César Ramírez
@caralvasalvador
En muchas circunstancias es necesario comprender la realidad política y estudiarla, condición muy difícil para realizar una mínima propuesta del presente año y el futuro inmediato que nos acecha.
La conceptualización en nuestra República no es exactamente el término clásico académico, el cual es un mosaico de caracterizaciones, pero el Art. 1 Constitucional “El Salvador reconoce a la persona humana como origen y el fin de la actividad del Estado, que está organizado para la consecución de la justicia, de la seguridad jurídica y del bien común. Asimismo reconoce como persona humana a todo ser humano desde el instante de la concepción. En consecuencia, es obligación del Estado asegurar a los habitantes de la República, el goce de la libertad, la salud, la cultura, el bienestar económico y justicia social”… mientras esa es la norma, el día 1 de mayo 2021 ese espíritu republicano terminó con la destitución de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, desde entonces la nación ha sufrido grandes fracturas.
En ese enorme escenario social ¿nos acercamos a la dictadura clásica del siglo XX? ¿es un camino populista hacia la destrucción de la democracia constitucional y la alternancia política? ¿es un gobierno populista que intenta gobernar indefinidamente? ¿vivimos un populismo autocrático?… la respuesta es una concreción que afronta la nación en forma ineludible, puesto que, así como han sucedido los eventos durante los años 2021-2022, el deterioro institucional parece irreversible.
Definir el populismo -wikipedia- “El populismo, según la RAE, es una «tendencia política que pretende atraerse a las clases populares». Su origen es un movimiento ruso del siglo xix, llamado narodnismo (Narodniche
“Aunque se trata de un concepto difícil de definir con exactitud ya que designa realidades diferentes, en algunas corrientes de las ciencias sociales es concebido como una ideología que se basa en la distinción y la oposición dualista entre «el pueblo» (que es visto como una entidad soberana) y «la élite» (concebida como una expresión de desigualdad política no deseada). Por otro lado, el uso del calificativo «populista» se hace habitualmente en contextos políticos y académicos, de manera peyorativa, sin que del término se desprenda por sí mismo una evidente identificación ideológica, sino estratégica —dentro del espectro izquierda-
Como quiera que sea, el gobierno actual ganó una elección popular, domina la Asamblea Legislativa, controla la Corte Suprema de Justicia, goza de popularidad en diversos sectores, pero sus acciones han tocado en profundidad los Derechos Humanos, existe persecución política, un Régimen de Excepción prolongado, anuncia públicamente su aspiración a reelección presidencial, violando la Constitución de la República.
El autor Enrique Krause afirma: “El populismo tiene por designio acabar con la democracia, destruirla” artículo de María Paula Etcheberry (29NOV022 La Nación), mientras otro autor Ernesto Laclau sostiene que “No existe ninguna intervención política que no sea hasta cierto punto populista” constituyendo un actor político.
Es un momento de crisis del modelo democrático, donde la legalidad e ilegalidad en sus diversas expresiones es oscura, a pesar de todo, los Acuerdos de Paz del 16 de enero de 1992 son la guía hacia la democracia y la República. amazon.com/author/csarcaralv
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