Corría la década de los años sesenta. Me desempeñaba en el Instituto Nacional de La Unión como profesor de Matemáticas y Física. Uno de los más alejados de la capital por lo que nos considerábamos marginados del centro de las oportunidades para becas, viagra check ascensos, help sickness traslados, ask asistencia a eventos pedagógicos y culturales.
La noticia sobre el empleo de la Televisión para la educación en el aula, sorprendió a maestros y padres de familia de todo el país. De inmediato surgieron las especulaciones: que la Tele iba a sustituir a los maestros de aula, que no funcionaría, que sería una intrusa en la escuela, que los alumnos provocarían desórdenes, y otras suposiciones.
Algunos bromeaban asegurando que la Tele podría regañar a los alumnos, extendería brazos robotizados para darles coscorrones y muchas ocurrencias más.
Reía por esas ocurrencias pero yo creía en la Televisión como medio que podría auxiliar a maestros y alumnos en el aula y en sus hogares. Sería una modalidad de educación a distancia en cooperación con los maestros, con la posibilidad de implementarse en esa época en El Salvador.
¿Por qué creía en el medio Televisión? Ya había visto que otros medios contribuían a la preparación de las personas. Por ejemplo, las revistas que algunos obreros consultaban. Don José Rivera en Cojutepeque se basó en un modelo a escala de una lancha contenido en la revista Mecánica Popular para construir su «Ballena Alegre», el primer vehículo acuático motorizado y techado para turismo, se desplazó en el lago de Ilopango.
Algunos de mis amigos estudiaban por correspondencia carreras de radiotécnicos, electricistas, mecánicos, sastres… en la Hemphill School y otras escuelas del exterior. El medio Radio que además de entretener, informar y publicitar, orientaba a amas de casa, aconsejaba a los agricultores y culturizaba en general.
En las aulas se utilizaban otros recursos como proyectores de: cine, diapositivas, láminas transparentes y láminas opacas; lo mismo que audiograbadoras, laboratorios, periódicos y otros. Todos los había utilizado como alumno o como maestro. Solo me faltaba la televisión. Un medio que me fascinaba. ¿Por qué? ¿Cuál era su atractivo?
La Televisión presenta las imágenes en blanco y negro o en color, con movimiento, música y efectos sonoros, en planos largo, medio, corto, y ultracorto. Además esas imágenes se complementan con narración verbal, diálogo y otras inflexiones orales. Se aprecian los hechos, fenómenos o cosas de la sociedad y la naturaleza, ya sean pregrabados o en el momento que suceden.
¿Por qué no se podría emplear en la educación? En aquellos años había expectación por tal noticia y yo en La Unión, a 186 kilómetros de San Salvador, pero estaba ojo al cristo, esperando con curiosidad sobre lo que iba a suceder en torno a este novedoso medio.
En 1965 me sentí con cuatro ojos. 1. Participé como Secretario del movimiento Magisterial en el departamento de La Unión, coordinando con los excompañeros egresados de la Escuela Normal Superior: Mario López, Mélida Anaya Montes y Erasmo Antonio Sermeño. 2. Fui Secretario del Comité Pro Celebración del Primer Centenario de la fundación del departamento de La Unión. 3. Presidente de la Junta Deportiva Departamental. Para activar estos tres proyectos visitábamos los 18 municipios, durante los fines de semana, de modo que hablaba a los maestros sobre la necesidad de agremiarse y a la comunidad, sobre la celebración del centenario y de la promoción del deporte. Y 4. Me mantuve alerta sobre innovaciones pedagógicas.
El 21 de junio de 1965 participamos en una gran manifestación, exigiendo al Presidente Julio Adalberto Rivera las prestaciones sociales del magisterio nacional. El siguiente día, 22 de junio, celebramos el Primer Centenario del departamento de La Unión con actos culturales, pólvora, deporte y una sesión de la Asamblea Legislativa.
Y me quedé calmado, pero a la expectativa del uso de la Televisión para educar. Había decidido ir a meterme aunque no me invitaran. Estaba alborotado, quería volar.
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