Mauricio Vallejo Márquez
Escritor y coordinador
Suplemento Tres mil
Muchos creen que ser escritor es como ser rockstar o algo parecido. Incluso algunos se visten para los recitales con boinas vascas en un país donde ni por cerca se usa ese artículo desde hace más de 30 años (cualquier parecido con la realidad es coincidencia). El atuendo no importa en resumen, cada quien se viste como quiere, así que no se vaya a sentir aludido nadie.
El problema es olvidar que el labor de los escritores es trabajo, trabajo y más trabajo. Eso sin olvidar incluir el estudio y la disciplina, que no dejan de ser divertidos cuando lo hacemos con agrado y ya no se diga fundamentales. Lastima que algunos se olvidan de esa parte y van por el mundo mostrando sus ejercicios o sus exabruptos o qué sé yo, sus escritos. Uno se puede escudar de la inexperiencia, de la edad; aunque hemos recibido consejos y no los hemos escuchado. Ya García Lorca y otros como León Felipe y Ernest Hemingway brindan buenos consejos para los escritores que deciden desconocer las técnicas o incluso las “influencias” literarias. Menudo lío, en realidad, pero cierto. Y el problema es también que se les olvida que tampoco se deben poner las camisas de fuerza de la métrica o de las tendencias literarias que ya explotaron Darío, Vallejo, Neruda, Nervo, Cardenal, Parra, Quevedo, Góngora, Salarrué, Daltón y la lista sigue y sigue. Es increíble que nos olvidemos de la originalidad e incluso hagamos mixturas de tendencias o que sé yo, combinaciones de técnicas sólo para salir del paso y ser publicados.
El escritor no escribe para que lo conozcan, aunque sí para que lean sus escritos. Si no se nos priva de buenas lecturas y no tendríamos a Poud, Kafka, Cervantes, Salarrué, etcétera y etcétera. Pero no deben rayar en la vanidad, en la prepotencia, porque entonces sólo obtienen una gloria pasajera, que se irá con la noche o con los días, ya no se diga con los años.
Para durar en el mundo literario no basta con tener el nombre en un libro, sino con un estilo propio que logre hacer al lector su amigo, su hermano. En otras palabras que el lector se abrace con uno, y es la parte difícil. Muchos logran cierto reconocimiento momentáneo, quizá por una buena imagen, un buen ritmo, un buen amigo, y un buen… En fin si elaboramos estadísticas de los autores modernistas podemos notar que de los sobrevivientes son… son… !Darío en la mente de todos! Y así podemos seguir haciendo varias comparaciones al azar, y también recordando al más notable de sus expositores.
Es duro, pero es la realidad. Un poema no es una canción de moda, es una copla para ser eterna. Así que en mi humilde opinión debemos ser más originales y no andar sólo en búsqueda de la gloria, sino de la eternidad, pero con humildad.