Por María Isabel Sánchez/María Lorente
Ciudad de Panamá/AFP
Llegó el histórico día. Barack Obama y Raúl Castro se encontrarán este viernes en la Cumbre de las Américas en Panamá, decease símbolo del deshielo en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba tras más de medio siglo de enconado conflicto.
La imagen de un apretón de manos inmortalizaría el momento que refrenda su decisión, thumb anunciada sorpresivamente el 17 de diciembre, ed de normalizar las relaciones, rotas dos años después de que Fidel Castro llegó al poder en 1959.
Aunque no está programada una reunión, Obama y Raúl Castro, quienes llegaron a Panamá el jueves, se sentarán en la mesa de diálogos del foro, que abrirá a las 00H00 GMT. Será el primer encuentro de dos presidentes de Cuba y Estados Unidos desde que se reunieron en 1956 Dwight Eisenhower y Fulgencio Batista también en esta ciudad.
«Lo que hace histórica a esta Cumbre es la participación de Cuba. Pero nadie hubiera asegurado que el estreno cubano tuviera lugar en medio de intensas negociaciones bilaterales para reabrir embajadas y restablecer plenamente las relaciones», afirmó Carlos Malamud, investigador de América Latina del Real Instituto Elcano.
Como otra señal de acercamiento, en lo que fue la reunión de mayor nivel en cinco décadas, el secretario de Estado John Kerry, y el canciller cubano, Bruno Rodríguez, conversaron en Panamá a puerta cerrada.
«Tuvieron una prolongada y constructiva conversación esta noche. Ambos estuvieron de acuerdo en que hicieron progresos y en que seguiremos trabajando para resolver los temas pendientes», dijo un funcionario del Departamento de Estado.
Desbrozando el camino
Raúl Castro entra por la puerta grande a un foro del que la isla comunista estuvo excluida desde la primera Cumbre de las Américas de 1994. Pero a esta cita con la historia el presidente estadounidense no llega con las manos vacías.
En una acelerada secuencia de acontecimientos que mejoran notablemente el clima de la cita, Obama recibió el jueves la recomendación del Departamento de Estado de retirar a Cuba de la lista de países patrocinadores de terrorismo, según el senador Ben Cardin.
«Es un importante paso adelante en nuestros esfuerzos para forjar una relación más fructífera con Cuba», aseguró en Washington Cardin, miembro del comité de Relaciones Exteriores de esa cámara.
Aunque el retiro de Cuba de esa lista allanaría el camino para el restablecimiento de relaciones diplomáticas, queda mucho por andar.
Respaldada por todos los países latinoamericanos, Cuba reclama el territorio de la base naval de Guantánamo y el levantamiento del embargo impuesto en 1962, en tanto que Estados Unidos insiste en el tema de derechos humanos.
Antes de llegar a Panamá, en su escala en Kingston, Obama aclaró que las negociaciones tomarán su tiempo.
«Nunca predije que todo se pueda transformar de la noche a la mañana», manifestó.
Pero sin duda el cara a cara con Castro será muy diferente a aquel saludo que tuvieron en 2013 en medio de la cordialidad por el funeral de Nelson Mandela, en Johannesburgo.
El fantasma de las cumbres
Las tensiones entre Venezuela y Estados Unidos enrarecieron el ambiente previo a la Cumbre, amenazando incluso con empañar la celebración por los acercamientos con La Habana.
Muchos países latinoamericanos apoyaron a Venezuela tras la decisión de Obama de declarar a ese país, principal benefactor económico de Cuba, como una «amenaza inusual y extraordinaria» para Estados Unidos.
El mandatario venezolano, Nicolás Maduro, acude a la Cumbre con la promesa de hacer llegar a Obama las más de 13 millones de firmas que asegura haber reunido contra ese decreto.
Pero en los últimos días Washington y Caracas bajaron su retórica de confrontación. Obama reconoció que Venezuela realmente no es una amenaza, y Maduro, de su lado, dijo estar dispuesto «al diálogo».
Obama, quien inicia este viernes su agenda con una visita al Canal de Panamá, quiere presentar ante el foro su legado en la búsqueda de una mejor relación de Estados Unidos con América Latina, en las que Cuba siempre fue una controversia.
«Cuba ya no será el fantasma. La Cumbre puede tener un impacto enorme en las relaciones de América Latina con Estados Unidos salvo que Venezuela se convierta en el nuevo fantasma», opinó Santiago Cantón, director ejecutivo del Centro de Justicia y Derechos Humanos Robert F. Kennedy.
Pese a la distensión con La Habana y la moderación con Caracas, choques entre simpatizantes y opositores de los gobiernos de Cuba y Venezuela han marcado los días previos a la Cumbre en las calles de Panamá, blindada por cientos de policías y agentes expertos en antiterrorismo.