A Santiago Vallejo Hijo de este nueve*
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En el nombre de Yo mismo
En mi principio Surge la palabra Que me limita
Y me alienta Para ser creado Por yo
Sin más.
Y Yo mi(s)mo*
Conozco todos los rostros que vienen y van Que he visto moldear por los días y los años Finos rostros de rudo cantarero ciego
Que seguro auguran otro rostro
Como el que surge del error
De la casual casualidad
Para ser uno mismo
Ese yo sin forma
Que es uno
Fruto de la casualidad de nuevo
Como todo ser bajo el cielo.
Así, por los días
Por la palabra
Surjo
Yo yoooohhh
Un pronombre duro
Que me afirma (oh)
Y me describe en su ingenua palabra
Dos letras unidas que desconozco Que en cualquier idioma difieren
Y a pesar de su diferencia son iguales No semejantes, no parecidos
Así de simple
Llano y sencillo
Una palabra
Para existir en uno mismo
No Mauricio
Solo yo.
Y explico *
No me comprendo (Silencio)
Quizá ni busco hacerlo
No perder el tiempo (paro)
Mucho menos saber
Porque existir es suficiente.
Como los carros
Que ruedan, ruedan, ruedan
Como películas o videos
Haciéndose mella, y no toco
Que no existen aunque los veo
Surgen y desaparecen
Como Yo,
No existo aunque Soy
Aunque me fuerza la costumbre
La inducción de ser uno más (grito, grito) De ser parte de los Yo
Que no entienden
Y solo viven y existen para sí
Y para nada más (absurdo)
Donde no hay nadie,
Y nada más existe lo que no…
No me comprendo
Dicen que no hay yo sin nosotros
Un nosotros que es un solo yo
No me comprendo
Porque no existe nada qué comprender.
Existo Yo
Yo augusto me torno a mí
A mí mismo
Como único consuelo singular Porque no existe nadie
Así: nadie
Y no hay más verdad que esa -Aunque me afirmen de pensamiento- Ni palabra que este juicio
Que me doy sobre sentado
Del yo único indivisible
Que la superstición llama más Cuando solo uno existe
Aunque no existe la existencia
Y sin trabas confiesa
Que peca contra uno mismo
Yo (golpe)
Yo (golpe)
Yo mismo
(dos golpes)
Mi cuerpo es tambor de guerra
Embestida para mi inexistente espíritu
Que nunca he visto
Y nadie me asegura que veré
Mi yo mi yo
Cómo se me caía de la boca
Cuando era un niño y aún creía
Y sin comprender solo crecí para ser yo Como cualquiera de todos esos yo que soy.
Y rotundo
Seré implacable con cualquiera
Así como se oye
Con cualquiera
Con todo aquel que ose confrontarme Claudicarme y coartar
Ponerse frente a frente a mi altura
A verme, a osarlo
Porque el mundo no merece Formarse de mi mano (golpe)
Ni de nada
Nada nada
El mundo (silencio)
Es absurdo
Y sin sentido sin mí
Sin ese ser, que Soy
Soy (sin duda)
Yo rotundo
Para vivir.
Desconocen
Ingenuos (silencio)
Me ven como si fuera (atentos) Desconocen que no existen Que mi única mirada
Los hace presentes Antes nada eran (así) repito: na-da
Y tras mi nada serán
Yo habito singular el presente Es la dura verdad, la indivisible De ser Yo
Imprecisos (silencio) Desconocen la vida y la asumen No la entienden y se arrollan Van en desbandada a la quietud Ante miradas ajenas Desafiantes miradas
Yo en cambio observo
Como sus Yo quebradizos van Sin ser nada nada na-da.
La mañana
Me aclamo a mí mismo frente al espejo Mi reflejo me llena
Me llena de yo
Observo
Delineo mi rostro –lo corto–
Sigo el contorno –me hiero–
La quietud de la mañana en mi mano Me arropo la barba de agua y llueve Para ser un invierno de hombre
Y volteo y cierro los ojos y yo
Absurdo absorto realidad
Yo no soy yo
Me veo y no me encuentro
La faz frente a mí (silencio)
Me tomo, me dejo ir
No es la misma que yo
Yo
No soy yo,
El único
Ese
El innombrable nombre que nombró
Que no es mi nombre
y lo esbozo siempre
como yo no soy yo
ni mi nombre me nombra
me festejo para hundirme y darme abismo y en profunda huida
ser cima (arriba)
y sima (abajo)
con la caída honda
tener la osadía de profanarme
de negar que existo y vivo
porque yo no soy yo
y nadie es nadie todo es todo todo.
Mío temor
Yo
Que me temo por absurdo
Por no saber decir una palabra
Y creer
Que la pronuncio como la luz
A la sombra.
Me confieso
Ante mí
Único
Dios al que conozco
Único
Testigo a quien creo
Único
Juez de mi justicia
Yo
Que me temo por no tener reposo En el reposo inquieto del obrero Sin entender mi cuerpo de humo
Tras el incendio
Y el invierno
Yo
Simple Yo mortal
Al que le doy la espalda
Tras sentarme a beber su sangre Con una mariposa en mi cabeza Como único sombrero
Para andar
En esas calles en que soy
Esas que tatúo cuando marcho
Y me toman por temor
Yo
Que me temo por temerme
Debo aplacar la sed de la existencia Para saber si el vacío tiene lleno
Y no existe, existencia.
* Los títulos de estos poemas, así como la dedicatoria, por un error se escribieron de otra forma siendo correcto como se encuentran publicados en Suplemento 3000
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