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José Ángel Claudio -sindicalista del MSSC- dijo que se concentraron para conmemorar los 126 años de José Martí y a la vez denunciar el bloqueo de Cuba y Venezuela. Foto Diario Co Latino/Ezequiel Linares

NUESTRA AMÉRICA: IDEAS PARA LA CONSTITUCIÓN DE UN PROYECTO FILOSÓFICO Y POLÍTICO A PROPÓSITO DE LOS 169 AÑOS DEL NACIMIENTO DE JOSÉ MARTÍ

 

Alfredo Josué Ortez Canales
Estudiante de filosofía

Se entenderá, en primer lugar, que la noción de lo “nuestro” es sinónimo de algo propio y que es un llamado a la unidad, en términos de pensamiento y en términos de practicidad. Interesa en este escrito, exponer algunos elementos que a nuestro parecer constituyen parte importante de todo el pensamiento martiano, desarrollados en Nuestra América, acentuando aquellos que nos ayudarán a comprobar que en el mismo hay una intención de un proyecto filosófico y político.

José Martí es conocido en América Latina por sus ideas anticolonialistas y antiimperialistas, destacando la importancia de una unión americana a la vez que anima a realizar un pensamiento crítico y propio. Por lo que sus ideas tienen un gran influjo en su momento, además de dejar un marcado legado para los siglos posteriores; prueba de ello es que aun en nuestro siglo se hable de él. Eso solo es prueba de su grandeza espiritual y práctica.

Martí es usualmente visto, en términos de sus ideas y de sus planteamientos prácticos, en clave interpretativa con otro grupo de pensadores a los cuales se les ha dado el nombre de los antillanos o el pensamiento antillano; o simplemente en antillanismo. De los cuales se destaca la figura de Ramón Emeterio Betances, Eugenio María de Hostos y el mismo José Martí.

Su pensamiento y su accionar están orientados por un conjunto de ideales tales como el afán por la independencia de la Antillas, el ideal de la Confederación Antillana, el legado bolivariano de la unidad latinoamericana, las convicciones republicanas y federativas de organización política, los proyectos sociales vinculados al abolicionismo, a la educación común, a la justicia social (Dofour & Adriana, 2000).

Esto nos da una idea de su profundidad en cuanto a ideas y a su accionar político, por lo que no dudamos que en Nuestra América ya se va gestando un proyecto de ideas (proyecto filosófico) y un proyecto de accionar (proyecto político), a partir de la concepción de lo “nuestro”.

A lo largo de Nuestra América se pueden notar muchas alusiones a la creación de un pensamiento propio a partir de las condiciones de los pueblos de América Latina. Además de dotarle el poder que se merecen a la ideas, puesto que el pensador cubano nos dice de forma muy poética: “trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra” (Martí, 2002). El poder de las ideas, en tanto estas ideas buscan darle respuesta a las necesidades más inmediatas de los pueblos desde donde se reflexiona.

Nuestras ideas servirán para combatir las ideas extranjeras que pretenden instaurar aquellas personas que están bajo la influencia del colonialismo, José Martí ve la necesidad de construir un pensamiento propio con horizonte liberatorio, pero además de ellos, plantea la unión de los pueblos de América. “Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos” (Martí, 2002). Teoría y práctica van de la mano.

Desde luego las ideas deben ser propias para que sean liberadoras, deben representar las condiciones y necesidades de los pueblos que son parte de nuestra américa. “Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra” (Martí, 2002). Lo anterior lo dice Martí en relación a la disposición propia a pensar por nuestra cuenta nuestras propias cosas, el pensamiento propio de América debe ser pensado.

Cuando aparece en Cojímar un problema, no van a buscar la solución a Dantzig. Las levitas son todavía de Francia, pero el pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura del sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino! Se entiende que las formas de gobierno de un país han de acomodarse a sus elementos naturales; que las ideas absolutas, para no caer por un yerro de forma, han de ponerse en formas relativas; que la libertad, para ser viable, tiene que ser sincera y plena; que si la república no abre los brazos a todos y adelanta con todos, muere la república (Martí, 2002)

Se hace notorio el carácter inmanente de la producción de ideas, en tanto que tienen que resolver los problemas propios de nuestro continente. Además, a partir de esto se concluye que las formas de gobierno deben corresponder a las ideas que emanan de lo concreto del reflexionar latinoamericano. Se deja claro que el proyecto martiano respecto al pensamiento del latinoamericano recae en el concepto de lo “nuestro” entendido esto como lo propio.

El pensamiento de Martí es parte de esa generación de pensadores que destacaban lo propio en el pensamiento, pero no solo lo proponía, sino que también lo llevaba a la práctica. Su pensamiento se desenvolvía con categorías y concepciones ajenas a las que se promovían desde occidente, las cuales en muchos casos eran colonizantes. Conforme a su visión antiimperialista, Martí formuló ideas que escapan a las desarrolladas y heredadas desde la modernidad.

Se puede advertir que los textos martianos escapan a la lógica binaria de la modernidad —verdadero/falso, bueno/malo, blanco/de color, civilizado/bárbaro—, que entiende la historia como progreso y está montada sobre un criterio epistemológico que privilegia las sucesiones antes que las simultaneidades, el tiempo antes que el espacio, la semejanza antes que la diferencia. Al contrario, el texto sintetiza —“hermana”— elementos característicos de otras experiencias del mundo y de la historia, que conllevan formas diferentes de conocer, valorar y actuar (Arpini, 2014)

Su reflexionar inmanente lo llevó a pensar en términos propios de un latinoamericano, a escapar de esas concepciones heredadas que ya se dijeron. El proyecto filosófico que se deriva de la concepción de lo “nuestro” es precisamente este: un filosofar inmanente que quiere en primera instancia problematizar para luego plantear soluciones a las problemáticas que más atañen a los latinoamericanos.

Las ideas propias no solo serán para ser pensadas, sino para ponerlas en práctica. Una de las formas de ponerlas en práctica es precisamente la enseñanza de éstas, dado que un pueblo bien formado es un pueblo que puede gobernar y ser gobernado de mejor manera. Esto nos recuerda lo política que puede ser la enseñanza.

Martí plantea que aquellos que se quieren dedicar en la política deben ser formados muy bien, además que su formación debe estar profundamente arraigada a las condiciones del pueblo al que se quiere gobernar. No sin antes hacer énfasis en la necesidad de constituir universidades que formen a estos en términos políticos, ya que América carece de esto.

¿Cómo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de América? A adivinar salen los jóvenes al mundo, con antiparras yanquis o francesas, y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen. En la carrera de la política habría de negarse la entrada a los que desconocen los rudimentos de la política (Martí, 2002)

Luego de ver como se manifiesta a partir de la concepción de lo “nuestro” la filosofía de José Martí, daremos un paso a otro aspecto que está íntimamente ligado a esto, que tiene que ver más con un proyecto práctico, un proyecto que define la concepción política de José Martí.

El proyecto político también se deriva de la concepción de lo “nuestro” entendido como lo propio, ya que se ve de manifiesto que la política o el arte de gobernar dependerán en gran medida de las circunstancias y contexto de aquellos que pretenden gobernar. Esto nos obligará a tomar en cuenta el contexto antes de plantear cualquier tipo de gobierno, dado que las formas de gobernar no deben ser copiadas de otros países que pasan circunstancias estructurales distintas, no se trata de copiar, se trata como ya lo dijimos en palabras de Martí: crear.

A lo que es, allí donde se gobierna, hay que atender para gobernar bien; y el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la Naturaleza puso para todos en el pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas. El gobierno ha de nacer del país (Martí, 2002)

El gobierno dependerá del espíritu del país que se gobierna y no dependerá del espíritu de otro país, si eso se trata de hacer se estaría obrando mal, no se estaría gobernando de la mejor manera. La constitución y la política en general dependerán de las condiciones particulares de cada país. “El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma de gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país” (Martí, 2002).

También Martí nos deja claro que el problema de la independencia, no era solo el problema material de las formas de gobierno, sino también el problema de la independencia espiritual. “El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu” (Martí, 2002). Se destaca, a partir de esto, la relación de la independencia material con la independencia del espíritu. Pensar por uno mismo desde las condiciones propias es una premisa necesaria para la independencia.

Es así como la concepción de lo “nuestro” da lugar a un proyecto filosófico y político a la vez, vemos que ambos factores se relacionarán en el pensamiento de José Martí.

Bibliografía

Arpini, A. (2014). Nuestra América: la lucha por la significación. Francisco Bilbao y José Martí. La Cañada, 182-201.

Dofour, A. L., & Adriana, A. (2000). El antillismo como teoría y como compromiso. En A. (. Arpini, Razón práctica y discurso social latinoamericano (págs. 81-92). Buenos Aires: Editorial Biblos.

Martí, J. (2002). Nuestra América. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, Centro de Estudios Martianos.

 

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