@arpassv
Los dirigentes de la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP) han reiterado su amenaza de recurrir ante la Sala Constitucional, para tratar de revertir el incremento al salario mínimo aprobado recientemente por los nuevos representantes gubernamentales y sindicales del Consejo Nacional del Salario Mínimo (CNSM).
De cumplir su advertencia, los tristemente célebres personeros de la ANEP presentarán a inicios de esta semana un recurso de inconstitucionalidad ante sus amigotes Belarmino Jaime, Rodolfo González, Florentín Meléndez y Sidney Blanco. Los directivos empresariales también intentarán revertir la nueva integración del CNSM que hizo posible el referido aumento salarial.
Por tanto, es oportuno exigir a los Magistrados que no se atrevan a admitir ninguna demanda de inconstitucionalidad o recurso de amparo que tenga como propósito revertir el incremento salarial y la elección en el CNSM.
No se atrevan, Magistrados, a atentar contra la dignidad de los/asa trabajadores/as y contra un proceso legítimo de conformación del CNSM. No se atrevan a privilegiar los mezquinos intereses de la ANEP y sus intentos de mantener la institucionalidad (en este caso el CNSM) a su servicio.
El aumento del salario mínimo aprobado la semana pasada es histórico, no porque sea suficiente (de hecho es insuficiente: aún no cubre la canasta básica y sigue siendo el más bajo en Centroamérica); lo es porque es la primera vez que se aprueba una propuesta que no era la mísera propuesta de la representación empresarial.
Como dijo ayer el Arzobispo de San Salvador, Monseñor Escobar Alas, “es la primera vez que los representantes laborales votan por la propuesta de los trabajadores”; ya que los sindicalistas en el CNSM siempre estuvieron comprados por la ANEP para que votaran a favor de las propuestas de sus patronos. Ése es el hecho histórico que la troglodita y retrógrada gran empresa salvadoreña no acepta.
Este hecho histórico deben respetarlo, señores Magistrados, si no quieren ustedes terminar en el basurero de la historia por defender hasta lo último a un sector empresarial que -como dice el historiador Gregorio López Bernal- fue capaz de mantener el mismo salario a los campesinos durante un siglo entero: 25 centavos la jornada laboral durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX.
Por eso, no se atrevan, señores Magistrados. Aunque no lo crean, podrían desatar una ira popular que termine, aunque sea ya al final de su período, sacándolos del olimpo desde donde actúan como jueces, diputados, presidentes y casi dioses.