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Nuestra independencia

NUESTRA INDEPENDENCIA
Por: Myrna de Escobar

La independencia como la libertad nunca es absoluta y pretender definirla como tal sería como unir dos líneas paralelas, o desvirtuar que el trigo y la cizaña crecen juntos. Va más allá de tener empleo, tener 18 años o solvencia económica. Siempre dependemos de algo o de alguien.

Exploremos algunos ejemplos de dependencia para entender la independencia, no como una gesta histórica en su mayoría desconocida por la población, sino como un hecho cotidiano.

Nuestro trato en el sistema de transporte depende del buen o mal humor del conductor, del funcionamiento del semáforo, del estado de las calles o del mantenimiento de los automotores. Sin dejar de lado el papel de las escuelas de manejo, de quienes extienden las licencias de conducir, de los conductores temerarios, y de las emanaciones tóxicas sin control. Un desperfecto mecánico, por otra parte, genera retrasos, aparatosos choques, caldea los ánimos y genera estrés, como aquella pelea entre dos motociclistas que atestigüe recientemente. Una patrulla del ejército llegó a separarlos, por fortuna. Por un momento creí que iba a matarlo porque el atacante literalmente se trepó en el asiento del otro conductor y lo derribó a puñetazos mientras el semáforo cambiaba al verde.

Dentro y fuera de casa, la integridad de la mujer, los adultos mayores y de nuestra niñez tiene que ver, muchas veces, con el consumo del alcohol, las drogas, y del desequilibrio psicológico u hormonal de agresores cuya perversidad atenta contra los más vulnerables. Resarcir esos daños, parte de si quienes imparten justicia en materia de familia están a favor de la víctima, o aplican las leyes a unos, pero se las interpretan a otros.

La independencia financiera, estriba no solo en el salario sino en el sabio uso de los ingresos, malgastados muchas veces en cosas superfluas, alcohol, drogas y cigarros en detrimento de la dieta y salud de la familia. La mujer desempleada, y la madre soltera, en particular, sufre los

efectos de esa codependencia de la pareja al someterse a vejaciones perjudiciales para la salud mental, emocional, reproductiva y económica, propia y la de sus descendientes.

En salud pendemos de si el médico actualiza sus conocimientos, de la invaluable atención de las enfermeras y demás empleados de servicio, de las políticas públicas, del mercado de las farmacéuticas, de si llega el médico o de la mala lectura del radiólogo de turno, y qué decir aquellas citas tardías que pueden complicar los padecimientos.

En educación los alumnos dependen de la vocación del docente, de la actualización curricular, del distractor del celular y los video juegos capaces de mantenerlos despiertos hasta la madrugada, de la ética del maestro, de si se distrae en sus redes sociales cuando debe estar enseñando, de si maneja las tecnologías de la información o se resiste a usarlas. La supervisión de los padres en las tareas escolares parte de que no les realicen las tareas, como está sucediendo en algunos casos, hoy con la pandemia, De si los alumnos desean conectarse a la clase virtual, o de si se matriculan para evitar ser recluidos en un centro de detención. La ausencia de los padres en la entrega de notas es prueba de ello. __ “Vea usted que hace con esta cipota, yo ya no se qué hacer, si le digo algo me va a demandar” __dice el padre. ” Ay que vea que hace” __Dice la madre__ Con la pandemia muchos padres perdiendo el poco control sobre sus hijos. Muchos viven ociosos, renuentes a las tareas, aun con el recurso del internet residencial, libros de texto, guías impresas o la teleclase.

En los negocios, los emprendedores viven a expensas de las condiciones del mercado, la publicidad, la ubicación estratégica y hasta de la extorsión para fijar sus precios y continuar operando.

El proletario cuenta con la creación de empleos, el emprendedor de las oportunidades, la empresa de las políticas del mercado, de los impuestos; los consumidores, de la usura de los créditos bancarios.

Nuestra seguridad depende de si el efectivo militar o el policía no se distrae con sus redes sociales mientras patrulla, algo frecuente hasta en la vigilancia privada.

Los fieles, a su credo, los predicadores, al diezmo, hasta hacer de la prédica un estilo de vida bonancible para algunas denominaciones.

Finalmente, para muchos la independencia parte de la hipoteca, de los créditos bancarios o del trabajo mal remunerado que solo permite sobrevivir, irla pasando.

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