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Nuevo escándalo evidencia las rivalidades en el seno de los grandes partidos franceses

Por Patrick Fort/Richard Carter
París/AFP

Acusaciones de intento de manipulación de la justicia, rx mentiras al más alto nivel, advice tejemanejes en los pasillos… la clase política francesa está salpicada por un nuevo escándalo que podría favorecer a la extrema derecha en las presidenciales de 2017.

Según desvelaron dos periodistas del diario Le Monde, el ex primer ministro de Nicolas Sarkozy, François Fillon, habría pedido al actual secretario general del Elíseo, Jean-Pierre Jouyet, que presionara a la justicia para acelerar las investigaciones en marcha contra su antiguo jefe, convertido en su rival para las elecciones presidenciales de 2017.

En el libro «Sarko se ha matado», los reporteros Gérard Davet y Fabrice Lhomme aseguran que el pasado 24 de junio, en pleno caso Bygmalion, (un escándalo de facturas falsas durante la campaña de Sarkozy de 2012) el ex primer ministro conservador habría pedido al ejecutivo socialista «dar un golpe rápido» al expresidente, de vuelta a la política.

De confirmarse las revelaciones del diario, Fillon, que ha denunciado a los periodistas, podría decir adiós a su carrera por la presidencia.

Por su parte ya son muchas las voces que piden la dimisión del secretario general del Elíseo, que fue secretario de Estado en el gobierno conservador de Fillon y amigo y actual mano derecha del socialista Hollande.

Los dos grandes partidos (la UMP, de derecha, y el PS, de izquierda) se encuentran embrollados en un caso del que todos tratan de echar balones fuera y culpar al otro sin conseguirlo.

«Todos están podridos»

«Nos encontramos ante un asunto realmente tóxico desde el punto de vista de la opinión pública, porque afecta a la derecha y a la izquierda», consideró el politólogo Frédéric Dabi del Instituto de sondeos Infop.

El diario conservador Le Figaro titulaba hoy su editorial «Marine Le Pen se lo agradece», en referencia al beneficio que este caso aportará a la presidenta de Frente Nacional, el partido de extrema derecha que en las pasadas elecciones europeas se convirtió en la fuerza más votada.

El caso ha puesto en evidencia la puñalada por la espalda a Sarkozy de su exjefe de gobierno, que en teoría le era fiel.

La vuelta de Sarkozy a la primera línea política con visos de presentarse nuevamente a las elecciones presidenciales no ha gustado a quienes quieren creen que ha llegado su momento: el propio Fillon, pero también Alain Juppé, igualmente exprimer ministro y ahora copresidente provisional de la UMP.

Para la izquierda supone un nuevo golpe para François Hollande, que ya bate records de impopularidad. Si se confirma que Jouyet estuvo implicado y finalmente dimite, el presidente deberá nombrar a su tercer secretario general del Elíseo en menos de tres años, un puesto clave del ejecutivo.

El caso también saca a la luz relaciones sorprendentes para el ciudadano de a pie entre dirigentes políticos que, pese a exhibir frente a las cámaras posturas políticas irreconciliables, con frecuencia estudiaron en las mismas escuelas y ahora mantienen relaciones de connivencia en los pasillos.

Según el politólogo Frédéric Dabi, este nuevo caso alimenta la idea de que «todos están podridos» y de que los políticos no están a la altura.

La mayoría de los analistas consideran ahora que el asunto logra aupar aún más a Le Pen en las encuestas, que ya la colocan en primer lugar para las elecciones de 2017.

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