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El tata Apantumac fue el responsable del ritual ceremonial el sitio sagrado TOJ, que se traducen como: “ofrenda”, en el cantón el Amatillo, Sector II paso hondo, El Rosario, departamento de Cuscatlán. Foto Diario Co Latino/Iván Escobar

“Nos llaman brujos, pero en nuestra gente está el saber”: Apantumac

Por: Iván Escobar
Colaborador

“¡El fuego está danzando!, ¡el fuego está danzando!” repetía el pequeño Galileo, al ver los destellos del fuego sagrado durante la ceremonia ancestral indígena, en ocasión del Solsticio de Verano, que se conmemoró este martes 21 de junio de este año, en el cantón el Amatillo, Sector II paso hondo, El Rosario, departamento de Cuscatlán.

Alrededor de 50 personas se reunieron en el sitio sagrado TOJ, que se traducen como: “ofrenda”, para rendir tributo a la madre tierra, al aire, al agua y al fuego por las energías positivas que llegan a la humanidad para vencer la oscuridad del mal. En la tradición indígena, se celebran al año, dos solsticios y dos equinoccios.

El tata Apantumac, responsable de la conducción del ritual ceremonial de esta ocasión y en representación de la Asociación de Consejos de Pueblos Originarios de Cuzcatán (ACOPOC) recordó que esta es una herencia indígena, que dejaron las abuelas y abuelos que día a día agradecían a los elementos naturales, a la madre tierra por los frutos, por las coses, por la salud, por la vida, por lo cual no debe ser olvidada.

“Hoy es un día para agradecer… y Galileo, traduce el comportamiento del fuego como una danza, porque eso es, el fuego sagrado está danzando para nosotros en agradecimiento porque estamos aquí”, expresó el Tata Apatumac, quien recordó que el sistema impuesto, y en especial el sometimiento sobre las poblaciones indígenas de nuestro país, posterior a la invasión española “eso nos heredó, que renunciáramos a nuestras tradiciones”, dijo.

El Tata Apatumac recordó que la forma más directa fue a través de la iglesia, y el acusar constantemente a nuestras abuelas, como brujas, por ser parteras, por ser cuidanderas de nuestra identidad, llamando brujos a nuestros abuelos, por el simple hecho de curar con plantas.

En pleno siglo XXI, las poblaciones indígenas preservan en espacios rurales sus tradiciones ancestrales, las cuales con los años han transferido a poblaciones urbanas, y jóvenes para que conozcan el por qué debemos ser agradecidos con la madre tierra, “y dejar de dañarla, como hasta ahora ha sucedido. La naturaleza no nos daña, nosotros le causamos males, perdónanos madre tierra, y gracias por tu herencia”, expresó.

Un altar naturalmente sagrado

Las personas invitadas a la ceremonia, provenientes de poblaciones cercanas y de San Salvador, llegaron desde tempranas horas de este martes 21, para ser parte del ritual. Acomodadas en círculo, bajo la sombra de los árboles, después de una noche lluviosa, en pleno invierno se realizó el ritual que duró más de tres horas, con la presencia de un fuego sagrado cargado de energías.

Velas de color, velas de sebo, frutas, estoraque, flores, canela, azúcar, chocolate, cacao, dulce de panela o atado, pan dulce, entre otros, fueron los elementos que integraron el altar ceremonial, ofrendado en este solsticio. “La panela y lo dulce, es la ofrenda del hermano Manuel”, comentó Apantumac, en n referencia a Manuel Sánchez, responsable del centro ceremonial TOJ, y quien recibió con alegría a los invitados para ser parte del encuentro.

El tata Makuil Usumajti (cinco monos y fin), conocedor de la medicina natural, destacó el conocimiento de nuestros abuelos, pero en particular de nuestro pueblo, que en cada uno de nosotros a estas fechas aún se conserva alguna u otra tradición que contribuye a enfrentar cualquier quebranto de salud.

Durante la ceremonia, los tatas al frente de la misma, consultaron en repetidas ocasiones a los presentes, sobre qué “métodos” recuerdan o “receta” sabían de parte de sus padres o abuelos, encaminados a curar cualquier mal de salud. Hierbas como la ruda, hojas de eucalipto, jengibres, en agua hervida, con limón, chichipinse, quina, orégano, entre otros, son utilizados por generaciones para diversos males: resfriados, gripes, dolores.

Apantumac recordó que la medicina “moderna” solo parte del negocio de la salud. Puso como ejemplo, la reciente pandemia de COVID-19, muchas personas “en el campo la vencieron con medicina natural”, compartió.

Así como la medicina natural transforma y guarda nuestros cuerpos, compartieron, es un ejemplo, de cómo la madre tierra cuida de sus habitantes. “Por ello, debemos darle las gracias y cuidar lo que nos queda aún”.

Las poblaciones indígenas en resistencia

Las poblaciones indígenas, y las comunidades que forman parte de ACOPOC, así como otros grupos o poblaciones de diversas partes del país, mantienen estas tradiciones, como parte de su herencia y ante todo resistencia para no perder ese eslabón con la memoria, con la identidad.

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