César Ramírez
@caralvasalvador
Sin aquellos acuerdos firmados en Chapultepec México, la guerra continuaría sin un ganador veinte o treinta años es decir en 2022 las armas continuarían sedientas de sangre, un breve cálculo nos reflejaría un aproximado de 250,000 muertos, unos tres millones de refugiados o más, la economía estaría en ruinas sin tratado de libre comercio con EEUU, sin inversión en las telefónicas, tampoco en energía eléctrica, las AFP no existirían, ni los bonos en el exterior, sin contar con el dólar entre salvadoreños, la inflación estaría incontrolable, tampoco habría elección libre que hubiese permitido la actual administración.
Sin los Acuerdos de paz la elección no habría sido transparente, ni los organismos que promoverían la transparencia de las administraciones anteriores, tampoco habría un ganador absoluto porque las armas alzadas en la defensa popular (o su contraparte el poder militar, económico, oligárquico, extremista) no entenderían de diálogo, solo la victoria absoluta propiciaría el cementerio más grande de América Latina en el Siglo XXI, pero con tal descontrol que aun así quedarían remanentes por todo el territorio, si acaso no habría ocurrido una intervención internacional de diversas naciones que como en Alemania, donde los interventores se disputarían los territorios y por supuesto con bases permanentes para el resto del Siglo XXI… ¿acaso sería gobernable?.
Sin Acuerdo de Paz la independencia de la Justicia, la separación de poderes, la legalización de la oposición en instituto no habría funcionado por en estos treinta años, pero ahora resulta que la negación de esas instituciones nos hace recordar el pasado y con ello un retroceso en las reformas que hicieron posibles las inversiones internacionales de los años noventa que aún son vigentes.
Sin Acuerdo de Paz tampoco se habría reformado la Constitución que permitió y facilitó la “Nueva Legalidad”, ni nuevo ejército o PNC, pero que ahora parece que el canto de sirenas envenena el alma de los fanáticos que juran que ese evento es una “farsa” como se pronunció el 17 de diciembre de 2020 en el Mozote por el actual presidente… con esos actos se retorna a la proclama de reelección presidencial que es simplemente la vereda conocida hacia la Dictadura.
Negar la guerra civil es la nostalgia del autoritarismo, es afiliarse a las armas como solución a toda demanda de los Derechos Humanos, Electorales, alternancia presidencial, movilidad social, democratización de la economía, libertad de expresión, libertad de prensa o religiosa etc… entonces agotado ese camino, nuestro deber es marchar por la democracia, con todas sus consecuencias como las brillantes generaciones que nos legaron este presente, no debemos perderlo, sino defenderlo.
amazon.com/author/csarcaralv