista de izquierda no duda en recomendar que anulen su voto “quienes todavía se preguntan cómo puede mantenerse la dignidad y la coherencia entre lo que se piensa y lo que se hace, en medio de este maquiavélico juego de tronos que se llama contienda electoral”.

Más allá del trasfondo ético que pueda tener el planteamiento de esta ex funcionaria del actual gobierno, existe un purismo político de peligrosas consecuencias que, para el caso de las pasadas elecciones, significó la imposibilidad de definir el resultado en primera vuelta: los 34 mil votos nulos superan  los 24 mil votos que le faltaron al partido ganador para evitar la segunda vuelta.

El voto nulo, como dice Beatriz Cortez, también columnista de Contrapunto, “contribuye a evadir la responsabilidad por el futuro del país”. Esta afirmación es particularmente cierta en estas elecciones, que son la oportunidad para evitar el regreso del estado patrimonialista y el gobierno corporativo de las élites oligárquicas instaurado en la época de ARENA.

Sin duda, el gobierno del FMLN deja expectativas insatisfechas para sectores progresistas que esperaban cambios estructurales y rupturas definitivas con el modelo neoliberal. Sin embargo, el partido de izquierda ha implementado, entre otras cosas, un proceso inédito de políticas gubernamentales que favorecen a segmentos poblacionales históricamente excluidos por las  administraciones areneras.

Este proceso de cambios es lento y hasta contradictorio porque está condicionado por diversos factores, sobre todo por las complicadas  correlaciones políticas y las a veces incomprendidas concesiones del pragmatismo electoral. Estos factores son ignorados por la ética purista que está detrás de planteamientos políticamente incorrectos como el voto nulo.

Por eso los votos nulos, no son nulos. Son votos que favorecen la posible reversión de los cambios iniciados, la continuación de las estructuras injustas que aún persisten y el eventual retorno de quienes promovieron la indiferencia, la apatía y el desinterés ciudadano por la política como mecanismo para perpetuarse en el poder.

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