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“No pretendía decorar, sino golpearme psíquicamente a mí mismo” Mauricio Valiente, en Sala Nacional de Exposiciones

 

Tania Primavera

Al siguiente día de inaugurada la muestra de pintura de Mauricio Valiente «Expresionismo de profundis”, acudí a medio día a visitarla, reunida en la Sala Nacional de Exposiciones “Salarrué”, al interior del Parque Cuscatlán de San Salvador.

Quería verlas una a una. Y justamente, es más de lo que imaginaba. Entré y una joven guía me abordó. Conozco al artista, le dije, pero igual, guíame si lo deseas. Le conté que conocí a su mejor amigo Ricardo Aguilar Humano, y que tengo algunas obras de Valiente en la casa. Yo solo escuche de él, yo he escrito de él, aunque no lo pude conocer en persona.

Esta vez, son ochenta obras que se abren al paisaje de mis ojos, gran trabajo artístico que llaman aquí una retrospectiva. Pero, aun así, falta más de conocer de este personaje. Faltaron fotos y atar más hilos sueltos. De cómo estan aquí, de su misterio viajero que las llevó ahí. Pero aquí está él, presente.

Hace años publiqué un relato llamado «Mauricio Valiente, el pintor desconocido”, impulsada por R. Humano, para sacarlo del olvido, ellos se conocieron desde niños y estudiaron en el mismo lugar, el Liceo Santaneco. Ricardo Humano, que también ya murió en octubre 2021, me habló de un ser observador, intenso, único, un verdadero amigo. Fueron esos amigos, los mejores, junto a Rolando Costa, en aquella Santa Ana de los años cuarenta, y cincuenta. En aquellas conversaciones con Humano me dijo: “Mauricio, tenía un carácter silencioso, apartado, meditabundo, pero siempre cordial, compasivo y bondadoso”.

Mauricio Valiente, un artista autodidacta, nació el 7 de abril de 1941, y murió el 2 de enero de 2007. La vida y muerte en una línea. Pero él dejó el destello de su expresión más allá de su tiempo.

En la exposición «Expresionismo de profundis», óleos, tintas, maderas, telas, fueron testigos de su ímpetu. Siento su expresión y su memoria en los colores intensos, obscuros, radiantes amarillos, rojos, sepias, pinturas de grandes y medianos formatos, egos disueltos y sueltos, psiquis, tristeza, destreza, alegría-disfraz-ada, indigentes, tragedia, negro, rojo, verde, sonrisa que esconde, posturas de miedo o a veces alegría. Incluye, La sección de las 22 cartas del tarot, inspiradas en el misticismo egipcio, que fueron anteriormente expuestas en el MUPI, también están en esta exposición.

Él, pinta la otra cara, la otra parte, el lado oculto, no necesariamente con colores puede ser su recuerdo o su destello lo que vio y no vio.

Entonces, fui a verle, al bello parque, a estar con él. Esta muestra, que permanecerá del 21 de septiembre hasta el 31 de octubre de 2023, en la prestigiosa Sala Nacional, me llena de preguntas sin contestar, de intriga.

Aunque, se ha hecho justicia, debido a que, en 1979, a este artista en esa misma sala, se le canceló esta misma exposición y abruptamente, porque fueron retiradas las obras en este mismo lugar, solo habían permanecido dos días. Están firmadas en los años de la década de 1960, y 1970, otras no tienen firma.

Extraordinarias y diversas, van en la misma línea de las que tengo yo: El hombre rojo, y el Lobo estepario, la paleta, los amigos, y otro ser, muy impactantes, nada común. Imagino al artista, con sus expresivos ojos y su ropa de pintor con sus dedos manchando, o trabajando la terracota para las esculturas que hizo. O en sus ratos libros consultando el libro de Edgar Cayce.

Me encontraba viendo paso a paso la muestra junto con la guía, platicamos con voz suave, cuando me encontré con la directora nacional de Museos y Salas de Exposición, Astrid Bahamond, y le pedí darme su opinión de este artista y su obra.

Hablamos largo tiempo, y después me entregó su texto, y otra entrevista que le había hecho Edgardo Quijano en 1979, en esta le responde algunas preguntas con impactantes respuestas. Al leer ese texto, algo que me causó curiosidad fue que lo que dijo: “No pretendía decorar, sino golpearme psíquicamente a mí mismo, produciendo sentimientos que, debido a esta misma angustia, despertaban al hombre autómata, al hombre máquina, al hombre robot, al hombre atrapado en la angustia del diario vivir, del diario sufrir, frente a sus propias circunstancias…”

Concluyo con un fragmento de las impresiones de la Dra. Bahamond: Las obras aluden a una serie de imágenes de la vida oculta del espíritu y de su expresión anímica, con ello, el artista nos confronta sus características composiciones cíclicas que, en consonancia con una práctica simbolista recurrente, entrelaza diversas obras entre sí” … y prosigue “A través de siluetas evanescentes y distorsionadas de sus personajes y desintegración, los grandes contrastes cromáticos, los motivos sacudidos por defectos de un sismo…”.

Visitar y conocer esta exposición, es una de las mejores experiencias sensitivas, de este año, para el arte y la memoria de un artista como es Mauricio Valiente.

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