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Nueva fase de agresiones a Venezuela

Luis Arnoldo Colato Hernández

En la madrugada del domingo 3, con intermedio de operativos mercenarios de origen estadounidense y en el marco de una guerra híbrida basada en Colombia –entrenados en la Guajira, con la completa colaboración de las autoridades de aquel país- las FANB habría contenido y frustrado una invasión a Venezuela, en la cual se habría abatido a ocho invasores y capturado a trece, dando persecución a los equipos restantes que intentarían alcanzar suelo colombiano. 

Interesante de este episodio es el que los incursionistas operaron aparentemente, desarrollando un guión de cualquiera de las películas hollywoodenses en las que se presenta al tradicional héroe rubio que a pesar de las circunstancias y haciendo referencia al destino manifiesto, resulta siempre vencedor de cualquier contienda, sometiendo a los “malos”, los villanos de la narrativa que así refuerza la mitología heroica estadounidense, quienes distintivamente son de color, tercermundistas, harapientos y primitivos, opuestos al progreso e indistintamente, enemigos de Dios.

El escenario venezolano muestra las condiciones, según estos, ideales para así confirmar la tesis del tal destino.

Ya en la mañana del lunes, el fiscal venezolano, Tarek Saab hacía públicas las evidencias recabadas que acusaban la participación directa de la oposición venezolana, que coludida de acuerdo a lo declarado por los capturados, con EE. UU. y Colombia habrían financiado el contrato de los mercenarios por 212 millones de dólares, que incluirían la firma de documentos, destacando la del auto nombrado “presidente encargado”, quién de acuerdo al jefe de los contratistas, un estadounidense de nombre Jordan Goudreau, CEO de SilverCorp, con sede en Florida, US, capturado, no habría cumplido en el último momento con la obligación contraída en tal compromiso.

En este punto podemos calcular: el incumplimiento de parte del tal presidente encargado, para con los compromisos con los mercenarios respondería al hecho de que los recursos que debieron ser utilizados para el financiamiento en cuestión, habría, como los demás haberes manejados por esta oposición, sido utilizados para financiar un estilo de vida ostentoso y derrochador, muy por encima de las posibilidades del presidente encargado y su entorno, tal cual pasara antes con los recursos que habrían de ser utilizados para atender las necesidades de los exmilitares venezolanos que, engañados, habrían abandonado sus obligaciones, creyendo en la coima que la oposición les habría prometido.

Podemos sumar el que en los días pasados el señor Pompeo aseguraba a los medios, que “(…) en breve abriremos nuestra embajada (estadounidense), izando así de nuevo nuestra bandera en Venezuela (…)”, quizás, adelantando su confianza en que esta operación tuviera éxito.

Entonces, la participación de elementos exógenos a los intereses venezolanos, la captura de elementos foráneos, algunos de los cuales pertenecerían al entorno de la seguridad presidencial estadounidense, como la conexión colombiana, o la condena que de ello hace la comunidad internacional, evidenciarían su correspondencia con una agenda íntegramente extranjera con la que contribuyen las élites financieras locales, con el fin exprofeso de entregar los recursos del estado venezolano a transnacionales y, por supuesto, al entreguismo local que espera así perpetuarse en el poder.

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