Por Salam Faraj
Bagdad/AFP
El nombramiento de un nuevo primer ministro en Irak ha sido bien recibido por la comunidad internacional que espera que Bagdad tome las riendas para frenar a los yihadistas que controlan una gran parte del país.
Después de que Estados Unidas empujara hacia la salida al anterior primer ministro, el chiita Nuri al Maliki, Irán, su principal aliado en la región, también le retiró su apoyo.
El jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, exhortó al primer ministro designado Haidar al Abadi, a que «forme nuevo gobierno lo antes posible» para hacer frente a la profunda crisis que asola al país.
Estados Unidos está enviando armas, a través del gobierno iraquí, a los kurdos para ayudarles en su batalla contra los yihadistas del Estado Islámico (EI) que han conquistado desde el inicio de su ofensiva el 9 de enero regiones enteras del territorio situado en el norte del país.
Abadi, que el lunes recibió el mandato del presidente iraquí Fuad Masum para formar gobierno, tras haber sido elegido por el bloque parlamentario chiita, tiene 30 días para componer uno que incluya a todas las fuerzas políticas del país, asolado por las profundas tensiones confesionales.
Según el presidente estadounidense, Barack Obama, este gabinete debe poder «representar los intereses legítimos de todos los iraquíes y (…) unir al país en la lucha contra el Estado Islámico».
‘Trabajar pacíficamente’
En una alusión clara a Maliki, que se aferra a su puesto tras ocho años en el poder, Obama instó a «todos los dirigentes políticos iraquíes a trabajar pacíficamente en los próximos días».
Rodeado de 30 fieles de su bloque chiita, Maliki, de 64 años, tildó el lunes el nombramiento de Abadi de «violación de la Constitución» realizada con el apoyo de Estados Unidos.
Pese a que ha contado con el apoyo de Washington en los últimos años, muchos responsables estadounidenses no han cesado de criticarlo desde el inicio de la ofensiva yihadista, culpándole de incentivarla por marginar a los sunitas.
Maliki, que podría tratar de perturbar la transición política, parece más aislado que nunca, ya que ha sido abandonado por sus aliados y los miembros de su propia coalición, que le acusan de haber llevado al país al borde del precipicio con su política confesional y su autoritarismo.
Este martes, Irán también apoyó el nombramiento de Abadi, a través de la voz del representante del guía supremo en el Consejo Supremo de Seguridad Nacional.
En este contexto tenso, las fuerzas especiales, la policía y el ejército han sido desplegadas en masa en la capital Bagdad, en los alrededores de posiciones estratégicas.
Maliki tiene el apoyo de algunos oficiales en el seno de las fuerzas armadas, pero el representante especial de la ONU en Bagdad, Nickolay Mladenov, pidió a las fuerzas de seguridad que no se inmiscuyan en el proceso de transición.
Lucha en nombre de Irak
En el terreno, Estados Unidos, que se ha vuelto a implicar en Irak por primera vez desde que retiró sus tropas a finales de 2011, prosiguió sus bombardeos el lunes, por cuarto día consecutivo.
Los blancos eran cuatro puestos de control del EI -destruyó tres de ellos- y varios vehículos cerca de Sinjar (norte) para «defender a civiles yazidíes».
El presidente Obama autorizó el jueves bombardeos para proteger al personal estadounidense ante el avance del EI hacia Erbil, la capital del Kurdistán iraquí, y evitar un eventual «genocidio».
Sin embargo, Estados Unidos ha excluido enviar tropas de tierra. «No volverán tropas de combate estadounidenses a Irak. Es una lucha que los iraquíes deben librar en nombre de Irak», dijo Kerry el martes.
El jefe de la diplomacia francesa, Laurent Fabius, pidió de nuevo este martes una reunión de emergencia de los ministros de Relaciones Exteriores europeos para que la UE envíe también armas a los kurdos.
«Se trata de ayudar a los kurdos, a los iraquíes y de tener los medios para resistir y si es posible vencer» a los yihadistas, cuya intención es «matar a todos los que no piensan como ellos» y «practicar torturas y las violaciones sistemáticas», subrayó.
Centenares de miles de personas huyen de las garras de los yihadistas, en particular los cristianos de Mosul, segunda ciudad del país, y de Qaraqosh, pero también numerosos miembros de la minoría no musulmana yazidí, amenazada desde la toma de Sinjar, uno de sus bastiones.
Refugiados en las áridas montañas vecinas, miles de yazidíes tratan de sobrevivir al hambre y a los yihadistas, en temperaturas que pueden superar los 50 grados.
Los bombardeos han estado acompañados por el lanzamiento de comida y agua. El Pentágono y las fuerzas británicas han lanzado 60.000 litros de agua y 75.000 raciones de comida a los refugiados, dijo el lunes por la noche un militar estadounidense.