Nosotros los Golems

Mauricio Vallejo Márquez,

Escritor y coordinador Suplemento 3000

 

La primera vez que escuché hablar del Golem apenas era un niño. No le puse atención y lo dejé pasar, pero repetitivamente volvía a surgir como tema. Al oír que era fuerte me lo imaginé un súper héroe o algo así. No sé por qué razón no me interesó tanto como otros temas en mi niñez. Escuchaba del Golem, de que era terrible y tantas cosas que al final hasta dejó de importarme. a veces nos pasa eso con la vida.
Un amigo, Daniel Durán, me contó que estaba leyendo la novela escrita por Gustav Meyrink que habla de dicho personaje. Mientras yo estaba embebido con otras lecturas, me dio ese deseo de ir a buscar en mis libreras un ejemplar de la Editorial Brontes que compré hace algunos años, pero que no continué leyendo, creo que fueron escasas líneas las que curioseé en ese momento. Y cómo entrar en un libro es habitar un mundo, aunque sea un breve instante, comencé a volar con el Golem y a buscar por lo mismo más información. Los libros te atrapan cuando menos sentís.
La receta para hacer un Golem consiste en elaborar con barro la figura de un ser humano, luego introducirle unas palabras dentro, que me las reservo para que ustedes indaguen, luego de algunos rezos el tipo está listo. Cobra vida. Y se convierte en un leal sirviente, a menos que sea uno de aquellas que al haberle dado vida le diga a su creador: «dame una buena razón para vivir, sino arrebataré tu vida». Bueno, también hay una larga lista de recetas en diferentes libros e incluso en el internet se puede buscar.
El mito del Golem surge en la cultura judía de la diáspora, y como todo lo judío no se conforma al ser un relato de entretenimientos, tiene muchos mensajes. El ser humano en realidad es como el Golem, tiene vida otorgada pero también la decisión de qué hacer. El Golem toma sus iniciativas, puede actuar de mala forma, puede ser héroe, puede servir bien. Sin embargo, se deja atrapar por el instante y no tiene la voluntad para generar cambios sustanciales en él, porque siempre será un muñeco de barro, con vida, pero de barro (Acaso no es eso el hombre). El ser humano en cambio es perfectible.
En un juego de contrucción llamado Minicraft se pueden elaborar Golem de hierro y de barro.
En algunos momentos siento que somos como el Golem, pero no producto de algún alquimista que desea probar el hacer vida y generar una utilidad grande, sino productos del sistema, además de sus esclavos. Somos productos del egoísmo de empresarios y personas que se enriquecen con el ser humano, absolviéndolo hasta dejar solo un bagazo de lo que fuimos.
La gente vegeta, viven su cotidianidad como si sólo para eso hubieran nacido. El Golem debe ser desechado en algún momento, así el ser humano también es desechado por el sistema. Y conforme seguimos leyendo acerca del Golem, más imágenes de la sociedad actual van pareciéndose a este mito judío.

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