Por Oleksandr Savochenko/Anatoli Stepanov
Kiev/Soledar/AFP
Los observadores internacionales estimaron este viernes que el conflicto en el este de Ucrania, donde según Naciones Unidas cinco millones de personas necesitan ayuda humanitaria, se encontraba en una «encrucijada» con el riesgo de una «nueva escalada» pese a la tregua.
Tras dos días sin bajas en las filas leales a Kiev, la muerte de tres soldados ucranianos durante un asalto de los separatistas prorrusos en los alrededores del simbólico aeropuerto de Donetsk muestra la fragilidad del alto el fuego en vigor desde mediados de febrero.
En una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas consagrada a la crisis en Ucrania, la presidenta del Grupo de Contacto de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), Heidi Tagliavini, alertó del riesgo de una «nueva escalada». «Parece que nos encontramos en una encrucijada», aseguró.
La reunión de Consejo de Seguridad de la ONU tuvo lugar justo un año después de que un comando prorruso tomara el parlamento de Crimea, etapa inicial de la integración de esta península del mar Negro, entonces bajo soberanía ucraniana, en territorio ruso en marzo y el inicio del conflicto en el este del país poco después.
‘Crisis humanitaria’
Los dirigentes ucranianos se mostraron aún más pesimistas sobre la suerte de este conflicto, que ha dejado en diez meses 5.800 muertos, 300.000 desplazados interiores y un millón en el extranjero, según la ONU.
Mientras el primer ministro, Arseni Yatseniuk, aseguraba que el conflicto no durará «ni un año, ni dos, ni tres», el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, estimó que la «amenaza militar del Este», en referencia a Rusia, continuará presente incluso en el mejor de los escenarios posibles.
Por el momento, unos cinco millones de personas necesitan ayuda humanitaria en el este de Ucrania, estimó este viernes Naciones Unidas, para quien «hay realmente una crisis humanitaria en las zonas controladas por los separatistas».
En el terreno, el ejército ucraniano informó el viernes que tres soldados murieron y otros siete resultaron heridos en las últimas 24 horas.
Según el portavoz militar ucraniano Andri Lysenko, los separatistas atacaron con tanques y morteros las posiciones ucranianas cerca del aeropuerto de Donetsk, en manos de los prorrusos desde enero.
Lysenko denunció, además, un nuevo despliegue de «las fuerzas enemigas» y apuntó a «actividades de inteligencia en la primera línea del frente».
La desmilitarización de la línea del frente prevista en los acuerdos de paz de Minsk 2 parece continuar, incluso si la OSCE, encargada de controlar el proceso, se muestra reticente a confirmarla.
Un periodista de la AFP vio en Soledar, a 70 kilómetros al noreste del bastión prorruso de Donetsk, a militares ucranianos retirando unos 20 cañones antitanque de 100 milímetros.
Por su parte, el dirigente de la autoproclamada República Popular de Donetsk, Alexandre Zajarchenko, afirmó el jueves que sus fuerzas ya habían «retirado el 90%» de sus armas pesadas.
«Hemos observado movimientos pero es todavía demasiado pronto para decir que el proceso ha tenido lugar», dijo a AFP el portavoz de la OSCE, Michael Bociurkiw, quien precisó que reclaman un inventario de armas, una lista de las rutas utilizadas y los lugares previstos para el almacenaje de las armas.
Tras la tregua, algunos de los combatientes extranjeros enrolados en las filas separatistas en Ucrania, unos 30.000 según Kiev, han empezado a volver a sus países de origen.
En España, la policía informó de la detención de ocho españoles que combatieron en la región separatista del Donbass por complicidad en homicidio, en una operación sin precedentes en Europa.
Kiev en guardia
Desde la entrada en vigor del alto el fuego el 15 de febrero, los rebeldes han arrebatado a las tropas ucranianas el estratégico nudo ferroviario de Debaltsevo, a medio camino entre las capitales rebeldes de Donetsk y Lugansk.
Todas las miradas se posan ahora sobre el puerto estratégico de Mariupol, última gran ciudad del este prorruso bajo el control del gobierno de Ucrania, donde el ejército ucraniano denuncia desde hace días una concentración de tropas prorrusas y el sobrevuelo de drones.
Y, en el plano diplomático, los países occidentales parecen poco convencidos de la voluntad de Rusia, a la que acusan de apoyar militarmente a los prorrusos, para poner fin al conflicto. Para el jefe de la diplomacia británica, Philip Hammond, Moscú «no cumple con sus obligaciones en el marco de los acuerdos de Minsk».