Por Anne Chaon
Kabul/AFP
Cuarenta años después de que comenzara el conflicto afgano, los civiles siguen pagando un alto precio en vidas humanas, con un nuevo récord de víctimas, principalmente en atentados en Kabul, indicó este lunes la ONU.
Solo en la capital afgana se contabilizaron cerca del 20% de los 1.662 muertos y 3.581 heridos registrados en los primeros seis meses de 2017, «un nuevo récord al alza», precisó la Misión de asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (Manua).
El 40% de estos civiles se vieron afectados por explosiones en atentados, minas y artefactos explosivos improvisados. Estos ataques, atribuidos a los insurgentes islamistas, talibanes y al grupo yihadista Estado Islámico (EI), dejaron casi 600 muertos y 1.483 heridos entre la población.
El representante especial de la ONU para Afganistán, Tadamichi Yamamoto, lamentó «el uso de explosivos improvisados, poco precisos, desproporcionados e ilegales, particularmente impactante», subrayando el «inmenso sufrimiento» que representan estos datos para las familias afectadas.
Los atentados suicida y ataques más complejos -con un coche bomba abriendo camino a un comando armado- fueron dirigidos principalmente contra las bases de las fuerzas de seguridad afganas y occidentales y contra edificios administrativos.
Sin embargo, también tuvieron consecuencias en los alrededores y provocaron la muerte de 259 civiles, mientras que 892 resultaron heridos, un 15% más respecto a 2016, según la ONU.
Casi un civil de cada cinco ha sido víctima de la violencia en la capital.
Este balance es el resultado, además, del ataque suicida con camión bomba perpetrado en el barrio diplomático de Kabul el 31 de mayo, que dejó 92 muertos según la ONU -al menos 150 según el presidente Ashraf Ghani- y 500 heridos. Se trata «del incidente más mortífero desde 2001», según la Manua.
Los ataques en entorno urbano generan un balance particularmente alto entre las mujeres y los niños. Pero la misión de la ONU culpa del aumento del número de mujeres abatidas (174, +23%) y de niños muertos (436, +9%) a las minas terrestres y a los bombardeos aéreos de las fuerzas occidentales y afganas contra posiciones de insurgentes
Además el número de víctimas civiles aumentó entre enero y junio en quince de las 34 provincias del país, una muestra de la extensión geográfica del conflicto. Las más afectadas son, además de Kabul, Helmand, Kandahar y Uruzgan, en el sur, Nangarhar (este), Herat y Faryab (oeste), Laghman (centro) y Kunduz y Farah (norte).
En su informe, la Manua atribuye estos muertos y heridos a los ataques de las fuerzas antigubernamentales, que crecieron un 12%.
26.500 muertos desde 2009
La misión empezó a censar sistemáticamente a las víctimas civiles del conflicto afgano en 2009, redactando un informe cada tres meses. Tras un descenso en 2012 y un estancamiento en 2013, el balance volvió a crecer y desde entonces está en alza constante.
Desde enero de 2009, el conflicto ha dejado más de 26.500 muertos y casi 49.000 heridos entre la población civil.
Los talibanes, que controlan el 40% del territorio afgano, y el EI, implantado en el este desde 2015 pero que ahora avanza por el norte del país, se aprovecharon de la retirada de la mayoría de las tropas occidentales a finales de 2014.
La OTAN mantiene allí a casi 13.000 efectivos, encargados de formar y asesorar a las fuerzas afganas, lo que al parecer no ha servido para contener los frentes de violencia.