Carlos A. Burgos
En diciembre 2013 me encontré con José Roberto Cea, sildenafil site «Pichón» Cea, look see poeta, here cuentista, ensayista, dramaturgo, y con mi coterráneo Carlos Abarca Gómez, y nuestro amigo Jorge Antonio Ramírez. Armamos una tertulia alrededor del Pichón.
José Roberto Cea, originario de Izalco, es un escritor prolífico con más de cincuenta obras publicadas. Tiene más de medio siglo de escribir. Examinando el largo listado de su producción encontré unos títulos que me gustaron por ser largos y con mensaje explícito. Por ejemplo, los poemarios: «Apuntes de un amor para cantar un amor» (1961), «Poesía revolucionaria y de la otra» (1972), «Los herederos de Farabundo» (1981), «Cantar de los Cantares y otros boleros» (1993), y otros sugestivos títulos.
Ha obtenido muchos premios y reconocimientos nacionales e internacionales. En su admirable trayectoria ha incursionado en todos los géneros literarios, inclusive lo han tildado de loco, pero esto no lo desanima, asegura que un escritor de literatura debe tener algo de loco.
Se admira de haber nacido en Izalco siete años después del asesinato masivo de indígenas de1932. Confirma que no sucumbieron los genes de sus padres pues florecieron en un hogar con muchos hijos. Conoció el sitio donde acabaron con la vida de Feliciano Ama, un auténtico prócer nacional.
Hoy, vimos al Pichón Cea muy animado, ya pasa de los setenta abriles, nació en abril de 1939. Había estado enfermo, deprimido, con tratamiento médico prolongado, pero cuando Carlos Abarca Gómez, Embajador de El Salvador en Uruguay, le comunicó que estaba invitado a un Festival Literario a celebrarse en Montevideo, capital de Uruguay, de inmediato visitó a su médico para que reajustara, si era posible, su tratamiento con el propósito de soportar el trajín del viaje y las conferencias a desarrollar ante estudiantes, intelectuales y empresarios de aquel país. El médico lo observó con tal ánimo que no parecía enfermo. Le aplicó una dosis del medicamento aquí y otra la harían allá.
Le vi en varias fotografías erguido, pelo blanco, con energía, disertando, como un muchacho ante una audiencia muy interesada. Abarca Gómez confirmó que en Montevideo demostró, en sus presentaciones, ser un gran orador, fogoso, con una seguridad que entusiasmó al público, tal que en cada acto continuaba con un conversatorio acerca de la realidad sociopolítica y cultural de El Salvador. Fue ovacionado.
José Roberto Cea siempre ha expresado sus ideas revolucionarias, socialistas, comprometido, por lo que decían que tenía jiote con el gobierno…y tuvo que salir del país por algún tiempo.
Ha sido un amigo eterno de los maestros, tal que contrajo nupcias con una excelente profesora. Ha escrito textos sobre literatura para estudiantes de bachillerato y editado en su propia empresa Canoa Editores. En TV. Educativa lo invitamos a impartir charlas para los maestros y los alumnos, y se filmó su cuento «El ausente no sale» (1983).
La mayoría de literatos nacionales han sido sus amigos, aunque algunos lo han considerado su contrincante, otros lo han querido difamar, pero él ha tenido anticuerpos y ellos, no, nos aclaró. Este año finalizó su libro titulado «El Xipetotec», obra que considera integral.
Se ha distinguido como promotor y defensor de la cultura. La cultura, dijo, genera trabajo con la producción de obras, difusión, organización, desarrollo y mantenimiento de eventos culturales. Le extraña que, a veces, lo inviten a trabajar en proyectos culturales en forma continuada y gratuita, con lo que adviertes que no valoran el trabajo cultural. Te invitan con entusiasmo y nada te ofrecen en los platos, así no vale.
–No solo de metáforas vive el poeta – le dije – vendrán tiempos mejores.
–Ya se te está pegando algo – me respondió – a saber si vamos a ver esos tiempos.
Hablamos de la proyectada Ley de Cultura que propone el FMLN. En ella se ha incluido muchas ideas que ha sostenido el Pichón Cea. Ojalá exista, nos dijo, un verdadero interés por levantar la cultura nacional. Hoy, agrega, la transcultura le ha ganado la partida a lo nuestro.
Tendré que seguir viviendo de metáforas, concluyó, para no perder mi esencia de poeta.
Y reímos, con un brindis de café salvadoreño en un ámbito de puras metáforas.