Elsa Morales
En la historia salvadoreña encontramos muchas conmemoraciones de hechos crueles, de luto colectivo al interior de esta sociedad esta realidad la encontramos por décadas, por años, y por meses. Un ejemplo de esta situación la encontramos en noviembre y los sucesos en un mismo mes, aunque en años diferentes. Tienen un referente común, la violencia de Estado y el odio hacia las y los opositores.
El 1 de noviembre del año 1979, Monseñor Romero fue llamado con urgencia para contribuir en la protección de un número de personas que estaban refugiadas en la iglesia El Rosario de San Salvador. También estaban los ataúdes con los cuerpos de veintiún víctimas de la represión asesinadas el día 29 de octubre durante una manifestación de las Ligas Populares 28 de febrero y quienes necesitaban se les diera sepultura, el grupo de acompañantes no se atrevía a salir rumbo al cementerio porque efectivos de la Guardia Nacional habían sitiado la iglesia.
Monseñor se presentó al lugar e intervino escuchando a los organizadores de la procesión mortuoria y a los jefes castrenses, el diálogo y la negociación se volvía una situación difícil. Las veintiún personas fueron sepultadas dentro de la iglesia El Rosario.
El asedio militar se mantuvo esa noche y al mismo se sumaron efectivos de la Policía Nacional. Ante esta situación Monseñor Romero se plantó frente al templo como garantía de la vida e integridad de las personas ahí reunidas, oró por mucho tiempo caminando delante del cerco militar, fue un acto de valentía y solidaridad. Fue el garante de la vida, se retiró de ese lugar al amanecer del 2 de noviembre, día de difuntos en las tradiciones salvadoreñas, así inicio el mes de noviembre de 1979.
El 27 de noviembre de 1980, hace cuarenta y tres años fueron secuestrados, torturados y asesinados seis dirigentes de la organización Frente Democrático Revolucionario (FDR) se trataba de integrantes del Comité Ejecutivo de la organización, quienes tenían programada una reunión en las instalaciones del colegio católico Externado San José, ubicado en la 25 avenida norte de San Salvador. No se trataba de un grupo de hombres armados, eran dirigentes políticos opuestos a la dictadura militar del gobernante general Carlos Humberto Romero quien mantenía una represión indiscriminada que se vivía en El Salvador desde años anteriores a esa fecha 27 de noviembre de 1980.
Los secuestrados fueron: Humberto Mendoza, Manuel Franco, Juan Chacón, Doroteo Hernández, Enrique Escobar Barrera, todos ellos tenían una trayectoria común en las luchas por lograr el presupuesto y la autonomía de la universidad de El Salvador, dirigentes de organizaciones populares, así como líderes con cargos de dirección en dos partidos políticos registrados ante el Concejo Central de Elecciones. De manera atípica se encontraba siendo parte del FDR, Enrique Álvarez Córdova reconocido miembro de una familia cafetalera, familia millonaria, quien, conociendo las comodidades de la oligarquía salvadoreña, conocía también de primera mano las condiciones de FDR 2023.indd
pobreza y exclusión social de familias trabajadoras en la actividad agrícola y que producía aquellas grandes riquezas. Y conociendo esa realidad pasó a ser opositor de este estado de cosas, fue fundador e integrante del Movimiento Independiente de Profesionales y Técnicos (MIPTES) y en esa conducción y representatividad fue fundador y primer presidente del FDR.
La represión y terror de ese tiempo no se detuvo a considerar nada, de la particularidad de ese grupo plural. En la zona se concentró un operativo militar con efectivos de la Policía de Hacienda y la Policía Nacional haciendo uso de la fuerza entraron al lugar de la reunión pacífica, secuestrando a los ahí presentes y los llevaron con rumbo desconocido; esto fue en horas tempranas de ese día 27 de noviembre en una calle de bastante movilización de transporte y transeuntes. Aquel acontecimiento movilizó a la opinión pública nacional e internacional exigiendo que se respetara la integridad y vida de los secuestrados. Los secuestradores llevaron a los rehenes para someterlos a crueles torturas y posteriormente asesinarlos, dejando sus cuerpos esparcidos y con evidentes señales de la saña y el odio, fue un cuadro de terror. En el informe de la Comisión de la Verdad se relatan pormenores del estado en que encontraron a los seis dirigentes y cuál fue la conducta de las autoridades judiciales de ese entonces.
Noviembre de 2023, nos encontramos frente a una gran crisis en el agro salvadoreño con pérdidas cuantiosas en los cultivos más básicos de la dieta alimentaria y con amenaza de llegar a una etapa de grave escasez de alimentos. La agricultura salvadoreña ya no es capaz de responder a la demanda de la población.
Analicemos cómo el magnicidio contra estos dirigentes de hace cuarenta y tres años bloqueó la posibilidad de desarrollar procesos en temas que eran centrales y relevantes para el país: políticas públicas en las cuales las personas son el centro.
La temática de la crisis agrícola y del desarrollo de acciones que cerraban la brecha a la desigualdad fueron apuestas a las que Enrique Álvarez Córdova, presidente del FDR dedicó una parte importante de su vida. Tenía en su pasado personal, una vocación agrícola, un conocimiento de la tierra como eje del desarrollo económico y humano. Utilizar la técnica y la tecnología en el cultivo del café y su procesamiento, en ganadería apostaba por crear un nuevo producto de exportación: leche, carne en cantidad y calidad de ser exportable, trabajar en la modificación y creación de semilla mejorada. Álvarez Córdova se había desempeñado como ministro de Agricultura, a esto debe agregarse el humanismo del que era portador que lo FDR 2023.indd
llevaba a creer en procesos de desarrollo agrícola para superar la pobreza y el atraso para arribar a una sociedad más próspera, más equitativa. Es imposible no recordar que Álvarez Córdova ensayó en su hacienda El Jobo esta visión de proyectar al futuro el uso de la tierra y en una muestra de ese humanismo entregó su hacienda a los trabajadores de la misma, bajo la figura de una cooperativa agrícola. La historia y la memoria nos lleva a reconocer a esos valientes patriotas, mártires cuyo pecado fue luchar por un país y una patria para todas y todos.
El 16 de noviembre de 1989 se perpetró el asesinato de seis sacerdotes jesuitas, una mujer y su hija, la primera trabajaba en tareas de apoyo para la compañía de Jesús, y esa noche buscaron refugio en el campus de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Un operativo militar invadió el recinto universitario y asesinó a ocho personas, acabó con vidas de gran valor humano y académico. Cada año la UCA, sus autoridades, docentes y estudiantes han rendido homenaje a su memoria. La historia no es una cronología de hechos y de fechas; es sumatoria de procesos políticos y sociales, de detalles, de ¿qué pasó?, ¿cómo pasó y ¿por qué pasó?
Todos estos acontecimientos han dejado huellas imborrables en la sociedad salvadoreña.
Debe estar conectado para enviar un comentario.