Por: Iván Escobar
Colaborador
Las poblaciones originarias de la zona sur del territorio salvadoreño reclamaron y declararon como sitio sagrado el Lago de Xilopango o Shilopanku (Ilopango), en el marco de la conmemoración del equinoccio de otoño, este sábado 23 de septiembre, en la que se celebró también la siembra y el reverdecer de la raíz ancestral.
La ceremonia se llevó a cabo con presencia de representaciones nahuas, lencas, afrodescendientes, organizaciones de la sociedad civil y una comitiva de sacerdotes Maya de Guatemala, como testigos de la histórica jornada.
Con la celebración de la ceremonia del equinoccio, la Asociación de Consejos de Pueblos originarios de Cuzcatan (Acopoc) y la Federación de Pueblos Originarios del Sur (FEPO-Sur), y las representaciones de pobladores de la zona, comunidades originarias, así como particulares se consagró el altar en la isla conocida como “La Puntona”, donde ahora se ha consagrado el primer altar en memoria de las ancestras y ancestros que poblaron la zona del lago, y se nombró con el nombre la isla de “Xilutepec”. Además, se ha reclamado este territorio para que esté abierto a los pueblos originarios, y no se siga depredando.
Las poblaciones reclaman al Estado salvadoreño en nombre de las ancestras y ancestros “preservar, cuidar y no más contaminación del Shilopanku”, el cual cada vez más es contaminado, explotado turísticamente y acechado por mega proyectos que aumentarán la vulnerabilidad del ecosistema natural.
Shilopanku es uno de los lagos más importantes del país, ubicado en la zona centro oriental del territorio, sobre la base de un volcán, que millones de años atrás cambió la dinámica del planeta y provocó grandes migraciones.
Hoy, las poblaciones originarias y pobladores lamentan su deterioro, “por ello acudiendo a la voz ancestral, leyendo lo que el sagrado fuego nos dice en nuestros altares, venimos a defender este espacio “, externó el tata Manuel Fernández, de la FEPO-SUR.
Por su parte, el tata Apantumac, de Acopoc, y como responsable de la ceremonia central de este fin de semana, pidió a los presentes accionar y, sobre todo, estar unidos frente a las amenazas que se ciernen sobre el Shilopanku, al igual que otros sitios sagrados amenazados por el mal llamado: “progreso”.
El tata Albino, en representación de la gran nación Maya, y como testigo de este gran encuentro, fue el encargado de consagrar el altar que a partir de hoy está disponible para las poblaciones indígenas en la cumbre de la isla del lago. “Es un honor para mí, venir… agradezco al creador y formador por darme la oportunidad de declarar, es muy importante la unidad. Con una sola voz vamos a tener la oportunidad de unificarnos en este hermano pueblo de Cuzcatan, manifestamos nuestra fe en una sola cultura”, remarcó el tata.
Al sonido de los caracoles, y en presencia del fuego sagrado también se decidió que cada enero de cada año en este sitio sagrado, se conmemorará a las víctimas de 1932, que sufrieron la presión en las poblaciones cercanas al Lago, y que la “historia oficial” les ha ignorado. “Al igual que los hermanos de occidente aquí tuvimos víctimas, aquí a las abuelas y abuelos se les quitó la tierra, aquí también se tuvieron muertos en lo que hoy se conoce como Shangallo, la zona de los Texacuangos y los Masahuat y otros lugares”, comentó el Tata Manuel.
Las poblaciones originarias presentes darán a conocer en los próximos días un pronunciamiento conjunto como parte de los compromisos adquiridos, y llaman a los pobladores cercanos al lago y zonas vecinas, a exigir “que no se le cause más daño al lago, no queremos plantas potabilizadoras, ni proyectos turísticos que busquen explotar la zona afectando a las poblaciones nativas ni queremos más desplazamientos forzados”, acordaron. Al tiempo que reiteran el llamado al Estado salvadoreño a ratificar el convenio 169 de la OIT, y suscripción del Acuerdo de Escazú, entre otras demandas ligadas a los derechos de las poblaciones ancestrales.
También hicieron el llamado a turistas, así como a pobladores de la zona a cuidar el altar, que hoy está entre la gran Ceiba y los conacastes en la cumbre de la isla, como símbolo de resistencia y presencia de los ancestros.
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