Luis Arnoldo Colato Hernández
Educador
El reciente triunfo de la oposición progresista en Chile, en la persona de Gabriel Boric, o de Xiomara Castro en Honduras, también representante del progresismo de izquierdas, ambos por amplios márgenes de diferencia para con sus contendientes populistas de derecha, constituyen no solo el abandono del conservadurismo para ambas naciones, pero también el definitivo agotamiento del proyecto neoliberal instalado en la región tras el asalto a la Moneda en 1973.
Y es que el hecho incontestable es el que el neoliberalismo solo profundizo la inequidad, la injusticia, la desigualdad, la exclusión y la marginación de nuestros pueblos en cualquiera de las latitudes de nuestra región, lo que se aprecia no solo en la insalvable crisis del modelo, la extrema pobreza o los graves niveles de desinstitucionalización habido en los territorios latinoamericanos, consecuente con el estado mínimo promovido por el esquema neoliberal, lo que debilitara gravemente a los estados, incapacitándolos para cumplir cualquiera de sus funciones, y trasladándolas en cambio a privados, quienes hicieron de las tales otro negocio para favorecerse.
El punto es que la riqueza se concentro en apenas el 1% de la población latinoamericana, la cual, por ejemplo, goza de todos los privilegios fiscales imaginables, mientras el 99% de las poblaciones, con algunos matices relativos a los círculos que rodean a la élite, no.
En consecuencia, los territorios se han convertido en lavatorios de dineros turbios, provenientes del hampa en general y del narco en particular, pues la apuesta por la industrialización y el desarrollo se abandonó en todos los proyectos económicos del populismo, dando paso en cambio al esquema de bienes y servicios, en la procura de los ansiados paraísos fiscales que jamás se concretaron, con excepción del caribe.
Ello redunda en la pérdida de cuadros cualificados científica o técnicamente, al carecer la región de incentivos para que estos se queden en los territorios, pudiendo contribuir al desarrollo sostenible del subcontinente latinoamericano.
Y es que el neoliberalismo se caracteriza no solo por expoliar los recursos públicos para el beneficio de unos pocos, lo que realiza bajo la óptica neocolonial del “invierte poco, asegurando ganar mucho”, que debemos traducir en términos de utilizar al estado para que les beneficie solo a estos, lo que apreciamos en nuestro caso particular con el esquema impositivo regresivo que padecemos, fomentando la elusión y la evasión fiscales, para los que la FGR jamás construye soluciones.
Como sea, cabe en este punto considerar un elemento más que nos atañe como nación respecto a ambos triunfos de la izquierda política latinoamericanas, y que es la respectiva felicitación que es costumbre diplomática hacer para con los ganadores de las contiendas electorales de cualquier nación, ¡y que simplemente el ejecutivo salvadoreño ha evadido hacer con ambos!, quizás en razón de su megalomanía, pues no se ve como igual a un representante del pueblo, de los que caminan a pie junto a sus pueblos queremos decir.
Así las cosas, avanzamos diplomáticamente hacia atrás, emulando, pues una acción intencionada solo puede ser de ese modo: como el cangrejo.