Por: Ricardo Ayala,
Secretario Nacional de Educación Política e Ideológica del FMLN
Este 5 de marzo conmemoramos 11 años del paso a la inmortalidad del Comandante Hugo Chávez, y el 153 aniversario del natalicio de la militante revolucionaria polaco-alemana, Rosa Luxemburgo.
Para propios y extraños, el estado actual del FMLN genera muchas preguntas e incógnitas sobre su presente y futuro. Sus comentarios parten desde los intereses que persiguen, ya sean desde el campo de la izquierda o desde las filas de la derecha; o bien para intereses personales o grupales; o ya sea con incertidumbre o esperanza acerca de la lucha por la justicia social y la emancipación.
El actual régimen político de derecha y su presidente inconstitucional y fraudulento, pregonan que los resultados electorales han destruido al partido de izquierda y celebran con vítores esta que creen su mayor epopeya, copando las portadas de sus panfletos. Con ello pretenden ocultar la manipulación que hicieron antes, durante y posterior al proceso electoral, desde el abandono y desfinanciamiento de las municipalidades hasta la modificación de la organización territorial bajo fórmulas que les favorecerían.
Otros, desde la derecha, la centroderecha y la izquierda light creen aprovechar los duros resultados para el FMLN, haciendo leña del árbol caído, con el cuento que éste ahora es insignificante en el escenario político, pero su incoherencia los delata cuando lo atacan visceralmente, lo que evidencia que el FMLN sigue teniendo un peso político relevante pese a su situación actual. Para estos vendedores de encuestas “chaveleadas” y pésimos analistas, entuertos de supuestos revolucionarios, la existencia del Frente es un obstáculo para sus sueños de movimientos de izquierda, hoy que ya no pueden vivir a costillas del partido, como lo hicieron durante los 10 años de gobierno del FMLN.
Y también están quienes con justa incertidumbre o con esperanza se preguntan sobre el presente y futuro del partido de izquierda, síntesis de la lucha popular desde hace más de 40 años. Son quienes están convencidos que la razón de luchar no se determina por la cantidad de diputados o alcaldes que se tienen, sino por la denuncia y enfrentamiento contra el capitalismo en su estado neoliberal, que pretende arrastrar a la humanidad a la barbarie antes de perder su hegemonía sobre los pueblos del mundo. Y esa cara salvaje de este capitalismo lo vimos en la reciente Conferencia Política de Acción Conservadora, que reunió a la putrefacta ultraderecha que está a la ofensiva a nivel mundial, especialmente en Europa y América.
Es este sector de la izquierda coherente y comprometida la que puede ayudar a recuperar al FMLN como opción revolucionaria, como alternativa al capitalismo, no como alternancia ni menos como reciclaje.
Y son ellos quienes deben saber que la crisis que atraviesa el FMLN es el resultado de la pérdida del rumbo revolucionario en su conducción en la medida que la democracia representativa y burguesa fue absorbiendo poco a poco a los principales dirigentes a través de la maquinaria de privilegios que trituró su ética revolucionaria, forjada durante la lucha guerrillera, pero vulnerable ante las mieles de la función pública. Ahí está la raíz de la crisis actual, que se agudizó durante los dos gobiernos bajo la gestión del FMLN que, si bien impulsó una reforma social en beneficio de los sectores más pobres, pero en política económica propició el saneamiento de la economía capitalista en crisis.
Buscar la causa de la debacle del partido y su política en el quehacer reciente, o es por ingenuidad, o es por conducta maliciosa de ocultar y desviar la atención en la responsabilidad sobre la crisis actual. Dos presidentes exiliados por cargos por presunta corrupción, ya sea propia o de su círculo cercano, y la mayoría de la ex dirección partidaria en desbandada, no hacen más que comprobar que ahí está el origen de la descomposición ética y el desprestigio de nuestro partido.
Por la tanto, la salida a esta crisis pasa porque el FMLN recupere su rumbo revolucionario y estreche nuevamente relación con el pueblo, lejos del clientelismo político con el que se acercó a la gente durante los últimos 18 años únicamente a pedir el voto. Coincide este tiempo con la desaparición física de Schafik, quien a pulso se ganó la mente y el corazón del pueblo. De ahí debemos aprender.
Y para recuperar ese rumbo revolucionario del FMLN y el corazón del pueblo, quienes nos identificamos con el pensamiento y la causa por una transformación radical de la sociedad debemos aunar nuestros mejores esfuerzos, además de comulgar iguales objetivos. Ese es nuestro principal desafío.