NUESTROS POETAS MUERTOS 2020-2021
Por Mauricio Vallejo Márquez
Escritor y editor Suplemento Tres Mil
En el efímero paso que damos en esta vida podemos sentirnos satisfechos si hemos dejado algo de valor o de provecho. En estos días de pandemia que el miedo y la incertidumbre nos golpean de forma más aguda que una guerra, esos pasos que damos resultan tan determinantes para todo lo que queda. Pareciera que estamos inmersos en una inmensa sombra que terminará por convertirlo todo en noche, sin embargo aún en la mayor de las profundas oscuridades siempre queda un aliento de luz, como una chispa diminuta que puede volverse en día.
En marzo recibí una de las noticias más amargas cuando Wally Romero me comunicó vía Messenger que había fallecido el poeta Luis Borja. Con Wally siempre tenemos comunicación y existe la triste casualidad que de igual forma Wally se ha convertido en un heraldo de la muerte, porque él me ha comunicado el fallecimiento de nuestros amigos y compañeros de letras: Jim Casalvé, Jorge Ramírez, Vidal Garay y Katherinne Rivera Mundo. A cada uno lo conocí y tuve el gusto de compartir palabras, gusto, aficiones, así como con uno de ellos de vez en cuando teníamos diferencias que ya están superadas. Respetaba la humildad y la alegría de don Jorge que siempre me invitó a tomarnos un café, pero nunca nos fue posible dedicar una tarde para ampliar las amenas conversaciones que tuvimos en ferias de libros, presentaciones y talleres, sin embargo tengo tan presente su genuina forma de ser. Con Jaime Calderón o Jim Casalvé aprendí que la tolerancia y la comprensión nos abarca a todos sin distinción, en su humanidad tuvimos discusiones, tiras y encoge pero al final respeto mutuo y aprendizaje; él tenía la virtud de ser temerario y probar todos los géneros literarios e incluso pintaba. Vidal Garay era un tipo admirable. Vidal era poeta, narrador y librero. De vez en cuando estuvimos a punto de hacer interesantes intercambios, que se frustraron por las ofertas; lo definitivo de este enorme poeta era su tenacidad para enfrentar una vida que no sé por qué extraño hado del destino se empecina por maltratar a los poetas en estas dulces y amargas tierras de añil. A Katherinne Rivera Mundo llegue a admirarla por su humildad y su trabajo literario, con los años dejamos de vernos con frecuencia cuando se mudó para San Miguel, sin embargo siempre existió la amistad y el respeto mutuo; me decía que quería sacar una nueva edición de su poemario Muñeca rota (espero que se dé, porque su obra es sólida y necesaria de conocer). Y el gran Borja, es quien me ayuda a traerlos a cada uno de ellos para que no se pierda en la selva del olvido que se va enmarañando con tanta cosa. A Borja lo vi haciéndose camino, desde su génesis hasta el atrevimiento de probar fórmulas y temas que a muchos nos pasaban por alto y que uno por ahí le imitaba. Borja demostró que el tesón y la excelencia van de la mano con la humildad y la grandeza. Borja se ganó a pulso mi cariño y respeto, como sólo los grandes lo hacen.
Cada uno de ellos tuvo el honor de dejar su palabra como muestra inequívoca de su existencia e inmortalidad. Esa es la gracia de las acciones que emprendemos en la vida. Cada acto cuenta y depende del recuerdo que dejamos en los demás. Es obvio que esto puede variar dependiendo de la intención o de la lectura de cada uno, pero también es evidente que solo somos humanos, y ¿quién es más humano que un poeta? Solo el artista en general que sabe desprenderse de todo para quedarse con nada y aún en la miseria brindar tanta riqueza. Es definitivo que no existe personaje más generoso que un poeta que sobrevive con el aplauso y el abrazo en recitales, en la satisfacción de publicar un poemario y en el solitario triunfo de un premio literario.
La muerte de cada persona es dolorosa y deja huellas terribles. Pero la muerte de un poeta es como la ausencia del cenit, dolorosa y trágica porque se le arrebata el color de los ojos a la vida.
Lamentable pandemia que nos dejas sin vida y sin poetas. Tengo esperanza que como humanidad logremos superar este infortunio y le demos vida a nuestros poetas muertos y a los vivos. Porque cada uno de ellos son imprescindibles para construirnos como sociedad y humanidad.
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