Renán Alcides Orellana
Pasadas las elecciones del 1º. de marzo y la Semana Santa que culminó ayer, ailment a partir del 1º. de mayo una difícil e incierta etapa espera al país si, doctor en gran medida, rx no mejoran los niveles de inseguridad social y jurídica que, hoy por hoy, abaten a la población honrada y laboriosa de El Salvador.
En el campo social, la ciudadanía espera que bajen los niveles de violencia, especialmente la cifra diaria de muertos a nivel nacional, con el consiguiente pesar de los tantos familiares dolientes y sus respectivas comunidades. En el campo jurídico, la situación es igual o peor, puesto que en los juicios por esta causa, está en juego no solo la justicia a favor de las víctimas sino también la estabilidad jurídica nacional y la buena o mala imagen del país, a nivel internacional.
Las cifras lamentables de fallecidos durante la Semana Santa, como estadística repetitiva cada año, volvieron a enlutar los hogares salvadoreños: ahogados, accidentes de tránsito, masacres familiares, homicidios simples… y, desde luego, la gran cantidad de otras muertes violentas durante ese período, sumándose a la cifras de asesinados en meses anteriores. Se precisa continuar con un efectivo accionar de las respectivas autoridades, tanto del nivel normativo como del operativo, para cumplirle a la población el compromiso de combatir la impunidad.
Esta es la principal responsabilidad que llevan sobre sus hombros, como compromiso de campaña electoral, los funcionarios edilicios y especialmente los diputados, recién elegidos para iniciar labores en mayo próximo. La triste experiencia sobre la capacidad y honestidad de los nuevos funcionarios, con apreciables por mínimas excepciones, ha sido -es- lamentable. De ahí la incertidumbre y poca fe del electorado, ante la toma de posesión de la nueva legislatura y los 262 concejos municipales, el 1º. de mayo, que exige real transparencia y más interés por la comunidad, antes que el interés personal, de grupos o de partidos políticos.
El pueblo esperaría transparencia y honestidad, por ejemplo: 1). En futuros nombramientos, designar el hombre para el puesto (capacidad/honestidad) y NO el puesto para el hombre (simplemente por parentesco, compadrazgo o compromiso político); 2). En la próxima elección de Magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), Consejo de la Judicatura (CNJ) y otros…aplicar lo descrito en el numeral anterior, aparte de exigir la independencia total partidaria, que evite sometimientos a líneas políticas antipopulares;
3). En la elección de la nueva junta directiva de la Asamblea Legislativa, si bien hay negociaciones partidarias para consenso, será preciso que, independientemente del partido que haya logrado mayoría de votos, el parlamento esté presidido por un presidente y directivos, de quienes el pueblo conozca su verdadera vocación de servicio al país, y nunca más basados en su autoproclamación como “interesado en servir a la patria”. Esa, con mínimas excepciones, es la frase menos creíble que en cada elección se escucha de algunos candidatos.
4). Ahí mismo en la Asamblea, en la designación de los “asesores” debe exigirse que sirvan para, de veras, asesorar y no, como ha sucedido -sucede- siempre, que se escoge a familiares y cheros y, lo peor, a manera de consolación, a candidatos a diputados o alcaldes que el pueblo no quiso como funcionarios, aunque del tema no sepan ni papa y, también peor, que sólo asisten el día de pago. Casos de casos aberrantes, no los olvida la población. Quizás -ojalá- nunca más “asesores” ficticios, en la Asamblea Legislativa y Concejos Municipales…
Esto y mucho más, espera confiado el pueblo salvadoreño ¡Así sea! (RAO).