Francisco Martínez
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A partir del primero de junio, en El Salvador, se instaló un nuevo gobierno con Nayib Bukele al frente, quién será responsable hasta el uno de junio de 2024 de la dirección del aparato institucional y de las políticas públicas. Este gobierno, inicia con un alto nivel de expectativas y retos en todos los campos: económicos, políticos, sociales, institucionales, culturales y ciudadanos. Es un gobierno, surgido de la desconcertación, frustración y cansancio de la población, ante años de promesas incumplidas, corrupción, inseguridad y precarización de las familias y sus comunidades.
Este nuevo gobierno, se erige ante la decadencia de los partidos tradicionales, se trata de un fenómeno político y social, de tipo disruptivo, que sacude y sacudirá las viejas estructuras de poder formal y fáctico, la política tradicional, pero también la organización social, incluidos los sindicatos.
En su primer mensaje presidencial, sin protocolo, el Presidente Bukele fue claro, el país está en una situación crítica; esto, es resultado de los desgobiernos de los últimos treinta años, darle solución a esos problemas del país requiere de mayores esfuerzos, de un gobierno activo en el territorio y de un aparato público comprometido, sin horario, que ponga en el centro a los ciudadanos, es incluirse y no estorbar, para lograr el propósito de llevar al país a un mejor escenario, un país con bienestar.
Caracterizar este gobierno es una necesidad teórica y política para definir, desde el análisis de la situación, la organización y las acciones sociales. Por ello, debe tenerse en cuenta el entorno local, global, así como, las tendencias, de tal forma que se pueda establecer la forma dominante de acción social y política.
En esta coyuntura nacional, las organizaciones sindicales están obligadas a replantearse, a reinventarse, a transformarse. Su gran tarea es entender las aspiraciones de los trabajadores, y acá, no solo de los dependientes y asalariados sino de los emprendedores, de los independientes; deben tener en cuenta, que solo uno de cada tres trabajadores está en formalidad laboral, de estos, la gran mayoría con salarios mínimos, con seguro social y con la esperanza de obtener, al menos, una pensión mínima.
En El Salvador de 2019, los sindicatos son una expresión dispersa y de baja membresía, un fenómeno global, acá con presencia casi exclusiva en el sector público, en el sector privado son combatidos ferozmente por las empresas y sus bufetes legales, el caso de los trabajadores de Holcim-Lafarge, es la muestra más reciente. Organizar en el sector privado requiere de una estrategia y de metodologías responsables e innovadoras, como lo han demostrado los trabajadores de los Ingenios azucareros La Magdalena y La Cabaña; también, la experiencia de los trabajadores de Coca Cola.
Mientras en la Contratación Colectiva del sector privado, distribuís riqueza ya que se trata de distribuir ganancias de la actividad económica de las empresas, creadas con el aporte productivo de los trabajadores; en el sector público, las remuneraciones y mejoras en las condiciones de los trabajadores, disputan recursos a la inversión pública y los servicios de salud, educación, seguridad. La optimización es una necesidad, con más sentido y obligación en el sector público. El punto es como asegurar remuneraciones y condiciones de trabajo justas en el sector público, para que los trabajadores de la administración brinden un buen servicio a los ciudadanos; esos trabajadores, que hayan sido contratados por sus competencias, compromiso de servicio y ética de trabajo, deben ser bien remunerados para estar al servicio del país y no de intereses minoritarios.
Definir la agenda sindical, el tipo de organización, los liderazgos, las formas de acción, la unidad y las alianzas, son un reto para los dirigentes sindicales en un proceso de reflexión colectiva, que será más realista y representativa en la medida en que se acerque a las condiciones de los trabajadores; para ello la dirigencia debe vivir del trabajo, menos funcionarios sindicales y más líderes sociales.
Se trata de una nueva conducta de las organizaciones de trabajadores, en una ofensiva de organización y reivindicación que se haga desde una agenda político sindical autónoma, independiente, aunque no indiferente; es construir un nuevo sindicalismo. Un sindicalismo popular, amplio, democrático, integrador, profesional, ético y progresista.
La baja membresía; la falta de una agenda unitaria que represente a los trabajadores; la ausencia de servicios sindicales; las formas de representación; la dispersión y atomización; la baja credibilidad; el tipo de estructura; la falta de integración de los intereses de jóvenes, mujeres, trabajadores independientes; la falta de profesionalidad de sus dirigencias (no se trata de titulación sino de conocimientos, servicio y expertís); la vinculación partidaria; la debilidad financiera; la falta de reconocimiento de gobierno y empresarios; son, entre otros, las principales falencias del sindicalismo salvadoreño.
Si bien, la situación del sindicalismo no es la mejor, la realidad actual y los retos del trabajo del futuro, ponen en la mesa para los trabajadores la necesidad de representación efectiva, profesional, técnica y política, para la defensa de sus derechos individuales y colectivos.
Eso obliga a los sindicatos a responder con prontitud, pero con visión, y los tiempos presionan. En lo inmediato, es importante establecer cuáles serán los temas prioritarios de la agenda a desarrollar en una propuesta a presentar a la sociedad y a los trabajadores. Los problemas de los salvadoreños son: delincuencia, desempleo, precarización, exclusión, desigualdad, falta de oportunidades, en suma, falta de horizonte.
Otros temas, más organizacionales y estructurales, será necesario una mayor reflexión, consulta y debate, pero debe instalarse esa agenda político institucional en los programas de las diferentes organizaciones sindicales, de tal forma que puedan simplificarse la organización y el sindicalismo se vuelva más efectivo y más pegado a los trabajadores; menos siglas y menos dirigentes, pero muchos más afiliados.
Cuál debe ser la agenda básica de los trabajadores (propuesta):
En lo económico
* Empleo con derechos
* Créditos y respaldo para desarrollo de iniciativas sociales y proyectos de emprendedores
* Aseguramiento de ingreso básico
* Canasta de bienes asegurada
En lo social
* Salud y educación universal, gratuita y de calidad
* Trabajo seguro y libre de discriminaciones
* Vivienda digna
* Recreo y cultura
* Pensiones dignas
* Servicios sociales y de conectividad accesibles
Hay que tener en cuenta que los próximos veintidós meses serán de enfrentamiento político electoral, marcado por el interés del gobierno de construcción de una correlación legislativa, construir una nueva mayoría, que le viabilice un periodo gubernamental más; enfrentado a los ahora, cuestionados y debilitados partidos FMLN y ARENA. El frente levantará su consigna de defender los cambios y retomará viejas banderas, ley de agua, derechos humanos, entre otras, buscará recuperar alianzas con sectores sociales y dinamizará su actividad desde lo local con la acción de sus alcaldes en los territorios donde gobierna.
Para los sindicatos, es tiempo de regresar a las bases, desde la sabiduría de la gente definir la plataforma y la acción, no se trata de oponerse per se al gobierno, no es Bukele un enemigo; los enemigos son la pobreza, la exclusión, la corrupción, la injusticia social, la falta de patriotismo. En el momento actual, se trata de darle viabilidad al país, fortalecer la institucionalidad y consolidar la democracia e impulsar una nueva ola de reformas constitucionales e institucionales para que vivamos sin miedo, en libertad, progreso y bienestar.