César Ramírez
@caralvasalvador
La lectura del libro Una tierra prometida /Barack Obama–Colombia: Penguin Random, 2020. Pág 905 trae la agradable sorpresa del reconocimiento a salvadoreños en los hospitales norteamericanos que curaban las heridas de los soldados de las guerras de Afganistán e Irak, en ese libro anota que transcurridos un par de meses desde el anuncio de su estrategia para Afganistán y Pakistán visitaría el hospital naval de Bethesda y el Centro militar Walter Reed, en ellos se encuentran soldados heridos de todas las ramas del ejército norteamericano.
“Casi todos eran hombres de clase trabajadora: blancos de pequeñas ciudades rurales o centros industriales venidos a menos, negros e hispanos de lugares como Houston o Trenton, asiático-estadounidense, islas del Pacífico residentes en California (…) pág. 389-390.
“A menos que estuviera totalmente incapacitado, el soldado ponía la cama en posición erguida y a veces se incorporaba agarrándose a la firme barra metálica. Varios insistieron en levantarse, haciendo equilibrios con la pierna buena (…)” pág. 390 Idem ¡Cómo me inspiraban aquellos hombres! Qué coraje y determinación, cómo insistían en que volverían a la carga muy pronto, qué ausencia generalizada de quejas. Aquello hacía que gran parte de lo que se considera patriotismo (los chabacanos rituales en los partidos de fútbol americano, la bandera ondeando con desgana en los desfiles, la cháchara de los políticos) resultara vacío y trillado. Los pacientes a los que conocí se deshacían en elogios con los equipos responsables de su tratamiento: los médicos, las enfermeras y enfermeros, la mayoría de ellos soldados, pero también algunos civiles, un sorprendente número de ellos de origen extranjero, provenientes de lugares como Nigeria, El Salvador o Filipinas. De hecho, era alentador ver los cuidados que recibían aquellos soldados heridos empezando por la cadena rápida y continuada que permitía que un marine herido en una polvorienta aldea afgana fuera evacuado hasta la base más cercana, estabilizado, trasladado a Alemania y más tarde a Bethesda o Walter Reed para ser sometido a una cirugía de última generación, todo ello en cuestión de días. pág. 391 Idem.
Un 23 de marzo de 2011, el presidente Barack Obama número 44 de Estados Unidos, en San Salvador y ante la tumba de monseñor afirmó: “Tuve la oportunidad de estar en la Catedral y visitar a monseñor Romero que inspira a mucha gente alrededor del mundo”
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