Ciudad de Panamá/Prensa Latina
El nuevo Gobierno de Panamá que encabezará José Raúl Mulino a partir del 1 de julio necesitará desde hoy construir una agenda nacional de desarrollo con un parlamento fracturado y con sus adversarios políticos.
Para varios analistas la debacle financiera del programa de pensiones cuyas reservas se agotan este año, justo cuando toma posesión es uno de esos desafíos, a los que se añade la reestructuración de la seguridad social en materia administrativa y en atención de salud.
De otra parte, el flamante Ejecutivo deberá atender la actual crisis económica expresada en la caída del ritmo de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), que se espera sea de alrededor del 2,5 por ciento este año frente al 7,3 por ciento de 2023, a lo que se suma una deuda pública que frisa los 50 mil millones de dólares.
Esa baja, de acuerdo con informes del Ministerio de Economía y Finanzas, responde a las consecuencias de la Covid-19 y su manejo, con una economía y empleo que no terminan de recuperarse tras la caída del 17,9 por ciento del PIB en el 2020, y a la crisis hídrica en el canal interoceánico que hará mermar los ingresos de la vía y sus aportes al Estado.
También al cierre a finales de 2023 de Minera Panamá, filial de la canadiense First Quantum y cuya actividad representa el 5,0 por ciento de la economía doméstica, luego de que el contrato de concesión fuera declarado inconstitucional por la Corte Suprema de Justicia, tras intensas protestas populares que paralizaron al país en octubre y noviembre pasado.
Se impone además, a juicio de economistas, recuperar el grado de inversión de cara a las calificadoras de riesgo como Fitch Ratings, lo cual requerirá de un compromiso de austeridad en el gasto gubernamental, que choca con algunas promesas de campaña de Mulino con obras como el tren Panamá-David y la construcción del cuarto puente sobre el Canal, además de la extensión de la línea del metro, todas ellas motores de generación de empleo, según adelantó.
En su primer discurso para celebrar la victoria en las urnas, la víspera, Mulino pidió a los panameños que tengan confianza en que las soluciones comenzarán muy pronto mediante gestiones que hará con empresas privadas nacionales e internacionales para mover el dínamo de la economía, indicó.
Otra de las encomiendas que deberá mostrar capacidad de negociación con los diputados en caso de que los colectivos por los que fue postulado (Realizando Metas y Alianza) no logren mayoría, consistirá en someter a discusión una ley que faculte a la Autoridad del Canal de Panamá para delimitar la cuenca y construir un nuevo embalse de agua dulce en el sector de río Indio, crítico para el funcionamiento de la vía interoceánica que este año el fenómeno de El Niño lo obligó a reducir el número de tránsitos.
Otros retos están asociados al impacto social y económico de una creciente migración irregular y que Panamá enfrenta con el paso de miles de caminantes por la selva de Darién, frontera con Colombia, rumbo a Estados Unidos, sin que se logre colaboración efectiva con países emisores, de tránsito y de destino. La víspera en elecciones generales, con más del 90 por ciento del escrutinio, Mulino logró un 34,4 por ciento de los votos, frente al 25 por ciento de Ricardo Lombana, del Movimiento Otro Camino; el 16 por ciento del expresidente Martín Torrijos (2004-2009), del Partido Popular; y el 11,2 por ciento alcanzado por Rómulo Roux, de Cambio Democrático y partido Panameñista, sus más cercanos contrincantes en esa contienda.
Todos ellos reconocieron la derrota, el último de ellos Lombana, quien se postulaba como el gran candidato contra la corrupción, atribuida a la figura del expresidente Ricardo Martinelli(2009-2014), inhabilitado por una condena de más de 10 años de cárcel por lavado de dinero y asilado en la embajada de Nicaragua, y por extensión a su sustituto Mulino.