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Nuevamente asediado por sus vínculos con Rusia, Trump contraataca

Por Ivan Couronne/Ramon Sahmkov

Washington/AFp

Nuevas revelaciones sobre contactos del entorno de Donald Trump con responsables rusos empujaron al mandatario estadounidense a desenvainar la espada, lo que amenaza con estropear el buen recibimiento de su discurso ante el Congreso.

Antes de abandonar Washington por su residencia de Mar-a-Lago en la soleada Florida, por cuarta vez en cinco semanas, Trump acusó a sus adversarios políticos de emprender una «caza de brujas» sobre sus supuestos lazos con Moscú durante la campaña electoral, que el millonario niega.

El nuevo escándalo gira alrededor de Jeff Sessions, un fiel aliado del presidente, que como secretario de Justicia tiene al FBI (policía federal) bajo su mando, y que el jueves se apartó de cualquier investigación sobre el rol de Rusia en los comicios.

Luego de que Sessions dijera bajo juramento en el Senado que «no tuvo comunicaciones con los rusos», periodistas reportaron que de hecho se reunió con el embajador de Moscú en Washington, Serguei Kisliak, en dos oportunidades en los meses previos a las elecciones.

Sessions afirmó que era parte de su rol como senador encontrarse con diplomáticos, y que con el embajador ruso hablaron de «cosas normales». Pero la oposición demócrata no perdió la oportunidad, y pide que el exsenador renuncie y sea investigado por perjurio.

«Jeff Sessions es un hombre honesto», manifestó Trump.

Putin y donuts

El presidente también atacó al líder de la minoría, Chuck Shumer, una de las voces más fuertes que piden la renuncia de Sessions.

En su red social predilecta, Twitter, el mandatario colocó una foto del senador por Nueva York tomando café y comiendo donuts con el presidente ruso, Vladimir Putin, en 2003, con la leyenda: «Deberíamos iniciar una investigación inmediata sobre los lazos del senador con Rusia y Putin. Un total hipócrita».

A lo que Schumer señaló que «con gusto hablaría» sobre su encuentro con Putin, añadiendo: «¿Lo harían tú y tu equipo?».

Trump ha negado cualquier vínculo con el Kremlin, desde que las agencias de inteligencia estadounidenses acusaron públicamente a Moscú de tratar de interferir en las elecciones de noviembre para impulsar al magnate a la Casa Blanca.

Pero a cuentagotas han surgido nuevos reportes de encuentros de figuras de su entorno con el embajador ruso.

Durante la convención de investidura del Partido Republicano, en julio en Cleveland (Ohio, norte), dos exconsejeros del entonces candidato, J.D. Gordon y Carter Page, se reunieron con Kisliak, reportó el diario USA Today.

Justamente, el ocultamiento de conversaciones telefónicas con el embajador ruso le costaron el cargo al exasesor de Seguridad Nacional de Trump, Michael Flynn, quien renunció el 13 de febrero.

El hijo mayor del presidente, Donald Trump Jr., recibió al menos 50.000 dólares por pronunciar un discurso en una conferencia en París, organizada por un centro de análisis cercano a Moscú, el Center of Political and Foreign Affairs.

En octubre, Kisliak estaba en la Trump Tower, en Nueva York, para una corta visita en la que se reunió con el influyente yerno del presidente electo, Jared Kushner, así como con Flynn.

Y Paul Manafort, exjefe de campaña de Trump, tiene extensos contactos en los círculos prorrusos por su labor como lobista internacional.

Nada en esos contactos permite concluir una colusión con Moscú, se defiende la Casa Blanca. «La gente está escogiendo hacer juegos políticos, deberían estar avergonzados», dijo Sean Spicer, portavoz de la Casa Blanca, a la cadena FoxNews.

«Toda esta historia es una manera de los demócratas de salvar la cara por perder una elección que todos pensaban que ellos debieron ganar», dijo Trump.

Pero los múltiples contactos molestan también a los republicanos que controlan el Congreso, donde Rusia tiene pocos amigos: varios parlamentarios han denunciado la anexión de Crimea por Moscú y el apoyo ruso al régimen sirio.

Cuatro comisiones legislativas han abierto investigaciones sobre el tema, y los llamados de los demócratas, y algunos republicanos, a designar un investigador independiente se multiplicaron el jueves.

Sin señales de desaparecer, el último ímpetu del caso ruso arruina una de las mejores semanas de Trump desde que llegó a la Casa Blanca el 20 de enero.

Su discurso el martes ante el Congreso fue medianamente celebrado por su moderación y tono optimista, aun si la falta de detalles sobre su ambiciosa agenda no termina de apaciguar las filas republicanas.

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